Cambio climático

Contribuyen estudiantes estadounidenses a mitigar impactos ambientales

WASHINGTON, DC (EU).— En las aulas de las universidades estadounidenses los alumnos están tomando conocimiento de cuestiones relacionadas con el medio ambiente, como por ejemplo el cambio climático. Fuera de clase muchos de ellos están tomando acción para mitigar el impacto de las actividades vinculadas con el cambio climático.

El aprendizaje del medio ambiente terrestre y el clima es parte de la educación que reciben muchos estudiantes en Estados Unidos. A todos los alumnos de la Universidad de Georgia, en Athens (Georgia), se les exige tomar un curso sobre cuestiones ambientales.

En la Universidad estatal de Arizona, en Tempe, donde se estableció la primera Escuela de Sostenibilidad, los estudiantes pueden completar una carrera universitaria en el campo de la sostenibilidad cursando materias que examinan el efecto científico y económico del uso de recursos sostenibles.

En todo el país, estudiantes colaboran con sus profesores y con miembros de la comunidad para encontrar maneras de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mantener campus universitarios más eficientes en lo que respecta el consumo de energía.

Los investigadores han demostrado que gran parte del calentamiento de la Tierra que se viene documentando en décadas recientes es consecuencia del dióxido de carbono que se emite al quemar combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas.

Debido en parte al activismo de sus estudiantes, las universidades están intentando reducir su dependencia de fuentes de energías que emiten gases de efecto invernadero. Swarthmore College, en Pensilvania, tiene previsto satisfacer 35 por ciento de sus necesidades energéticas de fuentes de energía eólica.

La turbina eólica de Carleton College produce suficiente electricidad para satisfacer 40 por ciento de la demanda de electricidad que se utiliza en su campus en Northfield (Minnesota). En la actualidad, al menos ocho universidades dicen que obtienen el ciento por ciento de su energía de fuentes renovables: Bates College, en Lewiston (Maine); Bowdoin College, en Brunswick (Maine); Colby College, en Waterville (Maine); la universidad estatal Evergreen, en Olympia (Washington); la Universidad de Nueva York, en la ciudad de Nueva York; la Universidad Western Washington, en Bellingham (Washington); la Universidad Central de Oklahoma, en Edmond (Oklahoma); y la College of the Atlantic, en Bar Harbor (Maine).

Las universidades están diseñando también nuevos edificios y modernizando estructuras más antiguas para que sean más eficientes en el uso de energía. Un nuevo edificio de la Universidad del Norte de la Florida en Jacksonville contiene mecanismos de ahorro de agua, como inodoros con descarga controlada que vierten menos cantidad de agua y plantas de jardín que necesitan menos agua.

Los alumnos de la universidad Rollins College de Winter Park (Florida) hicieron campaña y lograron que se instalaran placas solares que generarán cerca de 1.6 kilovatios para iluminar las lámparas fluorescentes de un laboratorio de ciencias. La Universidad de Harvard, en Cambridge (Massachusetts), ofrece préstamos sin intereses para la construcción de proyectos cuyo diseño reduzca la contaminación y el consumo de energía.

En algunos campus universitarios los estudiantes han convertido los autobuses para que consuman biodiesel que se obtiene del aceite vegetal que se utiliza en las cafeterías universitarias.

Estos vehículos emiten menos dióxido de carbono que los vehículos que utilizan gasolina. Las escuelas están alentando también a los viajes en coches compartidos, están mejorando sus sistemas de transporte público y agregando carriles para bicicletas para reducir al mínimo el consumo de gasolina.

Las universidades entienden que el cambio climático es uno de los desafíos más transcendentales del siglo XXI, y que si no se reforma el consumo de energía se pondrá en peligro la capacidad para lograr otros objetivos científicos, de salud, económicos y ambientales, según Anthony Cortese, presidente de la organización sin fines de lucro Second Nature, cuya sede está en Boston.

Esta organización contribuyó a organizar el compromiso climático de los presidentes de universidades de Estados Unidos: un pacto que firmaron los líderes de más de 130 universidades del país, quienes se comprometieron a alcanzar la “neutralidad climática” en sus campus y a animar a sus comunidades a que hagan lo mismo. La neutralidad climática se logra reduciendo al máximo posible las emisiones de gases de efecto invernadero y tomando medidas concretas, como por ejemplo plantando árboles, para contrarrestar las emisiones que no pueden eliminarse.

Los presidentes de las universidades prometieron elaborar un plan integral de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero dentro de los dos años posteriores a la firma del pacto. El plan incluye una fecha límite para alcanzar la neutralidad climática, metas provisionales para lograr dicho objetivo, medidas que deberán tomarse para enseñar a los estudiantes acerca de la sostenibilidad, y acciones para ampliar las investigaciones sobre el cambio climático.

Sin embargo, no se prevé que los líderes universitarios esperen dos años para comenzar a hacer los cambios, dijo Cortese. Entre las acciones inmediatas, se le ha pedido a las universidades que compren dispositivos de ahorro energético y promuevan entre sus estudiantes y empleados el uso de transporte público.

Por medio de la investigación de nuevas soluciones y el consumo de fuentes de energía más limpias en los entornos universitarios, las universidades pueden convertirse en ejemplos para llevar a la práctica en las comunidades, afirmó Cortese.

Hay muchas razones por las que las universidades han estado a la vanguardia de la mitigación del cambio climático, declaró Cortese. Las instituciones de educación superior dirigen a menudo las nuevas investigaciones científicas, incluyendo las que tienen que ver con el cambio climático, dijo, y agregó que si no se llevan a cabo estas reformas, el cambio climático afectará no sólo el futuro de los estudiantes universitarios, sino también el de sus hijos.

Fuente: Servicio Noticioso desde Washington

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