Colaboraciones

Diario de un pepenador

A un año del cierre del Bordo Poniente

José Morales

Más de 76 millones de toneladas de desechos se contabilizan en las cuatro etapas de confinamiento de basura en el Bordo Poniente.

Tras más de dos décadas de funcionamiento y de recibir diariamente más de 12 mil toneladas de desechos, el terreno federal ubicado en el vaso regulador del Lago de Texcoco, conocido como el relleno sanitario Bordo Poniente, dejará de funcionar el 31 de diciembre de 2011, según anunciaron autoridades de los gobiernos de la ciudad de México y federal. Los sinsabores que presentará este cierre, en caso de no caer en amparos de parte de las autoridades capitalinas, ponen en riesgo el futuro de cientos de personas que dependen de la basura como medio de subsistencia, como ocurre con los pepenadores.

Alejandro Torres camina entre cerros de basura, recogiendo papel, aluminio, plásticos y otros desechos. Teme que el conflicto termine por despojarlo de su fuente de trabajo. Con su barba descompuesta y el cabello enmarañado por el sudor que cubre con su inseparable gorra, narra que desde adolescente labora en Bordo Poniente. Al principio le resultaba insoportable el olor a descomposición que cada mañana impregnaba el ambiente con un penetrante aroma a putrefacción y muerte. Pero hoy, ese estupor es cosa del pasado, “uno se acostumbra a todo”, dice con el buen humor que le acompaña en el trabajo de cada jornada.

Alejandro se detiene un poco y, entre jalones, arranca unas bolsas de plástico que van inmersas en la descarga de los camiones de confinamiento que recorren los terrenos de este sitio para dejar su carga, la cual es acomodada en la zona designada para la cuarta etapa del Bordo, donde posteriormente será compactada y depositada en una capa de tepetate que impedirá la filtración de agua y posible generación de lixiviados.

“Con el paso del tiempo te vuelves inmune a los daños a la salud”, explica don Alejandro mientras recorre unos cien metros de la descarga de desechos, con el único fin de alcanzar las dos pequeñas camionetas que cada mañana llegan y ofrecen tortas, tacos de bistec, gorditas y refrescos a los madrugadores pepenadores que se toman un par de minutos para descansar antes de seguir con su trabajo. En este lugar no hay tiempo de enfermarse, ni siquiera en temporada de lluvias, cuando caminan entre charcos de agua turbia por los desechos. “No pasa de pequeñas gripas”, sonríe Alejandro, quien reconoce que en cambio, los novatos en la recolección de basura sufren de salpullidos, ojos llorosos o mareos por los olores de la basura, pero nada cura mejor que más trabajo, según dice.

La Asociación de Pepenadores junto con las autoridades capitalinas tienen bajo su mando la planta de separación que se yergue a un costado de los trabajos de la cuarta etapa del Bordo Poniente y, de acuerdo con cifras extraoficiales, es un negocio de varias decenas de millones de pesos que queda en manos de líderes corporativos y algunas autoridades que no rinden cuentan y viven de las grandes ganancias que deja la basura.

Desde julio de 1985 a la fecha, en este lugar se han depositado más de 76 millones de toneladas de basura, situación que representa importantes riesgos de contaminación al acuífero y otras fuentes de abastecimiento de agua, poniendo en peligro la seguridad de la población aledaña del Estado de México, según informes del gobierno federal.

Esta situación fue tema central en las discusiones que durante más de cuatro años el Gobierno del Distrito Federal sostuvo con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), para la clausura de este sitio. La dependencia del gobierno federal siempre ha argumentado que el cierre implica un mejoramiento en la calidad ambiental de la zona, mediante un adecuado manejo y captura del metano, la reducción y control de los lixiviados, así como el aprovechamiento de 350 hectáreas que en un futuro cercano podrían convertirse en áreas verdes según estipula el macroproyecto Lago de Texcoco.

En entrevista con Teorema Ambiental, el director de plantas de tratamiento del Bordo Poniente por parte de la Comisión Nacional del Agua, Daniel Muciño, declaró que para el cierre del Bordo se maneja la necesidad de tener una inversión estimada de mil millones de pesos, destinados a la última etapa de sepultado de basura y en controlar la generación de biogás. Un rubro que puede incluir proyectos de captura de carbono y metano que se instalen en el lugar para poder concursar y recibir recursos internacionales por el aprovechamiento de energía y mitigación de emisiones.

En la actualidad, la obtención del gas metano genera los cuatro pisos instaurados en el relleno sanitario que hoy superan los 20 metros de altura, los cuales cuentan con tubos colocados en diversas zonas del relleno para que los desechos en descomposición tengan ventilación, evitando así las posibilidades de que pueda desatarse un incendio.

Enfatizó que el cierre no puede aplazarse, ya que si bien existe compromiso de ambas partes para diciembre de 2011, es un hecho que la cantidad de residuos depositados superó los límites permitidos, y en caso de seguir funcionando es muy factible que se presente una situación de riesgo ambiental, no sólo para el DF, sino para todo el Valle de México, derivado de las emisiones contaminantes generadas en esta zona y la infraestructura hidráulica adyacente al Bordo.

Necesaria, nueva gestión de desechos

La Subsecretaría de Fomento y Normatividad Ambiental de la Semarnat ha informado que los municipios del país deben tener un mejor sistema de recolección y confinamiento de sus desechos, ya que las autoridades municipales son las principales encargadas de estas funciones.

Datos de la Semarnat destacan la labor de Mérida, Yucatán, ciudad que tiene más de 15 años trabajando con programas de separación de residuos. Por su parte, en Monterrey, Nuevo León, se cuenta con una megaplanta de separación de residuos, lo cual es un indicio de que el tema de los residuos empieza a ser entendido en algunas urbes como un problema prioritario.

Sin embargo, la situación nacional y que se refleja en los municipios, es el consabido manejó y uso político de la recolección de desechos como de la clausura de rellenos sanitarios o instauración de los mismos, como son los casos de Cuernavaca y Tlalnepantla, que por tintes partidistas cerraron sus rellenos y hoy padecen por no saber qué hacer con su basura y tienen que pagar a otros municipios para que se hagan cargo de ella.

Ante esta realidad, en el ámbito federal se plantea la posibilidad de generar una ley de separación de residuos e instauración de rellenos sanitarios intermunicipales como es el caso que se presenta en las colindancias de Jalisco y Michoacán, donde siete municipios jaliscienses y uno michoacano comparten el tratamiento, reciclado, separación y confinamiento de sus desechos.

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