Desarrollo Urbano

Asnos iluminados

Los burros en Namibia se están volviendo brillantes y no porque haya aumentado su coeficiente intelectual, sino gracias a unas orejeras reflectantes que pondrán remedio a uno de cada cuatro accidentes de tráfico del país.

Namibia posee unas carreteras rectas e impecables que nada tienen que envidiar a muchas europeas.

Los conductores pisan el acelerador sobrepasando en muchas ocasiones los 140 kilómetros por hora, algo inusual en una carretera africana.

El peligro se acentúa durante la noche, pues la población de burros en Namibia es aproximadamente de 200 mil ejemplares y el sitio favorito de estos animales para dormitar es al calor del asfalto, ya que no hay cercas que se los impidan.

Los burros se tumban en la carretera y debido a su color, similar al del asfalto, “por la noche resultan invisibles para los conductores”, explica Russell Hay, cofundador de la organización no gubernamental británica que ha buscando un remedio para este problema.

La idea, marcar con etiquetas reflectantes las orejas de los burros, es un invento que surgió de la imaginación del anglosajón Hay, quien trabajó en varias organizaciones no gubernamentales (ONG) namibias y en otros países de África subsahariana.

“En Namibia no hay luciérnagas, así que si conduces de noche y te topas con unas lucecitas amarillas en la carretera es mejor que aprietes el freno, pues seguro que es un burro”, dice Hay en una entrevista telefónica.

Tanto Hay como Peter Collingwood, un publicista retirado y cofundador de la organización, concibieron la idea mientras analizaban la posibilidad de hacer uso de la cantidad masiva de burros y así contribuir a mejorar la vida de sus habitantes.

La región más poblada de burros en Namibia es la del norte, conocida como Ovamboland, con una cifra que ronda los 150 mil ejemplares y equivale a cinco burros por familia. Es una solución que cuesta seis dólares por burro, un precio bajo si se tiene en cuenta que 90 personas mueren cada año en Namibia al colisionar con estos animales.

“Una de las veces yo conseguí evitar al burro, pero el automóvil que iba detrás se lo llevó por delante”, lamenta Hay.

“Es una solución en la que todos ganan: el burro no muere, el dueño del burro no pierde su instrumento diario de trabajo y el conductor no sufre accidentes o tiene que pagar por la costosa reparación de su vehículo”, explica Collingwood.

El proyecto se sustenta mediante donaciones públicas en su página de Internet www.donkeywelfare.com.

“Soy consciente de que es una foto graciosa, la gente se queda boquiabierta. Le comenté la idea al presidente (de Namibia, Hifikepunye) Pohamba, e inevitablemente comenzó a reírse, se enamoró de la idea.”

La Administración de Vehículos Motorizados (MVA, por sus siglas en inglés) es el organismo que recibe los marcadores reflectantes y lleva a la práctica el ocurrente proyecto, que comenzó en diciembre pasado como un experimento con cerca de 400 ejemplares.

“Por el momento es difícil medir si funciona, acabamos de comenzar y el número de marcadores es muy limitado. Necesitamos hacer la prueba en al menos mil burros en un área determinada. Creo que sabremos los resultados en un año”, comenta el director de la MVA, Jerry Muadinohamba.

Estos accidentes no sólo ocurren de noche y tampoco son los burros los únicos animales que pueden cruzarse en el camino. También están las cabras, muy nerviosas e imprevisibles, y las vacas, de paso sosegado y que no emprenden la huida hasta el último segundo, cuando se ven muy apuradas.

Fuente: El Universal

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