Agua

Riego respuesta tecnológica, ausencia crediticia

La producción de alimentos está íntimamente ligada al uso del agua. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) plantea que el desafío es cómo producir más alimentos usando menos este recurso.

Los especialistas coinciden en que con infraestructura hidroagrícola y sistemas de riego que permiten aprovechar al máximo el vital líquido es posible afrontar la demanda de productos agrícolas de una población creciente.

Pero la respuesta no es sólo tecnológica, sino que requiere inversiones, sobre todo para los países pobres. El problema es que los recursos financieros para modernizar y rehabilitar unidades de riego, cada vez son más escasos.

Por ejemplo, el propio Banco Mundial (BM) –que llama a duplicar la inversión en irrigación en áreas rurales hasta los 40 mil millones de dólares al año– disminuyó sus préstamos para riego y drenaje a una cuarta parte de lo que destinaba a finales de los años setenta, unos dos mil millones de dólares.

La agricultura bajo riego cubre apenas 277 millones de hectáreas, cerca del 20 por ciento de las tierras cultivadas del mundo y contribuye con 40 por ciento del total de la producción de alimentos.

En el marco del IV Foro Mundial del Agua, realizado en marzo pasado en México, Jim Winpenny, consultor de Global Water Partnership, indicó que en los próximos 10 años se necesitan 47 mil millones de dólares para modernizar y rehabilitar los sistemas de irrigación, los cuales se deberán combinar con esquemas de productividad, sistemas pluviales e investigación.

En su intervención, habló de pensar en fuentes de financiamiento no tradicionales para obras hidroagrícolas, como esquemas de cofinanciamiento, analizar qué bancos podrían dar financiamiento o recurrir a esquemas de microfinanciamiento y a las asociaciones públicas y privadas. Consideró que se requiere además financiamiento gubernamental, un compromiso armonizado de instituciones financieras internacionales y un aumento de la recuperación de costos. Las necesidades futuras requerirán grandes reformas institucionales, anotó.

Planteamientos del foro

Reiterado fue el llamado que hicieron diversos sectores en el Foro Mundial del Agua a hacer un uso más eficiente del agua en la agricultura, sector donde se utiliza 70 por ciento del consumo mundial del vital líquido.

Diversas voces plantearon duplicar la inversión en sistemas de irrigación para asegurar un manejo sustentable de ese recurso y evitar una crisis alimentaria mundial.
El BM recomienda en un informe opciones sustentables para la gestión del agua en la agricultura e insta a duplicar

la inversión en irrigación en áreas rurales hasta los 40 mil millones de dólares al año, de acuerdo con reportes periodísticos.

Esta cantidad de dinero es necesaria para incrementar la productividad agrícola y hacer más eficiente el uso del agua destinada a la irrigación, lo que podría evitar una potencial crisis alimentaria global en los próximos 20 años, tiempo en el cual estima que la demanda de alimentos se duplicará, según el organismo.

El BM recomienda a los gobiernos privilegiar la gestión sustentable de recursos hídricos, asegurar un acceso seguro al agua a los agricultores y descentralizar funciones en el ámbito local.

Agricultura y pobreza

En ese foro la subdirectora general de la FAO, Louise Fresco, señaló que es posible reducir el consumo de agua en la agricultura a la mitad.

Propuso establecer una política integral para la agricultura donde se pueden usar sistemas de riego, sistema de almacenamiento y captación de agua de lluvia, aumentar la infiltración y pensar en asignaciones específicas para reducir el consumo de agua en el sector agrícola.

Sin embargo, expresó que no se puede ignorar el tema de la productividad de la tierra que está ligado al del agua, ni la necesidad de aumentar la capacidad de los campesinos para utilizar las nuevas tecnologías.

Insistió en que 80 por ciento de tierras agrícolas no están bajo riego; 20 por ciento cuentan con esta tecnología, lo que permite obtener rendimientos superiores en un factor de uno a cuatro respecto a áreas de temporal.

Louise Fresco resaltó que no habrá solución a las cuestiones del agua si no se trabaja sobre la agricultura y la pobreza, ya que el 70 por ciento de los pobres del mundo viven en áreas rurales.

Algunas acciones propuestas

Entre las acciones para mejorar el uso de agua en la agricultura, la FAO plantea mejorar los sistemas de riego proporcionando a los agricultores un suministro hídrico por medio de una operación mejorada de represas, estructuras con mejor control, una mejor nivelación de suelos y la implementación de cero labranza o riego tecnificado.

Sin embargo, el organismo señala que para innovar generalmente se requiere de instituciones y tecnologías mejoradas, ya que “raras veces, los gobiernos logran operar y mantener exitosamente los sistemas de riego por su cuenta. La participación de los agricultores aumenta el índice de éxito. Los esquemas tienen que ser financieramente autosuficientes en su operación y mantenimiento y los agricultores pueden pagar y pagan sistemas con un buen desempeño”.

La FAO expone que “cuando el agua es relativamente abundante, y su costo para los agricultores es insignificante, no están motivados a conservarla. Cuando el agua sale de la agricultura a las ciudades, y las densidades demográficas incrementan en áreas rurales, la escasez y valor del agua aumentan”.

Y agrega, usando el agua más eficazmente, los agricultores pueden responder y responderán a una creciente escasez o costos más elevados, como el costo de bombeo a una mayor profundidad a precios de energéticos realistas.

Otros especialistas señalan que el agua y la energía no son los únicos insumos productivos que los agricultores pagan, sino también están las semillas, los fertilizantes y plaguicidas, entre otros. A esto hay que sumar los fuertes subsidios que brindan los países ricos a sus agricultores.

En esta lógica, un incremento en el costo del agua haría menos competitivos a los agricultores de naciones en desarrollo.

La FAO plantea otras opciones que también se expresaron en el marco del IV Foro Mundial del Agua, entre ellas mejorar el uso seguro y productivo del agua residual en la agricultura de riego y convertirlas en un activo para agricultores periurbanos a pequeña escala, puede hacer el saneamiento económicamente asequible para los pobres de la ciudad.

“El reto es desarrollar sistemas de tratamiento adecuados para hacer el agua residual biológicamente segura, conservando los nutrientes que reemplazan el fertilizante para los agricultores. Los beneficios potenciales incluyen salud mejorada en asentamientos urbanos irregulares, subsistencia de agricultores periurbanos, nutrición mejorada (verduras) para los pobres de la ciudad, así como reducción de contaminación.”

Necesario aumentar productividad del agua en el agro

La FAO considera que “aumentar la productividad hídrica del agua usada en la agricultura, tanto de riego como de temporal, en vez de adjudicar más agua, constituye el mayor potencial para mejorar la seguridad alimenticia y reducir la pobreza al costo ambiental más bajo. Esto requerirá una combinación de intervenciones agronómicas, socioeconómicas e institucionales”.

De acuerdo con informes del organismo la productividad del agua que se utiliza en la agricultura aumentó por lo menos 100 por ciento de 1961 a 2001, debido sobre todo al incremento de las cosechas. Las cosechas del arroz de riego se duplicaron, y las de trigo de riego aumentaron 160 por ciento en ese periodo, con poca variación en el consumo de agua por kilo de producción.

El organismo calcula que las necesidades mundiales de agua para producir alimentos per cápita disminuyeron a la mitad entre 1961 y 2001, ahorro considerable y ventaja igualmente significativa para los otros usuarios del líquido.

Refiere: “existe un cálculo según el cual un incremento del 1 por ciento de la productividad del agua en la producción de alimentos pone a disposición de la población

–por lo menos en teoría– otros 24 litros al día por persona, mientras que un incremento del 10 por ciento igualaría el consumo doméstico actual de agua”.

El informe remarca que una mayor productividad del agua exige modificar la gestión de los cultivos, el suelo y el agua. Las posibles estrategias para realizarlo son: selección de cultivos y cultivares apropiados, utilizar métodos mejorados de siembra (por ejemplo, en cuadros elevados), labranza mínima, sincronizar las aplicaciones de agua con los periodos de crecimiento más pertinentes, y mejorar el drenaje para regular los mantos freáticos.

Todas las prácticas culturales y agronómicas que reducen la evaporación del agua –como sembrar en hileras con espacio variable y aplicar rastrojo– mejoran la productividad del agua. Una mejor gestión de los nutrientes aumenta las cosechas proporcionalmente más de lo que eleva la evapotranspiración. La falta de riego –cuando se aplica menos agua de la necesaria para satisfacer la demanda plena del cultivo– produce una pequeña reducción de la cosecha, inferior a la reducción concomitante de la transpiración, anota la FAO.

Agua y riego

• La agricultura bajo riego cubre apenas 277 millones de hectáreas, cerca del 20 por ciento de las tierras cultivadas del mundo.
• 40 por ciento de la producción actual de alimentos proviene de tierras irrigadas; en 2030 será de casi 50 por ciento.
• Cerca del 29 por ciento de las tierras cosechadas en países en desarrollo están bajo riego; en 2030 serán cerca del 32 por ciento.

¿Cuánta agua necesitan los cultivos?

Las necesidades humanas y animales de agua son relativamente reducidas, una persona común y corriente consume alrededor de cuatro litros al día, pero producir los alimentos diarios para esa misma persona puede necesitar entre dos mil y cinco mil litros de agua.

En promedio se necesitan 2,700 litros de agua para obtener un kilo de arroz; 2,300, para un kilo de soya; 1,200, para un kilo de trigo, y 450, para un kilo de maíz.

Para obtener un kilo de carne vacuna se requieren 15 mil litros del vital líquido; seis mil, para carne de cerdo; 4,700, para huevo; 2,800, para carne de ave; 5,300, para queso y 900, para leche.

Agua y agricultura están estrechamente ligadas. Hacia los años 2015-2030 se prevé que la producción de alimentos necesitará incrementarse un 60 por ciento para cerrar las brechas de la nutrición, atender el crecimiento de la población y adaptarse a los cambios alimentarios en los próximos 30 años.

Se prevé un incremento de la extracción del agua para la agricultura del 14 por ciento en ese periodo, lo que representa una tasa anual de crecimiento del 0.6 por ciento, en comparación con el 1.9 por ciento del periodo 1963-1999.

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