Legislación Ambiental

El agua y los agronegocios

En un negocio hortofrutícola no de temporal los factores climáticos son fundamentales para decidir el producto que se va a cultivar, el valor del terreno depende en gran medida de los derechos de pozo y la capacidad de comercializar en forma eficaz es ponderable. Sin duda, en la elaboración de un plan de negocio agrícola la parte financiera es crucial para los dueños o accionistas.

El costo de la energía eléctrica es mayor que el del agua, sin embargo, el uso de este insumo es indispensable para el bombeo y distribución del vital líquido. En términos microeconómicos este costo disminuye con el uso de tecnología. Si el negocio es bueno, muy probablemente se busquen más terrenos con semejante microclima para realizar el mismo cultivo. En este sentido podemos decir que la concentración de cultivos agrícolas es dada por el mercado. Esta saturación de cultivos o usos agrícolas es crucial para el consumo y recarga de sus respectivos acuíferos.

La administración de los acuíferos pasa al terreno macroeconómico y la venta de derechos de pozo pertenece al Estado. En la administración de un bien público, como es el agua, la oportuna detección del “mayor consumo versus recarga” podría tratar de controlar el uso. Empero, éste depende del clima, del tipo de producto, la rentabilidad de los costos y el mercado; así, mientras el producto en cierta región brinde las utilidades esperadas, el consumo de agua se continuará haciendo, la economía de la zona puede concentrarse en el cultivo y ser un polo de desarrollo para la comunidad, creando frigoríficos, empacadoras, procesadoras de jugo, conservas e industria de alimentos en general.

Según la economía clásica, los cambios industriales o de cultivos específicos se debieran dar por la “mano invisible” de Adam Smith, de tal forma que los gustos y preferencias de los consumidores determinen el precio de los productos y éstos la rentabilidad de los industriales y agricultores, los sueldos y salarios de los trabajadores del campo y la rentabilidad de las industrias conexas. Por el contrario, esto ha ocasionado emigración nacional y hacia el exterior, pueblos fantasmas, crecimiento de áreas urbanas y desorden macroeconómico.

En países como Israel, la carencia de agua ha hecho que su industria cambie radicalmente. Después de la Segunda Guerra Mundial y el ajuste social propio, el país se enfocó a varios giros industriales, uno de ellos, el agrícola, desarrollando toda una industria de frutas con fines de exportación hacia Europa. Creó una marca (JAFFA), rutas marítimas para disminuir costos, aceptación de inmigrantes en kibbutz, con lo que reducían sus costos de mano de obra y establecieron todos los lazos comerciales para introducirse y atender a un mercado europeo deseoso de frutas “exóticas”. Gran parte de los cítricos y aguacates consumidos en Europa son de origen israelí.

Después de muchos años de eficiencia económica agrícola y de ser ejemplo para muchos países, los israelíes se dieron cuenta que se estaban acabando su agua y que al paso que llevaban no iban a durar mucho ni irían muy lejos; esto llevaría a un colapso no sólo de la zona agrícola sino del país, además de que el mercado de frutas lo resentiría seriamente. El gobierno israelí no esperó a que la “mano invisible” hiciera de sus huertas pueblos fantasmas y que el desierto le ganara a la agricultura, por lo que puso en marcha un programa de “reconversión” agrícola que sustituyó los cítricos de alto consumo de agua por hortalizas hidropónicas con gran capacidad de ahorro y reutilización del agua. El programa consistió en un sencillo traspaso de subsidios de cítricos y carozos a hortalizas, lo cual en términos prácticos es sumamente complejo y difícil de instaurar.

Experiencia mexicana

En México existen experiencias en este sentido, por ejemplo, en Hermosillo y Caborca, en el desierto de Sonora, el cultivo de la vid para uva de mesa ha sido exitoso, tiene una ventana de mercado envidiada por cualquier agricultor del mundo, las utilidades son jugosas aunque el costo de producción es alto, por muchas circunstancias, entre ellas construir y bombear agua de pozos con 600 metros de profundidad.

La concentración y el crecimiento de huertos vitícolas en la zona han empezado a saturar el mercado y han usado más agua de la que se recupera. Los pronósticos pueden ser devastadores en el largo plazo, no obstante, una buena administración de los derechos y usos de pozo podría salvar la situación. Las acciones han empezado a ejecutarse, puede ser muy pronto para predecir los resultados pero muy tarde para oponerse al cambio.

El costo del agua en los estados financieros de un huerto puede no ser significativo, pero para la sumatoria de la comunidad agrícola, la industria y el ciudadano común el resultado es muy relevante. Su uso debe ser optimizado siempre y la idea de que es un recurso natural renovable debe de modificarse a que es renovable si es debidamente cuidado; las reconversiones industriales son más eficientes entre más anticipadas sean, tanto para frutas como para hortalizas, el cambio es arriesgado pero la sequía es mortal.

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