Pionero en América Latina por vincular la educación y la producción artística con la ecología, el martes 21 de marzo abrió sus puertas el Centro de las Artes de San Agustín (CaSa) en Oaxaca.
El recinto debe su vocación ecológica al hecho de que el municipio de San Agustín Etla, localizado a 10 kilómetros de la capital oaxaqueña, surte el 40 por ciento del agua de la ciudad.
Instalado en la antigua fábrica de hilados de Vista Hermosa, construida en 1883, en sus talleres se impartirán, entre otros, cursos de gráfica ecológica, fotografía no contaminante y diseño textil.
«La preservación del medio ambiente es un eje principal de la enseñanza y las actividades del CaSa», aseguró su director, Pedro Fuentes.
Inaugurado por el presidente Vicente Fox, su apertura atrajo a cientos de pobladores del lugar, que interrumpieron los discursos oficiales con vítores al principal promotor del CaSa, el pintor oaxaqueño Francisco Toledo.
«¡Viva Francisco Toledo! ¡Toledo!», exclamaban ante la sonrisa tímida del artista.
«Ni modo, Francisco, aunque eres muy penoso y no te gustan estas cosas, te queremos bien», le dijo Sari Bermúdez, presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
Al acto protocolario también asistieron el gobernador Ulises Ruiz, la titular de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, Xóchitl Gálvez, y el banquero Alfredo Harp Helú.
El CaSa otorga un papel preponderante a la comunidad de San Agustín Etla, que aprobó en asamblea el proyecto.
Con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional, se impartirán talleres comunitarios para formar promotores culturales. También se formarán maestros en educación artística.
«La expectativa es generar alrededor de este centro la recuperación del medio ambiente del municipio de San Agustín Etla y generar empleos», indicó Lucina Jiménez, ex directora del Centro Nacional de las Artes (Cenart) y asesora del CaSa.
Uno de los primeros ejemplos de la convivencia de arte y medio ambiente es la exposición inaugural del CaSa, Rituales en Haití, de la fotógrafa española Cristina García Rodero, quien empleó reveladores no tóxicos para sus imágenes.
Estos mismos reveladores fueron utilizados para imprimir fotografías del Archivo Casasola que son expuestas en el CaSa y estudiar los efectos del paso del tiempo.
También se exhiben fotografías que documentan el proceso de restauración de la antigua fábrica de hilados para adaptarla a su nuevo uso.
Fuente: Reforma
