Contaminación Desarrollo Urbano General

Exprime el DF acuíferos

Adrián Ortega, investigador del Centro de Geociencias de la UNAM, asegura que en la medida que la demanda de agua potable aumenta por el crecimiento de la población, el caudal tomado del subsuelo debe ser extraído de profundidades gradualmente mayores, lo que añade un problema la hundimiento diferenciado y la apertura de grietas al nivel del suelo: el consumo de agua de edades fósiles. Esto significa que los habitantes de la ciudad, en particular de Iztapalapa, al oriente del DF, consumen agua potable con edades milenarias, de 5 mil a 3 mil años. “Hace 100 años, el agua brotaba de pozos, en manantiales, pero en la medida que la ciudad creció, los caudales deben ser sacados por bombeo y la profundidad de extracción es cada vez mayor”. En Iztapalapa, los pozos llegan a tener 300 metros hacia abajo y toman volúmenes de origen milenario. Con esta comprobación científica se replantea el concepto de “balance hídrico”, basado en la idea de que 20 o 30 por ciento de la lluvia recarga el acuífero anualmente. “Al demostrar que tomamos aguas milenarias, comprobamos que el agua no es un recurso renovable”, citó el especialista. “Extraer agua de profundidades con más de 300 metros, como ocurre en Iztapalapa, implica tomar caudales mineralizados con arsénicos., fluor, boro, elementos dañinos en la salud de las personas, que reclaman procesos de potabilización cada vez más caros”, subrayó Ortega. Las investigaciones del Centro de Geociencias de la UNAM realizados en la Ciudad de México y en los acuíferos de Guanajuato, conducen a plantear que los planes de expansión de las principales ciudades del país están basados en una conceptualización errónea de disponibilidad y calidad del agua. Además de los riesgos a la calidad y la disponibilidad del agua que se relacionan con la sobreexplotación de los mantos acuíferos, también se generan hundimientos en la ciudad, y con ello los riesgos geológicos van en aumento. A pesar de la advertencia, la sobreexplotación de los acuíferos continúa, sin que se desarrolle un programa de largo plazo para recuperar agua de lluvia y aumentar el uso de volúmenes tratados. Para el ex secretario técnico de la Comisión Ambiental Metropolitana, Fernando Menéndez, el Distrito Federal podría mitigar los drásticos impactos de la sobreexplotación del acuífero reduciendo considerablemente el nivel de fugas de agua para no seguir extrayendo del subsuelo del Valle de México el vital líquido. “Otra acción que ayudaría a evitar los impactos por la sobreexplotación, es el tratamiento y reciclaje del agua residual, ya existen sistemas que pueden reciclar hasta el 60 por ciento del agua que se consume en los domicilios y devolverla a los sanitarios”. Aun cuando el desbasto de agua potable en la ciudad es un problema cotidiano, en la Delegación Cuajimalpa se va al drenaje, sin aprovecharse, el líquido que brota de por lo menos seis manantiales. En la colonia Agua Bendita, el líquido brota de entre las rocas de una barranca, recorre tres metros y cae al río Atitla, en el fondo en que los pueblos y las colonias cercanas verten su drenaje, De ese manantial, brotan alrededor de 50 litros por segundo; cerca de él se encuentran otros cuatro manantiales, en las laderas de la misma barranca, que no son aprovechadas por nadie. El líquido también sale de la montaña y se va al mismo río contaminado por aguas negras. En el pueblo de San Pablo Chimalpa está el manantial Espitzo, ahí también el agua recorre unos metros y se va al río Borracho, otro caudal contaminado por las descargas sanitarias de las zonas habitacionales cercanas. Antes de salir del Distrito Federal, el río Borracho y el Titla se unen para formar el caudal “Dos Ríos” y que ya contaminado entra al municipio de Huixquilican, en el estado de México.

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