La enorme capa de hielo que cubre Groenlandia se está derritiendo. En qué medida ese proceso es natural y en qué grado es causado por la utilización de combustibles fósiles es objeto de acalorados debates. La isla más grande del mundo ha experimentado agudas variantes climáticas mucho antes de que los combustibles fósiles estuvieran en el tapete, y durante 400 años, hasta el siglo XV, albergó asentamientos noruegos.
«Sabemos que las temperaturas han aumentado y que en parte se debe a la acción de los seres humanos. Pero no nos apresuremos ya que el hielo no se está derritiendo en todos lados. En la Antártida, sólo se derrite el 1 por ciento», afirmó Bjoern Lomborg, un investigador dinamarqués y prominente escéptico de la magnitud de la amenaza.
El glaciar Sermilik, en el sur de Groenlandia, se ha replegado 11 kilómetros, y el glaciar Sermeq Kujalleq, cerca de Ilulissat, también se está encogiendo. Con temperaturas más cálidas, algunas bacterias, plantas y animales podrían desaparecer, y otras florecer. Los osos polares y otros animales que dependen del hielo para criarse y alimentarse corren peligro, dicen los científicos, y algunas especies podrían experimentar la extinción en unas pocas décadas.
El adelgazamiento de la capa de hielo en el mar presenta peligro tanto para los seres humanos como para los osos polares, dijo Peter Ewins, director de conservación ártica de la filial canadiense del Fondo Silvestre Mundial. «Los osos polares necesitan estar allí para cazar suficientes focas que les permitan llegar al verano con los sistemas de aguas abiertas más cálidas. Por otra parte, los inuit necesitan estar en el hielo cazando focas y son cada vez menos capaces de hacerlo debido a que el hielo es más inestable, más delgado», agregó.
Cuando la NASA empezó a tomar fotos por satélite de la región ártica a fines de los años setenta y mejoró la tecnología de las computadoras, los científicos notaron pautas alarmantes y conjeturaron que los culpables eran los gases emitidos por las industrias y los motores de combustión interna que creaban un «efecto invernadero» que atrapaba calor en la atmósfera.
El Protocolo de Kyoto que entró en vigencia en febrero se propone reducir las emisiones de gases a los que se atribuye el «efecto invernadero». Pero las 140 naciones que firmaron el pacto no incluyen a Estados Unidos, que produce la cuarta parte de esos gases.
Fuente: El Universal