Cambio climático

Se presagian guerras por recursos vitales

Los efectos del cambio climático global y los escasos recursos naturales son problemáticas que al combinarse podrían detonar conflictos violentos por tierras, agua y energía aseguró, en declaración pública, el secretario de Defensa británico, John Reid.

El cambio climático, indicó, «hará más escasos los recursos y el agua limpia, y la tierra agrícola en buen estado será más escasa». Esto generará que la emergencia por conflictos violentos sea más probable».

Aunque existen precedentes, la predicción de un surgimiento de conflictos por los recursos, en boca de Reid, es significativa, debido al alto rango oficial que respalda sus expresiones y a la vehemencia de éstas. «La cruda verdad es que la falta de agua y de tierra de sembradío es un factor significativo que contribuye al trágico conflicto que se desarrolla en Darfur», declaró. «Debemos tomarlo como señal de alerta.»

Es más fácil que surjan estos conflictos por recursos en países en desarrollo, indicó Reid, pero los países avanzados y acaudalados no necesariamente se salvarán de los efectos dañinos y desestabilizadores del cambio climático global.

En un momento en que sube el nivel del mar, cuando el agua y la energía comienzan a ser más y más escasos, cuando las fértiles pero escasas tierras de labor se vuelven desiertos, las guerras mortíferas por el acceso a los recursos vitales terminarán siendo un fenómeno global, precisó.

El discurso de Reid, pronunciado en la prestigiosa Chatham House, de Londres (equivalente británico del Consejo de Relaciones Exteriores), es la más reciente expresión de una tendencia, creciente en círculos estratégicos, que considera a los efectos por desajustes en el ambiente y los recursos (no la orientación política o la ideología) como la mayor fuente de conflictos armados futuros.

El momento en que crece la población mundial, se disparan las tasas de consumo, desaparecen rápidamente las fuentes de energía y el cambio climático erradica valiosas tierras de cultivo, fija el escenario para luchas persistentes por el mundo en pos de los recursos vitales, acotó Reid. La lucha política o religiosa no desaparecerá del escenario, pero será canalizada a la competencia por agua, alimentos y energía, añadió.

Antes del discurso de Reid, la expresión más significativa de esta perspectiva fue el informe preparado en octubre de 2003 por una consultora, con sede en California, para el Departamento de Defensa estadounidense. Con el título de Un escenario de abrupto cambio climático y sus implicaciones para la seguridad nacional de Estados Unidos.

El informe advierte que son amplias las probabilidades de que este fenómeno genere repentinos sucesos ambientales cataclísmicos por encima de un incremento gradual (por tanto manejable) de las temperaturas promedio.

Dichos sucesos podrían incluir un incremento sustancial del nivel del mar, intensas tormentas y huracanes, y regiones en sequía, con grandes ventarrones de polvo a escala continental. Esto dispararía agudas batallas entre los supervivientes de estos efectos por el acceso a comida, agua, tierra habitable y fuentes de energía, advierte el informe.

«La violencia y perturbación originadas por las tensiones que crean los abruptos cambios del clima implican un tipo diferente de amenaza a la seguridad nacional de lo que conocemos hoy», se anota en el informe. «Pueden surgir confrontaciones militares debido a la necesidad imperiosa de recursos naturales tales como energía, alimento o agua, y no tanto por conflictos ideológicos, religiosos o de honor nacional».

El cambio climático es una gran amenaza para el ambiente; de hecho es la mayor amenaza imaginable. Pero considerar el cambio climático sólo como problema ambiental no hace justicia a la magnitud de los peligros que entraña, señala.

Como lo esclarecen el discurso de Reid y el estudio del Pentágono, el mayor peligro no es la degradación de los ecosistemas, sino la desintegración de sociedades enteras, lo que produciría una hambruna descomunal, migraciones masivas y recurrentes conflictos por los recursos.

Fuente: La Jornada

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