Legislación Ambiental

TLCAN agropecuario Ganadores y perdedores

Las exportaciones agroalimentarias de México han crecido 2,800 millones de dólares (mmd) en promedio los 5 años previos al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) (1989-93) a 6,300 en 1994-98 y, finalmente a 7,700 mmd, o sea casi 3 veces.

Las importaciones han sido menos dinámicas al crecer de 5,000 millones de dólares en 1989-93, a 7,300 en 1994-98, y a 8,600 en 1999, un aumento de 1.7 veces en los años considerados. Así, el comercio agroalimentario bajó el déficit comercial de 2,100 millones de dólares a 1,100, y finalmente 900, en los mismos años considerados, aunque para 2000 se esperaba un déficit de 1,500 millones de dólares.

Por esta evolución creció en forma acelerada el grado de apertura comercial para el sector de alimentos, bebidas y tabaco, de 19 a 37 por ciento.

Antes del TLCAN, los productos agropecuarios primarios representaban 70 por ciento del valor total exportado. Desde finales de la década de los noventa los productos industrializados, con mayor valor agregado, alcanzaron casi 50 por ciento del valor exportado. Las hortalizas y frutas procesadas ganan terreno, al igual que la cerveza y el tequila.

Estos cambios tienen varias explicaciones, donde el TLCAN es de menor importancia frente a otros factores. El acuerdo ha facilitado el comercio al definir con claridad las reglas del juego del sector externo y al acelerar el desarrollo de la infraestructura física e informativa de apoyo a la exportación. El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) indica que el comercio entre ambos países sólo hubiera sido 3 por ciento menor sin el TLCAN.

Los factores de mayor importancia son: la contracción del mercado doméstico, la caída de los precios de los productos agropecuarios en el ámbito mundial, la desaceleración de la dinámica demográfica en México, la coyuntura económica en Estados Unidos y el tipo de cambio.

Estos elementos explican por qué los déficit comerciales de México no se han incrementado excesivamente, ni aun con el TLCAN, aunque ese proceso ha representado enormes costos sociales, ya que las importaciones están cargadas hacia los granos y sus productos, actividad a la que se dedica el grueso de los productores mexicanos, mientras que, por el otro lado, las exportaciones mexicanas se concentran en sólo 300 empresas.

La expansión estadounidense

Para Estados Unidos, México es un mercado lucrativo y en expansión, sobre todo en granos, oleaginosas, cárnicos, papas y frutas de clima templado. La nación mexicana tiene ventajas comparativas y competitivas en frutas tropicales y hortalizas. En teoría hay complementariedad entre los sectores agropecuarios de ambos países y los beneficios económicos y sociales deberían rebasar las pérdidas.

Empero, la oposición de productores de frutas, hortalizas y caña de azúcar de Florida fue tan fuerte que los negociadores de ambas naciones aceptaron esquemas de protección.

En los primeros 6 años del TLCAN (1994-1999) Estados Unidos mantuvo un superávit comercial con México y Canadá hasta 1998. Por la pérdida de competitividad estadounidense frente a su contraparte canadiense su superávit comercial se ha reducido año tras año y en 1999 registró una pérdida en el comercio global con sus socios comerciales del Tratado.

Las exportaciones de dicho país hacia México y Canadá crecieron en el periodo 1989-1993, de 7,400 millones de dólares a 11,300 en el de 1994-1998, para alcanzar 12,700 en 1999. Las importaciones provenientes de sus socios del TLCAN crecieron de 6,200 en 1989-93 a 10,500 en 1994-98, alcanzando 12,800 millones de dólares en 1999.

En síntesis, las importaciones de Estados Unidos crecieron 106 por ciento, mientras que las exportaciones aumentaron 72 por ciento.

Para México los datos sugieren un mayor dinamismo en las exportaciones y una desaceleración relativa en las importaciones, considerando sólo el periodo del TLCAN y un proceso más dinámico a partir de la apertura comercial en 1986.

A pesar de un comercio muy dinámico con Estados Unidos, México mantiene un déficit comercial de más de 1,000 millones de dólares en el promedio anual durante la vigencia del TLCAN y una tendencia a crecer en el año 2000 y en muchos rubros a mantener una fuerte dependencia agroalimentaria de la Unión Americana.

Impacto del TLCAN

El impacto del TLCAN ha sido diferente por producto. El USDA estima que las exportaciones estadounidenses a México de productos lácteos, carne bovina, manzana y pera son 15 por ciento mayores de lo que hubieran sido sin el Tratado. En exportaciones de carne porcina el efecto se estima entre 5 y 10 por ciento. Estados Unidos aprovechó las ventajas que le da el TLCAN para aumentar sus exportaciones de maíz y algodón a México.

El TLCAN también benefició a la parte estadounidense en exportación de frutas. La desaparición de permisos previos de importación para uvas y manzanas, y la reducción de los aranceles para peras, estimularon sus exportaciones. Las exportaciones mexicanas de melón cantaloupe son entre 17 y 25 por ciento mayores en la actualidad de lo que hubieran sido sin el Tratado.

México se benefició en azúcar, cuya exportación creció de 64,000 dólares en 1993 a 35 millones de dólares en 1999. Empero, este resultado es de carácter estadístico frente a su potencial exportador y la negativa estadounidense de respetar el acuerdo original, que preveía la compra de 250,000 toneladas.

Estados Unidos capta una porción cada vez mayor del mercado mexicano al desplazar a otros países competidores, gracias a los beneficios en la reducción de los aranceles y su agresiva política de fomentar las exportaciones por medio de programas de apoyo y de crédito.

Estados Unidos aumentó su participación en las importaciones mexicanas, sobre todo en productos cárnicos, carnes preparadas, frutas y hortalizas, azúcar y edulcorantes, y arroz.

EU como mercado para México

La participación de México en el total de las importaciones de EU se ubica en niveles reducidos, aunque con una muy ligera tendencia a crecer en 1998 y 1999. Esto se da, principalmente, por el aumento en importaciones de frutas.

Las importaciones estadounidenses de hortalizas mexicanas también aumentan; pero frente al dinamismo de países como Canadá, Holanda y España su participación relativa en importaciones estadounidenses decrece.

En el caso del ganado bovino se observa una reducción en la participación mexicana, sobre todo, por las sequías prolongadas de los años noventa, pero también por nuevas barreras al comercio, como la preferencia por animales de razas y de manejo específico.

El comportamiento en el café, uno de los principales productos de exportación de México, es irregular; mientras que en melón se pierde importancia relativa frente a países como Guatemala.

Canadá: el gran ganador del TLCAN

El comercio agroalimentario con Canadá, tradicionalmente ha sido de menor importancia para México. Aunque los datos no reflejan la situación real, porque porcentajes importantes de los productos exportados son triangulados por Estados Unidos. En cuanto a importaciones, Canadá es el segundo socio comercial de México, cuya participación en 1998 fue de 7 por ciento del total.

Los principales productos de importación desde Canadá son oleaginosas, trigo, leche en polvo y cebada, en orden de importancia. Como destino las exportaciones mexicanas, Canadá ocupa solamente el sexto lugar. Aunque éstas se han incrementado a partir del TLCAN su participación en el total de los productos exportados por México no alcanza 1 por ciento.

Los principales productos exportados a Canadá son, en orden de importancia: café, jitomate, cerveza, mangos y uvas. También para Canadá, México es de poca prioridad como mercado de destino.

A raíz del TLCAN el déficit comercial de México con la nación canadiense no solamente se mantuvo, sino aumentó en forma significativa.

En síntesis, los resultados de los primeros 6 años del TLCAN sugieren que Canadá es el gran ganador, porque alcanza un superávit cada vez mayor con Estados Unidos y aumenta su tradicional ventaja con México.

En busca de soluciones

La importancia de Estados Unidos como origen de las importaciones mexicanas no solamente es apabullante, sino que también ha sabido aprovechar mejor el TLCAN al desplazar a un gran número de competidores nacionales y extranjeros del mercado mexicano.

La dependencia de México de Estados Unidos, en cuestión alimentaria, se ha profundizado con el TLCAN, lo cual hace más vulnerable la soberanía alimentaria del país, porque en muchos productos depende en forma exclusiva o en un porcentaje cada vez mayor de un solo país.

El predominio estadounidense en las importaciones de México se convierte en una amenaza cada vez mayor para los productores nacionales, al ser el último competidor por vencer.

La situación de los exportadores mexicanos es completamente distinta; no solamente son de poca importancia en el mercado de Estados Unidos, sino en lugar de que el TLCAN les dé una ventaja, enfrentan una mayor competencia con otros países, sin que exista una política agresiva de apoyo oficial.

Ante la difícil situación de la mayoría de productores agropecuarios mexicanos proliferan demandas por dumping en contra de los productores estadounidenses, por ejemplo, en manzana, ganado bovino y porcino, y azúcar.

Aunque en los casos mencionados las organizaciones de productores demostraron el daño causado por las importaciones, los esquemas de pro

tección aceptados por la Secretaría de Economía representan más logros legales que beneficios económicos reales. Se aceptaron esquemas de protección para productos de poco interés en la importación (por ejemplo: puercos vivos, mientras que la entrada de productos cárnicos es más importante), cuotas de importación de las que no existe la infraestructura técnica en la frontera para su aplicación, o precios mínimos acordados entre ambas partes que no se respetan y que benefician unilateralmente a los productores estadounidenses.

Los esquemas de protección que se están poniendo en marcha no parecen ser la mejor forma de garantizar un desarrollo más equilibrado de los sectores productivos de México, además se trata de procesos muy caros y agotadores, por el tiempo que requieren.

Una opción todavía no explorada es la demanda por suspensión temporal del TLCAN, con base en la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados entre Estados y Organizaciones Internacionales del 21 de marzo de 1986, que lo considera en el caso del cambio sustancial de la circunstancia en comparación con el momento en que se firmaron.

Revalorizar al campo

El TLCAN es sólo uno de los elementos que definen el ámbito productivo del sector agropecuario, por lo que es necesario insistir en un proceso de revalorización del campo mexicano.

El sector agropecuario puede desempeñar importantes funciones en la economía: satisfacer la demanda doméstica de alimentos y materias primas agropecuarias y así ahorrar divisas vía menores importaciones; generar excedentes exportables con aquellos productos donde se tiene un lugar tradicionalmente fuerte en el mercado mundial y desarrollar nuevas opciones exportables; generar empleos adicionales en el medio rural; irradiar efectos multiplicadores sobre el conjunto de la economía mexicana mediante el desarrollo de un mercado i nterno dinámico, así como mejorar y preservar el ambiente.

Debe desarrollarse una política de fomento integral y de manejo de riesgos que incluya instrumentos de corto, mediano y largo plazos:

1) Una política de precios para estimular la producción, lo que implica incrementar subsidios o suspender el TLCAN; reformar el Procampo en sus modos de operación o sustituirlo por esquemas más diferenciados en beneficio de los pequeños agricultores y ganaderos; eliminar en la operación de la Alianza para el Campo el sesgo que favorece a grandes empresas; garantizar que los recursos de Aserca beneficien a las organizaciones de productores y no a empresas transnacionales; evitar sobrevaluaciones del tipo de cambio o introducir un tipo de cambio verde en beneficio del sector agropecuario.

2) Incrementar la inversión pública en investigación, extensionismo e infraestructura.

3) Reformular los sistemas de crédito y seguro rural y ampliar los fondos canalizados por la banca nacional de desarrollo.

4) Ofrecer información estadística en forma oportuna y desarrollar un sistema de predicciones que faciliten la toma de decisiones y reduzcan los riesgos de inversión.

5) En la pequeña agricultura, diversificar actividades e impulsar cultivos con elevado potencial (como los orgánicos o el limón persa, por ejemplo).

Finalmente, el gobierno mexicano debe insistir en las rondas de negociación internacional en el cumplimiento de compromisos contraídos por los países con los que ha signado tratados y proponer medidas de un desarrollo más equitativo.

Altas barreras al comercio, subsidios a la exportación y apoyos domésticos en los países socios del TLCAN han limitado enormemente los beneficios potenciales de un libre comercio para los productores mexicanos. La Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), con sede en Francia, sugiere que países como México pueden ganar mucho si Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea llevaran a cabo reformas de fondo a su política agrícola y redujeran las distorsiones al comercio.

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