Biodiversidad

Sierra Gorda un refugio para la biodiversidad

Sierra Gorda, Qro.- En esta sierra el hombre ha aprendido a respetar y convivir con la naturaleza. Aquí se loca-lizan algunos de los últimos bosques vírgenes del territorio nacional que se han salvado de la deforestación. También aquí, los lugareños están demostrando que el respeto y cuidado del medio ambiente y el uso sustentable de los recursos naturales tiene sus recompensas.

Es impresionante contemplar la majes-tuosidad de los bosques de niebla de Sierra Gorda, Querétaro. El cielo aparenta unirse con los bosques, y lo verde no deja ningún espacio al café rojizo de la fértil tierra, cubierta por parcelas de maíz divididas por muros de piedra sobre piedra.

En las más de 383 mil hectáreas de esta reserva de la biosfera, se pueden observar climas y vegetaciones tan diversas como las de un bosque tropical hasta desérticos matorrales xerófilos. Es un sitio muy atractivo para los científicos por la diversidad y contrastes de sus ecorregiones.

Muestra de su ecodiversidad es la presencia de especies características del norte como el abeto Douglas (Pseudotsuga menziesii) y el álamo temblón (Populus tremuloides) que se desarrollan en la parte más alta de la sierra de Pinal de Amoles; o de especies de las selvas del sureste del país como son la ceiba (Ceiba pentandra) y el oxite (Brosimum alicastrum), otras que se les puede ubicar en los áridos desiertos del norte del país como las chollas (Opuntia imbricata) y la gobernadora (Larrea tridentata); hasta especies presentes en los húmedos bosques mesófilos de Chiapas, como el petatillo (Ulmus mexicana) o los frondosos helechos arborescentes (Nephelea mexicana).

En cuanto a la fauna, se cuenta con 548 especies de vertebrados reportados en la región. De éstos 323 son aves, también se reportan especies de mamíferos, anfibios y de reptiles. De hecho, en Sierra Gorda se ubican poblaciones de seis especies de felinos que habitan en el territorio nacional, como el jaguar (Panthera onca), puma (Felis concolor), gato montés (Felis rufus), tigrillo (Felis wiedii), ocelote (Felis pardalis), y jaguarundi (Felis yagouaroundi).

Pero toda esta riqueza natural sólo se ha podido conservar con el esfuerzo de las comunidades locales, que se han unido a científicos y ambientalistas para desarrollar proyectos de conservación de los recursos naturales de esta serranía.

Es el caso del proyecto Conservación de la Biodiversidad en la Reserva de la Biosfera Sierra Gorda, que es coadministrado por la oficina de la Reserva de la Biosfera Sierra Gorda, adscrita a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, el Grupo Ecológico Sierra Gorda, la organización Bosque Sustentable, y la representación local del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

Éste es uno de los proyectos más exitosos de administración de una reserva de la biosfera en México, que regularmente carecen de recursos económicos y personal para operar. Pero lo más interesante es la integración al proyecto de conservación de las comunidades serranas como Jalpan de Serra, Pinal de Amoles y Landa de Matamoros, las cuales han dado ejemplo de cómo los lugareños pueden involucrarse en la protección de su medio ambiente.

Y es que en los pueblos de esta sierra, la separación de la basura, la educación ambiental, y el respeto a los bosques, son temas muy arraigados entre la población que valora profundamente la importancia de conservar los bosques.

“Ellos (los lugareños) son los dueños y guardianes de los bosques y selvas que nosotros queremos preservar”, dice Martha Isabel Ruiz Corzo, lideresa de este proyecto. Mejor conocida por sus colaboradores como Paty, Ruiz Corzo es una carismática mujer que ya pinta canas, una ambientalista que llegó aquí hace 17 años para trabajar en la protección de los bosques de Sierra Gorda.

Un largo camino que ha rendido muy buenos frutos para beneficio de la naturaleza, pues hoy en día, esta reserva de la biosfera cuenta con un financiamiento de 6.7 millones de dólares por parte de Fondo Mundial para la Naturaleza (GEF, por su siglas en inglés) y un total de 42 socios que van desde el gobierno federal mexicano hasta empresas transnacionales que aportan recursos para la ejecución de los programas de conservación en Sierra Gorda.

Nada más exitoso para un área natural protegida que tener gran cantidad de recursos para operar programas y proyectos. De hecho, casi un centenar de personas, entre admi-nistradores, científicos, guardabosques y educadores ambientales trabajan en la conservación de la biodiversidad en Sierra Gorda.

Pero sin duda, es la activa participación de las comunidades la que ha provocado un cambio en la forma de interactuar con la naturaleza en esta región. Es raro ver basura en las calles y a pesar de que en la zona las condiciones económicas son precarias, sus habitantes trabajan en la separación de los resi-duos, en labores de reforestación y vigilancia, así como en actividades productivas con un bajo impacto ambiental.

“Desde que llegó la ecología los pinos y árboles se conservan mejor, todos estamos de acuerdo con proteger la tierra”, dice Moisés Sánchez, un campesino de Jalpan de Serra que ahora además de sembrar maíz y frijol, promueve entre sus compañeros la siembra de árboles.

Él es uno de los hombres y mujeres que tiene el privilegio de vivir en el corazón de una reserva de la biosfera, a casi tres mil me-tros de altura y rodeado de bosques y ríos que son fuente de vida. Aquí también, este campesino y su comunidad trabajan en la conservación de la naturaleza en armonía con su vida cotidiana.

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