Legislación Ambiental

Políticas de Trump, calentamiento global y escasez de alimento

Dr. Lee Martin *

politicas-trumpLa línea Maginot era una estrategia militar proteccionista diseñada para evitar que los horrores de la Primera Guerra Mundial se repitieran en Francia. La historia concluyó que fue una política fallida, pero los muros proteccionistas siguen teniendo su lugar en la política internacional. El muro militarizado entre Corea del Norte y Corea del Sur es otro ejemplo que impide activamente a los civiles cruzar de una nación a la otra.

Por su parte, el movimiento del presidente Donald Trump ha insistido en introducir una estrategia económica proteccionista y un cierre de fronteras con regiones enteras del mundo que incluye la construcción de un muro militarizado con México, ambos actos sin precedentes de políticas proteccionistas para el moderno Estados Unidos.

Con las tensiones raciales que generaron en el mundo estas decisiones, vale la pena preguntarse si Trump y su equipo podrían implementar una estrategia aún más desagradable como consecuencia de su persecución populista de votos: aumentar la producción de combustibles fósiles e ignorar las consecuencias que esto generará entre los pobres del mundo.

No hay duda de que nuestros problemas de hoy serán empequeñecidos por la carnicería del calentamiento global sin control y parece que el presidente Donald Trump está a punto de permitir que los beneficios de los combustibles fósiles fluyan sin obstáculos.

Crecido entre la clase obrera del pintoresco norte de Londres, estoy acostumbrado a que me pregunten cómo las ideas fantásticas de este tipo, podrían tener algo que ver con el precio de los vegetales pero en este caso, la pregunta tiene un significado directo: ¿La comida vincula estas políticas en conjunto?

La reciente falta de “ensalada fresca” y brócoli en los supermercados de Estados Unidos es uno de los efectos que podemos esperar con más frecuencia si el cambio climático continúa. Mientras que la falta de lechuga es un inconveniente, en las próximas décadas, eventos como este probablemente se harán más extremos.

Por ejemplo, el pronóstico de las Naciones Unidas sobre el cambio climático (2014) sugiere que si los mayores emisores de gases de efecto invernadero continúan en niveles actuales o en aumento de emisiones, es más probable que no alcancemos un aumento medio de 4 grados centígrados en la temperatura global antes del final del siglo.

Ese nivel de aumento de la temperatura haría que la producción mundial de alimentos experimentara fallas catastróficas de manera regular. El precio de los vegetales, por así decirlo, se haría inasequible para los pobres del mundo. ¿Por qué cualquier presidente estadounidense que asuma ese riesgo con el futuro del planeta requiere una cuidadosa consideración? La respuesta puede estar en cómo la geografía influye en la percepción del riesgo entre la elite política.

América del Norte sufrirá los efectos del cambio climático, con la biodiversidad bajo presión significativa y las zonas costeras amenazadas por el aumento del nivel del mar. Sin embargo, la seguridad de los alimentos y el agua probablemente no serán un problema. Su cinturón agrícola tal vez se desplazará hacia el norte y los suministros de agua necesitarán una gestión cuidadosa, pero en general, se espera que sus habitantes, especialmente los ricos, permanezcan relativamente aislados de los peores efectos de la escasez de alimentos.

En caso de que se alcance un aumento de 4 grados centígrados, es poco probable que haya suficiente comida y agua limpia para todos en el planeta. La migración forzada, a una escala inimaginable, podría convertirse en una característica hacia el fin del siglo, ya que las personas desesperadas buscarán la ayuda de sus vecinos más afortunados y no es más que un indicio para prever un conflicto armado sobre estas cuestiones.

Estos efectos devastadores del cambio climático también están relacionados con la geografía. En regiones de Sudamérica, África meridional y partes de Asia, especialmente aquellas que dependen de las lluvias de monzón, las más susceptibles al riesgo.

Los países enteros podrían experimentar sequías que interrumpen la producción de alimentos durante años o incluso décadas. El Acuerdo de París ofrece esperanza, pero se basa en la colaboración internacional y la confianza entre las naciones. Por desgracia, el nombramiento de Myron Ebell como líder del equipo de transición del presidente Trump a inicios de febrero, confirma que esta administración no cumplirá con el Acuerdo de París; estos son tiempos extraordinariamente preocupantes.

El Informe Stern, que sustenta la política de cambio climático de Estados Unidos, demuestra que los costos de prevenir el cambio climático son significativamente compensados por el costo de no hacer nada. Parece que el presidente Trump no es un fan del Informe Stern.

En cambio, su administración afirma que los beneficios que se obtendrán de la explotación de combustibles fósiles hoy en día pueden ser asequibles ahora y en el futuro. Esto plantea la pregunta: ¿cómo se podría considerar este cambio de política como una evaluación costo-beneficio realista?

Puede ser que el presidente Trump y su administración crean firmemente que los riesgos del cambio climático son irreales, pero la mayoría de los científicos del mundo considerarán que es improbable. Un escenario alternativo reconocería que los republicanos creen actualmente poder contener los costos futuros para América a través de políticas económicas y sociales que protejan el riesgo futuro. En otras palabras, el proteccionismo de los combustibles fósiles.

Tales políticas podrían incluir la construcción de un muro militarizado de miles de millones de dólares para proteger contra la migración de regiones en riesgo, como Centro y Sudamérica, implementando políticas proteccionistas para aislar el crecimiento económico de posibles sanciones internacionales, organismos internacionales y acuerdos, y el cambio de la ley de inmigración para proteger a Estados Unidos de las regiones en riesgo de migración futura.

Dentro de este escenario, el muro con México, ahora símbolo de una nación dividida por tensiones raciales, también sería visto como un intento sucio de proteccionismo contra el cambio climático. Los beneficios de los combustibles fósiles son tan grandes que no debemos subestimar su capacidad de causar evaluaciones irracionales del riesgo.

La comunidad política tiene que reaccionar casi diariamente a la actual administración del magnate y a sus políticas de división, ya que simplemente no puede ignorar el sufrimiento. Mientras que la conversación se mantiene alejada del cambio climático: “América primero. Los beneficios de los combustibles fósiles en primer lugar”. Sin duda, llevará tiempo para que la comunidad internacional digiera estas últimas encarnaciones de la política republicana, pero la necesidad de una diplomacia cuidadosa nunca ha sido mayor.

Estados Unidos es una nación maravillosa, llena de gente increíble, se puede animar a una dirección más segura sobre el cambio climático, pero requiere una colaboración internacional firme. Las vidas de millones de pobres del mundo dependen de ella.

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* Profesor Asociado – Centro de Estudios de Políticas Culturales, Universidad de Warwick. Profesor de Desarrollo Sostenible Global

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