Contaminación

Ganancias por reciclar materiales peligrosos y no peligrosos

En México existen una tecnología y una metodología de recuperación y reciclado de diversos materiales, las cuales además presentan ganancias ya establecidas en otros países. Por lo tanto, ya no hay excusas para no contar con procesos y plantas de recuperación de residuos, tanto peligrosos como no peligrosos.

En el reciclado de pilas y baterías, aunque ya se cuenta con la tecnología, se debe transferir una más avanzada para la recuperación de metales que en el país son escasos. En lugar de que los componentes de una gran variedad de teléfonos móviles que existen en el mercado sean enviados a los rellenos sanitarios, es posible reciclarlos y recuperarlos.

El mercurio es uno de los elementos químicos más peligrosos y contaminantes que existen, debido a su toxicidad, su permanencia en el medio ambiente, la bioacumulación que presenta, entre otras características adversas para la ecología. De manera lamentable, los materiales que lo contienen (como termómetros clínicos e industriales, tubos de iluminación, cinescopios o tubos catódicos) no se encuentran legislados y, por lo tanto, no están dentro de los listados de la NOM ECOL-052, donde se señala la peligrosidad de un compuesto. Esto quiere decir que hasta ahora, estos materiales terminan en un relleno sanitario sin control alguno.

En cuanto al reciclado de solventes, las normas ASTM (American Standard of Testing Materials) permiten determinar la cantidad y composición de estos residuos considerados como peligrosos. Con su tratamiento se puede reciclar thiner base metanol, impermeabilizantes, pinturas, mezclado de solventes de difícil destilación y fondos de destilación para combustible alterno.

Existe otro procedimiento que consiste en pasar el solvente destilado por un cromatógrafo de gases acoplado a un detector de flama ionizante, lo cual ayuda a determinar de manera más precisa la cantidad y composición de los solventes contenidos en el residuo.

Es prioritario para México recuperar la mayor cantidad de plástico posible, ya que grandes volúmenes vienen de la industria automovilística o de diversas actividades comerciales que el consumidor final desecha como envases sucios y vacíos. El reciclaje de envases o materiales de plástico trae consigo dos beneficios. El primero consiste en evitar que sean llevados a los rellenos sanitarios y se utilicen de una manera más racional. El segundo beneficio es que se crea una industria de recuperación de una materia prima que proviene de un recurso renovable como es el petróleo y sus derivados.

Procedimientos rigurosos

Existen diversos procedimientos para el reciclado de tambores. Por ejemplo, los envases abiertos son lavados con una solución alcalina, caliente y en agitación constante para conseguir que la limpieza sea más eficiente y rápida.

La operación se efectúa en una tina de acero inoxidable de 2.40 metros de ancho, tres metros de largo y 90 centímetros de alto. El espesor de lámina es de 1/8 de pulgada y se cuenta con una bomba centrífuga de dos pulgadas y un motor de tres caballos. El agua alcalina que se usa en el lavado de cubetas y tambores se filtra para eliminar los residuos sólidos que se envasan en tambor abierto con tapa y aro, para ser enviado a su confinamiento. El agua alcalina se refuerza y retorna al proceso de lavado.

Los envases cerrados se lavan con solvente en un equipo giratorio, donde se tallan las paredes interiores del envase por medio de cadenas, desprendiendo la pintura o tintas adheridas. Por último, el solvente sucio se recicla en la planta de destilación. Los envases limpios que se obtienen de la operación anterior, se colocan en un reactor cerrado de fierro recubierto con fibra de vidrio y resinas, que conecta en forma hermética con un tanque recuperador de vapores ácidos.

En el reactor se agrega ácido sulfúrico concentrado y ácido de baterías agotadas y se calienta a la temperatura de ebullición, por medio de vapor de agua. Si existen sólidos, se procede a su filtración y el líquido se regresa al reactor, donde el ácido sulfúrico se combina con el fierro, para formar el sulfato de fierro pentahidratado.

Los sólidos se secan y se envían a confinamiento controlado y el sulfato de fierro en solución se descarga a una tina de cristalización, de donde se recupera la sal para su envasado y comercialización.

Muchos de los envases metálicos que llegan como residuos peligrosos contienen, en su mayoría, restos de los productos que contuvieron en algún momento. Esto es tintas, pinturas, aceites o grasas. Al procesar estos residuos de la forma ya indicada, además de obtener una sal de uso común, se evita enviar estos envases a rellenos sanitarios o a confinamiento.

Ausencia de determinadas normas

Hasta el momento no existe una norma ecológica que regule la disposición o reciclado de los residuos provenientes de diferentes elementos electrónicos, los cuales representan en la actualidad una herramienta indispensable para cualquier oficina, negocio o industria.

Las procesadoras de datos, televisores, calculadoras o equipos de telefonía celular, son desechados en rellenos sanitarios como si fueran residuos sólidos no peligrosos. No se toma en cuenta que dentro de las tabletas o circuitos integrados hay metales pesados, los cuales se ubican dentro del listado de la NOM ECOL-052 considerados como productos peligrosos.

La soldadura, los semiconductores y los demás elementos que la conforman, poseen níquel, cobre, zinc y metales preciosos. Estos equipos y sus partes son deshuesados sin escrúpulos, aprovechándose únicamente lo que se ve a simple vista, es decir, sólo parte de los circuitos y se desecha todo lo demás. Estas partes terminan en los rellenos sanitarios.

Por otra parte, la mayoría de los ácidos inorgánicos agotados, que son generados en diferentes procesos productivos, son desechados previo su sola neutralización al drenaje, creyendo que con esto se da cumplimiento a la normatividad ambiental. En realidad, lo que se hace es incrementar la descarga de sales a los mantos acuíferos, afectando a éstos en su posibilidad de recuperación.

Estos residuos representan grandes cantidades de sólidos en suspensión, lo que aumenta su peligrosidad y el daño que provocan al medio ambiente, por la forma de disponer de ellos y por no haber eliminado los sólidos que por lo general son metales y sales insolubles de metales pesados.

Los ácidos orgánicos como acético o fórmico, son compuestos que por su naturaleza son de fácil recuperación, siempre y cuando no estén mezclados con otros residuos ya que esto impediría la posibilidad de reciclarlos. Muchos de los ácidos orgánicos agotados vienen contenidos dentro de tortas de filtro prensa, en especial en empresas clarificadoras de aceites vegetales. Si bien los aceites vegetales no son considerados residuos peligrosos, éstos se depositan junto con materiales que sí lo son.

La variedad de ácidos orgánicos que son generados como residuos peligrosos es muy amplia, por lo cual, el dar un tratamiento deberá depender del tipo de ácido en que viene contenido y con que viene mezclado. Para ello, existe un equipo de tipo modular que permite la modificación y preparación para el reciclado.

Procedimientos que hacen la diferencia

Los textiles y celulósicos sucios se seleccionan y separan de acuerdo con su procedencia o al uso que tuvieron en su fase de generación, tal como ocurre con el usado en la limpieza de aceite, de pintura u otros químicos. Se lava en equipo cerrado con solvente orgánico.

Una vez que la estopa o trapo están libres de aceite o pintura se centrifugan para separar el solvente utilizado en el lavado. La estopa o el trapo se pasan a un secador, donde se evapora el solvente remanente. Del material así obtenido, se envía una muestra al laboratorio de control de calidad, y queda listo para su comercialización. El solvente orgánico se captura en un scrubber con filtro de carbón activado, de donde se recupera para su reincorporación al proceso.

Con este procedimiento se evita el enviar estos residuos como combustibles sólidos a hornos cementeros. Sin embargo, lo mejor es evitar que sean quemados en hornos de elaboración de tabiques o en calderas de baños públicos, lo que ayuda a disminuir de manera considerable la emisión de contaminantes a la atmósfera.

Muchos de los reactivos empleados dentro de los laboratorios de control de calidad o de análisis diversos presentan obsolescencia cuando se humectan y por ello pierden sus propiedades originales que les conferían el grado de QP o UV. Este fenómeno le significa al laboratorio o a la empresa un costo no considerado en los gastos comunes de operación, ya que estos reactivos obsoletos se envían a disposición final, sin pensar en reciclarlos.

Además, la mayoría de estos reactivos tienen un costo de compra excesivo, como son gastos de almacenamiento, y algunos de ellos son de alto riesgo al momento de manejarlos para efectuar su disposición final. Es posible reciclarlos, siempre y cuando presenten todavía las etiquetas originales, para obtener información de ellos y así saber cómo manejarlos de una forma segura.

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