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Miguel Bosé se une a la lucha por los mares

Tras participar el año pasado en una expedición a bordo del Ranger, barco de investigación de la organización ambiental Oceana, el artista ha confirmado que seguirá promoviendo la necesidad de cuidar de los mares, mientras realiza su “Papitour” por América Latina. Redacción Teorema Ambiental SANTIAGO DE CHILE.— “Papitour” es el nombre de la gira con que Miguel Bosé visita este año las principales plazas de conciertos de América Latina, presentando su nuevo álbum de duetos Papito. Además de su música, el español aprovechará este recorrido para promover la protección de los océanos, reforzando así su permanente apoyo a la organización de conservación marina Oceana. Gran conocedor del mar, amante del buceo y defensor de la riqueza de los océanos, Bosé participó activamente el año pasado con la organización internacional. Durante los meses de verano europeo, se embarcó en el catamarán de investigación Oceana Ranger y participó en numerosas inmersiones con escafandra autónoma para documentar, junto a los buceadores de la expedición, el estado de conservación de ecosistemas mediterráneos como los fondos de corales y gorgonias. De hecho, en su sitio web oficial, el propio cantante declara que, de no haber sido artista, hubiese estudiado oceanografía. Tras su participación en la expedición de 2006, Miguel Bosé ha mantenido un contacto permanente con la organización, facilitando la realización de conferencias para la protección de los océanos. En este sentido, Xavier Pastor, director de la oficina europea de Oceana, señaló que “Miguel es un convencido defensor de los mares. Ha estudiado a fondo la problemática de los mismos y sabe muy bien de qué habla. Su presencia y la relación especial que Miguel tiene con el público nos ayuda a transmitir nuestro mensaje a los ciudadanos, contribuyendo así a que la protección de los océanos se haga una realidad”. El tema qué más ha llamado la atención del artista, es la campaña de Oceana contra las redes ilegales de deriva. Estas redes, apodadas “cortinas de muerte”, tienen hasta 20 kilómetros de longitud y 30 metros de alto, y capturan no sólo la especie que persiguen provocando la sobreexplotación de sus poblaciones, sino que causan además una enorme cantidad de capturas incidentales, matando decenas de miles de delfines, cachalotes, grandes ballenas, tiburones y tortugas marinas en todo el mundo. Muchas de estas especies están protegidas por la legislación internacional.

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