Contaminación

El reto ambiental en la frontera México-Estados Unidos

Colaboración especial

A principios de este siglo, en la frontera norte vive la misma cantidad de mexicanos que poblaban todo el país hace cien años, con el agravante que carecen de decisiones políticas para atender sus necesidades.

A principios de este siglo, en la frontera norte vive la misma cantidad de mexicanos que poblaban todo el país hace cien años, con el agravante que carecen de decisiones políticas para atender sus necesidades.

Quedó atrás el concepto de frontera vacía que paradójicamente produjo la pérdida de medio país y facilitó la experimentación económica que atrajo gente, al grado de registrar crecimientos urbanos cercanos al 6 por ciento anual durante casi 20 años.

A finales del siglo XX, la frontera norte ayudó a resolver ingentes problemas económicos como el desempleo y la estabilización de la balanza de pagos, a cambio de crear problemas locales, especialmente ambientales, para los que ninguna autoridad estaba preparada.

Las ciudades fronterizas están ubicadas en zonas desérticas y tienen problemas de agua, pero también tienen que atender a una población creciente. Algunas dependen de mantos acuíferos compartidos con Estados Unidos, pero ante la ausencia de acuerdos de explotación binacionales, cada parte saca agua sin preocuparse por la condición de los mantos para el futuro. Las ciudades que reciben agua superficial han tenido que enfrentar serios conflictos, como fue el de la salinidad del Río Colorado, que contaminó las tierras del Valle Imperial en Baja California o el agua que baja el Río Bravo muy contaminada con insecticidas y fertilizantes, por lo que debe ser tratada para hacerla potable.

El diferendo actual con Estados Unidos, sobre la deuda de agua en el tratado vigente, se desprende de los 12 años de sequía y nos muestra cómo el futuro estará marcado por conflictos referidos al agua y que ésta, hoy más que nunca, debe ser vista como un tema de seguridad nacional.

El problema se agrava por el déficit de plantas de tratamiento de agua, las aguas negras se usan para riego agrícola con serios riesgos para la salud y las fuentes de agua se agotan. La falta de imaginación ha llevado a las autoridades municipales a buscar fuentes de agua cercanas, con lo cual nos dirigimos hacia catástrofes ambientales en grandes regiones. Hay expertos que sostienen que la deforestación en la frontera está afectando al santuario de la mariposa Monarca en Michoacán.

Las ciudades fronterizas tienen problemas de basura; no hay suficientes rellenos sanitarios y esto se agravará en un par de años cuando la basura de las plantas maquiladoras se vuelva nacional con base en el Tratado de Libre Comercio. Considerando que en el país no hay instalaciones para el manejo de desechos tóxicos, todo conduce hacia una problemática ecológica de elevadísima magnitud.

El lado mexicano de la frontera recicla el material de desecho en Estados Unidos. Las cartolandias, o sea, las construcciones subestándares que caracterizan a las zonas marginales (donde vive la mayoría de la población), están hechas con el material que descartan las maquiladoras o las empresas estadounidenses. Así, vemos tambos para el agua que sirvieron para transportar elementos químicos y madera de desecho, pero también carros que tienen un bajo costo para el consumidor; le sirven a la economía estadounidense para hacer espacio para los nuevos carros y contaminan el aire.

La contaminación no requiere visa y evade a la migra sin problema. En el aire esto adquiere mayor realidad. En el caso de El Paso, Texas, su refinería lanza la contaminación hacia el sur en la mañana y el viento la devuelve, junto con la contaminación de hornos ladrilleros y las emisiones de los carros en la tarde. A esto debemos agregar la contaminación producida por largas líneas en los puentes fronterizos, para entender la causa de la “nata” que se asienta sobre ambas ciudades.

El uso de tecnologías agresivas ha provocado contaminación con plomo en los niños y generado un severo problema de anaencefalia. De acuerdo con expertos, se concluye que en las zonas con contaminación de plomo había altos índices de violencia juvenil y por lo menos el análisis de la delincuencia en la frontera sugiere que el argumento no está del todo fuera de lugar.

Hay muchas declaraciones gubernamentales sobre la intención de corregir este cuadro, sin embargo, no se destinan los fondos necesarios ni se ve la intención política para darle a la frontera la atención que se requiere, porque se asume que los problemas son locales, pero recuérdese que la viabilidad fronteriza influye directamente sobre los problemas nacionales.

La frontera aunque está muy lejos del centro político del país, no es el fin de la patria, es el principio de la defensa de la soberanía y el pilar en que se sustenta más de uno de los aspectos de la viabilidad nacional.

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