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Greenpace responde a premios Nobel por polémica de “arroz dorado”

El grupo ambientalista argumentó que no se opone a la biotecnología ni a la investigación y uso de transgénicos siempre y cuando se haga en ambientes confinados y sin interacción con el medio ambiente

green-nobelCiudad de México.— El grupo ambientalista Greenpeace ha dado respuesta a la reciente carta escrita por premios Nobel que le solicitan revise su postura respecto al arroz modificado genéticamente, conocido también como “arroz dorado”.

Por medio de comunicado, el grupo ambientalista señala que “las acusaciones de que alguien está bloqueando el desarrollo del arroz genéticamente modificado, son falsas. El ‘arroz dorado’ ha fallado como una solución y actualmente no está disponible para la venta, incluso después de más de 20 años de investigación. Tal como se reconoce en el Instituto Internacional de Investigación del Arroz, no se ha demostrado aún que pueda hacer frente a la deficiencia de vitamina A. Así que para ser claros, estamos hablando de algo que ni siquiera existe”.

“Las empresas están promoviendo el ‘arroz dorado’ para allanar el camino hacia la aprobación mundial de otros cultivos de ingeniería genética más rentables. Este costoso experimento no ha logrado producir resultados en los últimos 20 años además y ha desviado la atención de métodos que sí funcionan. En lugar de invertir en este ejercicio sobrevaluado de relaciones públicas, tenemos que hacer frente a la desnutrición a través de una dieta más diversa, el acceso equitativo a la alimentación y la agricultura ecológica.”

Asimismo, Greenpace argumenta que la única solución que garantiza acabar con la desnutrición es una dieta variada y saludable. Al proveer a las personas con comida real basada en agricultura ecológica no sólo hacemos frente a la desnutrición, también damos una solución para adaptar la agricultura al cambio climático.

Hemos documentado diferentes comunidades en Filipinas que siguen expresando su preocupación acerca de usar el “arroz dorado” como una solución. Es irresponsable imponer el “arroz dorado” transgénico como un remedio rápido para las personas que padecen estos problemas pero que no quieren esta solución, sobre todo cuando existen opciones seguras y eficaces ya disponibles.

Greenpeace está trabajando con otras organizaciones no gubernamentales (ONG) y agricultores en Filipinas para impulsar la resiliencia climática. Existe una oportunidad aquí para que los gobiernos y las comunidades filantrópicas apoyen estos esfuerzos mediante la inversión en agricultura ecológica y resiliente al clima así como capacitar a los agricultores para acceder a una dieta equilibrada y nutritiva en lugar de seguir tirando el dinero por el desagüe para obtener “arroz dorado”.

Asimismo, el grupo ambientalista argumentó que no se opone a la biotecnología ni a la investigación y uso de transgénicos siempre y cuando se haga en ambientes confinados y sin interacción con el medio ambiente. Por ello, no nos oponemos a las aplicaciones médicas de los transgénicos, como puede ser por ejemplo la producción de insulina a partir de bacterias transgénicas.

Por otro lado, enfatizó, la seguridad a largo plazo de los alimentos transgénicos para los humanos y los animales sigue siendo desconocida y no existe un consenso científico sobre su seguridad, por lo que el principio de precaución se debe aplicar a todos los cultivos transgénicos. “A pesar de los intentos de la industria de los transgénicos para tranquilizar a los consumidores sobre la seguridad de esos cultivos, cientos de científicos independientes cuestionan estas afirmaciones.”

La ingeniería genética sigue siendo una tecnología sobre la cual se desconocen los efectos a largo plazo para la salud humana y puede desencadenar efectos no deseados e irreversibles en el medio ambiente. Tenemos razones de sobra para seguir oponiéndonos y para seguir defendiendo la agricultura ecológica, la única solución de futuro.

Sobre el contexto internacional actual

En los últimos años, los defensores de los transgénicos han perdido varias batallas: han visto cómo Europa ha cerrado sus puertas a este tipo de cultivos (17 países y cuatro regiones de otros dos han prohibido el único cultivo autorizado en la UE), y cómo, incluso en los pocos países que los cultivan, ha decaído la superficie dedicada. De hecho, sólo cinco países en el mundo los cultivan a gran escala y ocupan el 3 por ciento de la superficie agraria mundial.

Fuente: Greenpeace

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