Ciencia y tecnología

Vacuna contra enfermedades del trigo

Los laboratorios franceses del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS, por sus siglas en francés) y de Goëmar han identificado una sustancia natural extraída de un alga, capaz de estimular el sistema de defensa inmunitario de las plantas.

Esta molécula se ha utilizado para la fabricación de un nuevo fungicida para el trigo que se acaba de lanzar al mercado francés. Una innovación en el ámbito mundial.

El producto fue elaborado a partir de extractos de un alga marina que estimula las defensas naturales de las plantas. Contrariamente a todas las demás especialidades fungicidas utilizadas hasta la fecha, el principio de esta sustancia no es luchar contra los hongos parásitos sino activar directamente los mecanismos de defensa de la planta. De cierto modo, actúa como una vacuna para las plantas.

Esta materia activa, la laminarina o glucana, se comercializa en Francia con el nombre comercial de Iodus 40.

El descubrimiento de la laminarina y su aplicación sobre cultivos de cereales constituye una novedad a escala mundial. La compañía suiza Ciba Geigy, hoy Syngenta, ha elaborado asimismo un fungicida a base de acibenzolar-S-metil, molécula que estimula las defensas naturales de las plantas, pero no se trata de una sustancia natural y sólo se ha desarrollado para el tabaco y el tomate. Los estadounidenses están realizando activamente también trabajos de investigación en este campo.

Algas, efecto estimulante

“Todo empezó hace unos 12 años, cuando nos preguntamos por qué las algas que los agricultores de Bretaña (al noroeste de Francia) tienen por costumbre esparcir en sus campos y los extractos de algas que habíamos adaptado para que se pulverizasen en las parcelas de los agricultores tenían un efecto bioestimulante sobre las plantas”, explica Paul Héry, jefe de mercado de grandes cultivos en Goëmar, compañía ubicada en el oeste de Francia dedicada a la fabricación productos agrícolas esencialmente a base de algas.

“Se emprendió entonces un programa de investigación con el CNRS que permitió entender que los polisacáridos eran la parte activa de las algas”. Los polisacáridos que constituyen un 50 por ciento de la materia seca de las algas, son moléculas de azúcar o, para ser más precisos, cadenas de glucosa, que se degradan con bastante facilidad. “Estos polisacáridos liberan cadenas algo más cortas que el azúcar, los oligosacáridos, y entre estos oligosacáridos, se identificó la laminarina, extracto de un alga que conocemos bien, la laminaria”, indica Bernard Kloareg, director en el CNRS de Roscoff, al oeste de Francia.

Los investigadores se dieron cuenta de que la laminarina era muy similar a las moléculas de degradación del tabique de los hongos y que podía tener un papel en la defensa natural de las plantas. Las experimentaciones mostraron que estaba reconocida por el tabaco y el trigo, pero también por otras plantas.

Sistema inmunitario

El trigo está dotado de un sistema inmunitario que se activa cuando la planta reconoce el ataque de un agente patógeno. El cereal es capaz de identificar como señal de alarma del ataque por un hongo los productos de degradación de los tabiques de sus propias células y los que proceden de los componentes de la superficie de los agentes patógenos.

Pero sólo es capaz de defenderse en el campo si ha sido agredido ya una primera vez. Por lo tanto, se encuentra con un retraso con relación al ataque. La laminarina aplicada sobre el cultivo permite poner en funcionamiento el sistema de alarma del trigo en ausencia del agente patógeno. Los científicos llaman a este tipo de moléculas, elictores. “De hecho, la laminarina reproduce de forma casi idéntica moléculas presentes en la superficie de los hongos patógenos”, explica Bernard Kloareg.

“El trigo la reconoce como si se tratara de una agresión real y pone en marcha su sistema de defensas naturales.” El objetivo del tratamiento es poner en funcionamiento el sistema inmunitario del trigo justo antes de las fechas probables de ataques por las enfermedades.

Resultados comprobados

En 1994, el CNRS y Goëmar registraron a escala internacional una patente referente a la utilización de la laminarina como medio de protección de las plantas. “Entre tanto, hemos pasado a los ensayos en pleno campo”, subraya Paul Héry.

“En un primer tiempo, se verificó la actividad de la laminarina ya no en condiciones de laboratorio sino en parcelas de trigo verdaderas. Luego se adaptaron las dosis óptimas de aplicación de la molécula, los periodos de tratamiento más adecuados, la formulación del producto comercial para que la materia activa penetrara muy fácilmente en la planta… Una vez terminada esta fase de investigación, en 1997 y 1998, se presentó una documentación de homologación que desembocó en octubre de 2002 en la concesión de la homologación para comercializar el Iodus 40, producto que contiene 40g/l de laminarina.

“Hemos obtenido esta homologación para la protección fungicida del trigo contra tres enfermedades criptogámicas (debidas a unos hongos), el ojo embrionario, el oídium y la septoriosis. La laminarina podría ser muy eficaz contra otros hongos”, indica el ingeniero de Goëmar, “pero estas tres enfermedades son las únicas que atacan el trigo en el periodo siguiente a la fecha de tratamiento que habíamos elegido.”

Tres días para actuar

Después de pulverizar la laminarina en una parcela de trigo, habrá que esperar tres días para que las plantas pongan en marcha su sistema de defensa. Luego del tratamiento quedan protegidas contra los ataques de hongos durante 40 días. “Hemos optado por recomendar a los agricultores que trataran su trigo de forma preventiva en una fase bastante temprana, en la fase de despunte de las plantas (espiga de un centímetro), ya que se trataba del periodo más acertado para proteger el cultivo de trigo contra el complejo parasitario en una fase temprana.”

La laminarina es un producto natural. Sobre cereales sustituye a un tratamiento químico realizado por lo general a base de materias activas de síntesis. Presenta por consiguiente un interés capital de cara al ambiente.

Durante la fase de desarrollo de la molécula, numerosos distribuidores de productos fitosanitarios y asesores agrícolas la han puesto a prueba en toda Francia. La han presentado a sus clientes agricultores a los que les encantó esta nueva forma de proteger sus cultivos. Hasta tal punto que ya en este año, que es el de lanzamiento del Iodus 40, en Francia, más de 100 mil hectáreas de trigo están protegidas gracias a este nuevo enfoque de lucha contra las enfermedades.

Desarrollo en otras plantas

El Iodus 40 está homologado en Francia, pero se ha cursado también la documentación de homologación en el Reino Unido, Alemania y el Benelux. “Asimismo, pensamos desarrollar la utilización de la laminarina sobre otros cultivos, se han puesto en marcha los ensayos y hemos constatado que ésta era eficaz tanto sobre monocotiledóneos como sobre dicotiledóneos y tanto sobre las plantas anuales como sobre las perennes”, explica Paul Héry.

“Además de los cereales, en un primer tiempo estamos interesados en el mercado de la vid y para el mediano plazo, estamos trabajando en la arboricultura frutal.” El modo de acción de la laminarina es muy amplio, protege las plantas contra los hongos patógenos, pero también contra los virus y las bacterias, ha resultado ser muy eficaz contra el virus del mosaico del tabaco y contra el fuego bacteriano de los árboles frutales. “Estamos trabajando también sobre otras sustancias que podrían asimismo poner en funcionamiento la defensa natural de las plantas”, añade Bernard Kloareg, “empezando, por ejemplo, por la pectina de las manzanas.”

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