Sostenibilidad

Nuestra sostenibilidad urbana entre sustentar y sostener

¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido con la información?   leer más

La doctora Gro Harlem Brundtland redactó en 1987 el informe Nuestro futuro común, conocido después como el informe Brundtland, en donde se define el desarrollo sustentable como aquel que tiende a “satisfacer nuestras necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas”.

1 Esta definición ha sido criticada por diversos autores por ser muy general en sus objetivos: ¿Cuáles son las necesidades actuales? ¿En relación a qué se las determina? Este grado de generalización no pasaría de una conversación semántica, a no ser por el hecho de que varias empresas, partidos políticos y fundaciones se publicitan como embajadores de esta causa en vez de fomentar un verdadero debate sobre el tema.

Durante algunos de los talleres y congresos nacionales e internacionales de arquitectura y temas afines a la construcción realizada durante este año en el Distrito Federal, como el Segundo Congreso Internacional de Arquitectura con Alta Tecnología Bioclimática y Diseño Sustentable, realizado en la UNAM; o el de Edificación Sustentable en América del Norte, organizado por la CCA, fue notable la vaciedad de contenido específico de las exposiciones presentadas bajo la temática de la “sustentabilidad”. En la mayoría de casos se presentaron trabajos predominantemente técnicos y fueron contadas excepciones las que expusieron una respuesta integral en lo social, económico, y ambiental.

Cuando la visión global sobre las distintas esferas del desarrollo urbano (ambiental, social, económico) se distorsiona y transforma en una visión única sobre nueva tecnología y eficiencia económica, se produce una manipulación ideológica negligente del conocimiento y de la información.

Las consecuencias son muy graves y ejercen influencia desde la academia hasta la práctica profesional. Generan incertidumbre y confusión produciendo un cambio de significado en los conceptos y objetivos que implican el desarrollo sostenible. Y cuando hay confusión en la teoría, la práctica sigue el mismo camino. Un ejemplo de esta confusión teórica sobre el término desarrollo sostenible, que se traduce en una mala práctica, se puede constatar en el desastroso desempeño que tuvo México en el concurso internacional de los “Holcim Awards for Sustainable Construction” del año pasado, donde fue el país de América que participó con más proyectos y no ganó ningún premio ni distinción.

En la arquitectura y el urbanismo, esta situación nos ha llevado al punto crítico de que “todo lo verde es sostenible”. Se ha convertido en un discurso apropiable y apropiado para promocionar bajo esta tendencia la idea de sustentabilidad como el ingenio puesto al servicio de técnicas de gran sofisticación y costo económico, pero con los mismos principios bioclimáticos de hace más de dos mil años.

Y es que el problema no radica en el énfasis bioclimático, que son prácticas sumamente inteligentes y beneficiosas para la construcción, sino en que por sí sola constituya todo el discurso posible sobre sostenibilidad, olvidando el desarrollo social y las posibilidades de gestión económica y política que son esferas imposibles de excluir en el concepto de sostenibilidad. Ésta es una clara estrategia para introducir un concepto susceptible de recibir un costo extra en el mercado.

La moda de lo verde

Mediante la imposición de una nueva línea de acción que imprime en todos lados el adjetivo sostenible, se está produciendo un proceso de desplazamiento en el contenido de esta palabra que ahora significa otra cosa para nuestra realidad: la importación de técnicos y especialistas en detrimento de la mano de obra local, la importación de técnicas y materiales costosos en relación con nuestras materias primas y técnicas tradicionales, la promoción y venta de complejos programas de computación y cálculo en deterioro de las buenas y simples ideas arquitectónicas que construyeron nuestro patrimonio; en síntesis, importar toda una metodología para aprender a manejar una herramienta que sólo sabe producir malas imitaciones y cumplir normativas importadas como la LEED (Liderazgo en Energía y Diseño Ambiental, por sus siglas en inglés y emitida por el Consejo de la Construcción Verde de Estados Unidos).

En tanto, los países que lideran la economía se han desarrollado económica y tecnológicamente a expensas de una ideología de explotación ilimitada de los recursos naturales no renovables, las revoluciones industriales son sólo un ejemplo de esto.

Esta ideología ha producido una crisis ambiental con grandes alteraciones a la biodiversidad de los ecosistemas, a la salud del ser humano, y con un costo económico que contradice los objetivos de la ideología que los generó. Las lesiones a la capa de ozono producidas por la liberación de CFC (cloro fluorocarbonos) a la atmósfera y el aumento global de las temperaturas son sólo un ejemplo.

Dentro de este marco de dependencia económica y explotación de la naturaleza, nuestros países que son la reserva ecológica del planeta, juegan un papel muy importante ya que los países desarrollados se están quedando sin recursos naturales no renovables y ahora comienzan a depender de los nuestros.

La falta de visión a largo plazo, la corrupción, la falta de ejecución de la legislación correspondiente, de educación ambiental y de responsabilidad ecológica sobre nuestro territorio, son algunas de nuestras deficiencias que nos hacen vulnerables para que el proyecto de un potencial desarrollo sostenible sea manejado por intereses extranjeros, sean ellos quienes impongan los sentidos, objetivos y la forma de ponerlo en práctica. ¿Cómo podemos aceptar normas y modelos de diseño y construcción de

Estados Unidos, cuando este país se negó a firmar el Protocolo de Kyoto y se ha retirado de más de una cumbre ambiental?

Nuestra sostenibilidad

La primera sostenibilidad debe ser la conceptual. Hay que dar el primer paso en este sentido. Definir qué significa para nosotros y nuestra situación la palabra sostenibilidad y de esa forma orientar el desarrollo en este sentido. La dualidad e imprecisión de la definición ha contribuido a facilitar la manipulación del concepto en beneficio de intereses económicos y del poder.

Más allá de discursos ecologistas y estrategias de mercado, esto significa definir estrategias para nuestro desarrollo urbano.

“Porque mientras la meta sea ambigua no habrá acción práctica eficaz, por mucho que el pragmatismo reinante trate de buscar atajos afinando el instrumental antes de haber precisado las metas. Sólo precisando las metas se podrán elegir instrumentos de medida apropiados para ver si nos alejamos o no de ellas y para evaluar las políticas y los medios utilizados para alcanzarlas.”2

Algunas propuestas de renombrados talleres de arquitectura en México, insisten en la construcción de megaestructuras edilicias de gran densidad, con un control bioclimático de alta complejidad y muchos arbolitos en los interiores. La supuesta sostenibilidad consistiría en liberar gran parte del territorio como superficie verde. Pero esta solución terminaría por convertirse en un ghetto amurallado, un paisaje urbano medieval. Este tipo de soluciones exclusivas y aisladas no brindan la posibilidad de una inclusión social, y no contribuyen a la construcción de una mejor ciudad.

Como dijo el arquitecto Bruno Stagno: “la arquitectura sostenible no puede ser una arquitectura de elite” y aclaraba que, “si se quiere tener edificios sostenibles hay que tener primero, ciudades sostenibles”,3 de lo contrario sólo se estarán creando islas verdes.

Según José Manuel Naredo, “el contenido de este concepto (desarrollo sostenible) no es fruto de definiciones explícitas, sino del sistema de razonamiento que apliquemos para acercarnos a él”. Lo importante es definir este sistema partiendo de la base que nuestro desarrollo sustentable tiene un contexto diferente al de Estados Unidos y Europa: el de los países pobres que no tienen capacidad de proveer de los servicios básicos de gran parte de su población y que por lo tanto no pueden afrontar el costo del salto económico que significa la tecnificación de todas nuestras formas de producción.

En México hay más de 30 millones de pobres. La pobreza no es sostenible ni da opciones de actuación; entonces ¿es justo pedirle al pobre que ahorre? La sostenibilidad en nuestros países pobres se debe construir desde la inteligencia para proponer estrategias incluyentes y apropiadas de desarrollo urbano, que partan de nuestras necesidades y condicionantes.

Si definimos como base de nuestro sistema de razonamiento y como meta de nuestras actuaciones urbanas que el desarrollo sostenible significa para nosotros, antes que nada, combatir la pobreza, estaremos decidiendo que para que prevalezca nuestro sustento en el tiempo, primero es necesario que ese sustento sea una realidad que beneficie a más personas que los niveles de pobreza que sufrimos. Mientras no podamos sustentar nuestras necesidades básicas no podremos pensar ni practicar ningún tipo de desarrollo, y de la misma forma, un desarrollo urbano y arquitectónico que sea exclusivo o excluyente es impensable en el presente y en el futuro.

Generar ámbitos, libertades y estrategias de inclusión son elementos de suma importancia en proyectos urbanos y arquitectónicos que traten de crear puentes en la relación entre lo económico y lo ecológico, entre la pobreza y el derroche, entre construir al ritmo de la especulación y construir un hábitat respetuoso de su contexto que viva el ambiente presente como fuente de sustento pero pensando en que deba ser morada digna para el futuro.

Referencias
1) Our common future, Brundtland, G. H., ed. Oxford University Press. (Trad. en castellano, Nuestro futuro común, Madrid, Alianza Ed., 1988).
2) “Sobre el origen, el uso y el contenido del término sostenible”, José Manuel Naredo, http://habitat.aq.upm.es/cs/p2/a004.html
3) “Charla edificios pasivos para gente activa”, Bruno Stagno, Segundo Congreso Internacional de Arquitectura con Alta Tecnología Bioclimática y Diseño Sustentable, UNAM, México, 2007.

T. S. Elliot

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