Legislación Ambiental

Comités sistema-producto ¿Una varita mágica?

Será como en el teatro, la tercera y última llamada para el campo mexicano? Después de que en el periodo 1994-2000 se profundizó la reducción de la participación y regulación del Estado en el sector agropecuario, se eliminaron o bajaron a su mínima expresión los subsidios y apoyos y, aunque a partir de 1996 se generaron apoyos más articulados, éstos fueron condenados al fracaso debido al marco legal existente y al bajo presupuesto asignado al sector, la situación ahora puede cambiar radicalmente.

Francisco López Tostado, subsecretario de Agricultura, está convencido de que con la nueva Ley de Desarrollo Rural Sustentable publicada el 7 de diciembre de 2001, la problemática agropecuaria puede ser resuelta… ¿una vez más?

Según López, la ley obliga a crear y constituir comités sistema-producto y explica, el sistema producto es un conjunto de los elementos y agentes concurrentes de los procesos productivos de materias agropecuarias, que incluyen el abastecimiento de equipo técnico, los insumos y servicios de la producción primaria, el acopio, transformación, distribución y comercialización de los bienes elaborados.

A decir de López, se trata de un esquema donde participan todos los actores dentro de un sistema, con un producto determinado, considerándolo desde su origen hasta que esté en manos del consumidor.

El principal objetivo de este sistema es poder lograr una integración y una comunicación permanente entre los agentes de la cadena y una coordinación con los diferentes niveles de gobierno. Asimismo, se pretende armonizar la producción con el consumo, lo cual es fundamental para llegar al mercado en mejores condiciones y generar productos de calidad y de alta competitividad.

El funcionario advierte que el sistema no tiene sentido, si no se mejora el bienestar social y económico de los productores y el del resto de los agentes.

Como mecanismo de planeación y concertación, el sistema-producto debe ser permanente entre los actores económicos que forman parte de las cadenas productivas. Lo toral del esquema consiste en detectar la demanda del mercado y, con base en ello, planear la producción con el fin de asegurar una armonía entre todos los factores de la producción.

Se trata de integrar los esquemas de proveeduría, insumos, equipos, servicios y requerimientos de investigación, como una herramienta que ayudará a los productores a asegurar una modernización y una producción más eficiente. El esquema debe formar parte de la organización individual, así como de los consejos, las uniones o las confederaciones y se busca también que participen las industrias y los comercializadores.

Los apoyos e instrumentos que se diseñen permitirán fortalecer cada uno de los eslabones y el papel del gobierno es muy claro, tener una función normativa y de facilitador, pero con una menor intervención en los mercados y una mayor desregulación, para que la participación social sea la que destaque.

Nueva forma de propiedad

Los dueños de la cadena son los mismos agentes, quienes interactúan en la constitución y consolidación de cada uno de los productos. Según López, el éxito está garantizado por la apropiación e intervención de cada uno de los agentes de la cadena, al sentirse dueños y corresponsables del avance de cada uno de los eslabones.

Es importante que dichos agentes estén al pendiente de las megatendencias del mercado, sobre las modas o vaivenes del consumo, sobre los productos de mayor demanda y de mayor impacto y sobre la posibilidad de apropiarse de nichos del mercado más atractivos.

Uno de los puntos fundamentales, cuando se habla de apoyos, es el diseño de un esquema que permita modernizar la producción, con lo cual a su vez se podrán alcanzar mayores niveles de rentabilidad.

Frente al hecho irrefutable de que en los países más desarrollados existen esquemas con crecientes apoyos y subsidios, los cuales les permiten ofertar sus productos a precios muy competitivos, creando una competencia desleal en los países menos desarrollados, la única alternativa de solución para un país como México consiste en fortalecer cada uno de los eslabones internos.

De tal manera que, cada uno de los sistemas-producto tiene que descansar en la integración de la cadena, mediante la firma de un convenio de competitividad. Éste es, de hecho, el punto fundamental de arranque, donde los sistemas-producto tienen que comenzar a funcionar. La labor de integración es un trabajo preliminar, y sólo por medio de él se puede “aterrizar” y cristalizar en un programa establecido.

El reto consiste en hacer que cada eslabón tenga capacidad para transferir su producto al siguiente eslabón en condiciones de competitividad y asegurando el equilibrio entre los eslabones, desde la materia prima hasta el producto final. El esquema no es otro que el de ganar-ganar. Por parte del gobierno federal, su labor consiste en diseñar políticas que compensen los desajustes entre las fases de toda la cadena.

Sólo así se fortalecerán las cadenas productivas y se podrán posicionar los productos con mayor valor agregado. Otro de los objetivos tiene la intención de que el productor logre mejorar sus ingresos.

¿Quién es quién en el campo mexicano?

El éxito del sistema descansa también en la elaboración de un diagnóstico realista de la cadena, de cómo está integrada dicha cadena, sobre cómo está el mercado, sobre los potenciales nichos de mercado, sobre las tendencias y conocer cuáles son los países competidores en los diferentes productos. El diagnóstico debe identificar quiénes son los agentes que participan en las cadenas, quiénes son los grupos de proveedores, las agencias que dan servicios de investigación, quién está participando en la transformación, quién participa en la comercialización y en la distribución. El documento debe asegurar que nadie se quede fuera.

El trabajo de sensibilización y difusión de la estrategia de integración es una tarea prioritaria y en una primera etapa, destaca la integración de los comités estatales, que permitirán asegurar una fortaleza en la cadena, ya que ésta se da desde abajo hacia arriba. El diseño de planes centrales (desde el gobierno), queda descartado. Los nuevos tiempos consisten en que toda planeación debe provenir desde abajo.

Para asegurar que las organizaciones puedan participar de manera organizada, se tiene que trabajar en el establecimiento de los consejos o de otros esquemas de organización que puedan asegurar la participación de todos los involucrados. La formación de comités regionales por producto es el segundo paso y ésta permitirá asegurar que la participación y la planeación nacional se darán de manera concertada y ordenada.

Después de crear los comités estatales y los regionales, la constitución del comité nacional es un escalón final, el cual participará dentro del Consejo de Desarrollo Rural Sustentable y se cristalizará la elaboración de un plan rector de operaciones. Se estipula el diagnóstico, la problemática y cuáles serían las acciones de fortalecimiento para la cadena.

Actualmente existen comités ya establecidos y éstos son los de: aguacate, arroz, cebada, chile, cítricos, fresa, guayaba, limón mexicano, mango, cacao, frijol, nuez, productos ornamentales, papa, palma de aceite, plátano, manzana, apícola, café, aves de carne, bovinos, caprinos, huevo plato, leche bovino, ovinos y porcinos. Los comités programados para integrarse en el segundo semestre del presente año son: maíz, caña de azúcar, palma de coco, agave tequilero, vid, sorgo, trigo, melón, algodón, hule y los que defina Conafor.

Entonces, una vez más se luchara por revertir la existencia de distintos niveles de productividad entre los campesinos y las regiones del país, un mercado invadido por productos importados que sustituyen a los nacionales, la carencia de apoyos y subsidios suficientes en disponibilidad y monto económico, la existencia de políticas centralistas y las notables diferencias en rentabilidad, capitalización y productividad.

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