Contaminación

Lanza la industria cementera hacia la normalización de los registros de emisiones

En Mississauga, Ontario, funcionarios de la planta St. Lawrence Cement pueden medir sin ningún problema, cada minuto de cada día, exactamente cuántos óxidos de nitrógeno, dióxido de azufre y otros contaminantes importantes están emitiendo las chimeneas de sus hornos de cemento.

Desde 2004 esta y otras plantas de St. Lawrence Cement en Canadá tienen en funcionamiento monitores continuos de emisiones: dispositivos que analizan en tiempo real y con exactitud si determinadas emisiones fundamentales se encuentran o no dentro de los márgenes apropiados. La compañía matriz de St. Lawrence Cement, Holcim Ltd. de Suiza, ya ha instalado estos aparatos en casi todas sus plantas del mundo.

“Nos permite controlar rápidamente lo que está sucediendo en la planta”, comenta el director corporativo para medio ambiente de St. Lawrence Cement en Mont Royal, Quebec, Luc Robitaille. “Se trata de algo bueno para el medio ambiente porque podemos ver si nuestras emisiones están aumentando, y bueno para nuestra empresa porque los monitores nos permiten optimizar el consumo de nuestros combustibles y materias primas.”

Los datos recabados en Mississauga y en otras plantas se están usando como parte de la Iniciativa para la Sustentabilidad del Cemento (CSI, por sus siglas en inglés), un importante programa en el que han estado trabajando Holcim y varias otras cementeras multinacionales, como Cemex Corp., de Houston (Estados Unidos), HeidelbergCement, de Heidelberg (Alemania), y Lafarge SA, de París (Francia). La primera prioridad de la iniciativa fue crear una herramienta uniforme para medir las emisiones del más común de los gases de efecto invernadero, el dióxido de carbono.

“Muchas compañías se dieron cuenta de que estaban dando a conocer información sobre las emisiones de CO2 sin un enfoque en común”, indica Robitaille. “Era imposible comparar las metas de reducción de CO2.”

Desde entonces las empresas participantes empezaron a aplicar métodos normalizados para la recopilación y el registro de datos sobre óxidos de nitrógeno y dióxido de azufre (contaminantes que contribuyen a los problemas de mala calidad del aire y lluvia ácida), así como de otras emisiones de las plantas cementeras, además de la información sobre dióxido de carbono. Holcim y varias empresas participantes han comenzado a avanzar en la segunda fase de la CSI, que consiste en establecer un proceso uniforme para recabar y comparar información sobre las emisiones de metales tóxicos de las plantas, incluidos el plomo y el mercurio que se liberan como subproductos del proceso de fabricación del cemento.

El gerente del programa Contaminantes y Salud de la CCA, Keith Chanon, dice que se siente motivado porque las empresas adopten la Iniciativa para la Sustentabilidad del Cemento.

“Lo que están haciendo es excelente”, indica Chanon. “Asegurarse de registrar las emisiones de gases de efecto invernadero y de poder fijar objetivos de reducción es una magnífica labor.”

Aunque se siente alentado por los esfuerzos de las empresas cementeras participantes para ofrecer información normalizada sobre emisiones adicionales, Chanon apunta que es necesario hacer más.

“Quisiéramos ampliar parte de ese trabajo a otras sustancias tóxicas producidas por el sector cementero”, agrega. “Los objetivos de reducción serían uno de los beneficios de la normalización.”

La CCA ha estado colaborando con dependencias ambientales de Canadá, Estados Unidos y México para facilitar la comparabilidad. En su informe En balance de julio de 2006, la comisión incluyó un capítulo especial sobre problemas importantes que afectan a la industria cementera en la región. Con base en la información de los registros de emisiones y transferencias de contaminantes (RETC) de Canadá y Estados Unidos, se detectaron en el análisis diferencias significativas en las cantidades y los tipos de contaminantes emitidos por las plantas cementeras en ambos países.

Robitaille comenta que hay diferencias en los tipos de emisiones que las plantas cementeras de los distintos países registran. Por ejemplo, aunque los gobiernos de Canadá y Estados Unidos exigen ambos el registro de las emisiones de ácido clorhídrico (HCl) en sus RETC nacionales, los hornos cementeros canadienses por lo general no presentan registros de esta sustancia. Una explicación parcial de las menores emisiones de HCl registradas en Canadá en comparación con Estados Unidos y México puede ser que las cementeras canadienses no usan solventes clorados como combustible complementario.

Chanon señala que los expertos de Canadá y Estados Unidos están considerando todos los factores que pueden contribuir a esta diferencia en el registro. Observa que, de acuerdo con algunos de estos expertos, dado que las emisiones de HCl normalmente se relacionan con el carbón —una fuente de energía común para los hornos cementeros—, surgen dudas sobre por qué la mayoría de las plantas canadienses no registran esta sustancia. Puntualiza que un problema esencial que impide la normalización de los datos sobre emisiones de los tres países es la ausencia de un método uniforme para que las empresas recaben y registren la información.

“Para efectos de compatibilidad, sería útil que estas instalaciones aplicaran en toda América del Norte un enfoque común para el monitoreo y el registro de emisiones”, comenta Chanon.

Por supuesto, es más fácil decirlo que hacerlo. Los responsables de la reglamentación en Canadá, Estados Unidos y México permiten a las cementeras recabar información sobre emisiones siguiendo una gran variedad de métodos. La tecnología de recopilación más amplia y costosa es el equipo de monitoreo continuo que Holcim y varias otras empresas cementeras usan para recabar los datos de emisiones de óxidos de nitrógeno y dióxido de azufre. Las cementeras también pueden aplicar una metodología de cálculo formulada por la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos, que permite calcular las emisiones de sustancias tóxicas de acuerdo con “factores de emisión”. Chanon apunta que éste es el método más usado en virtud de su costo mínimo.

El jefe del Inventario Nacional de Emisiones de Contaminantes (NPRI) de Canadá, François Lavallée, comenta que los reguladores canadienses apoyan la labor de recabar información comparable sobre emisiones en todo el territorio de América del Norte.

Y mientras que los reguladores consideran exigir una mayor normalización, los ambientalistas señalan que se sienten motivados por el esfuerzo voluntario de la industria cementera para normalizar los datos. Cyrus Reed, director del Centro de Estudios Políticos de Texas (Texas Center for Policy Studies), organización dedicada a las políticas ambientales con sede en la ciudad de Austin, alaba la iniciativa de sustentabilidad de las empresas cementeras como un paso en la dirección correcta. Reed es coautor de un informe encomendado por la CCA sobre consumo de energía y emisiones correspondiente a 2003, en el que se identifican las dificultades para comparar las emisiones de la industria cementera en Canadá, Estados Unidos y México.

También comenta que en muchos casos los datos obtenidos mediante cálculos usando los factores de emisión pueden ya no ser precisos. Esto se debe a que un número creciente de cementeras está utilizando los llamados “combustibles alternativos”, entre los que se incluyen neumáticos, aceite usado, solventes o adelgazadores de pintura y viejos productos de madera, que generan diferentes tipos de emisiones no clasificadas dentro de los factores de emisión de la EPA.

“Contar con requisitos normalizados y actualizados para los factores de emisión ayudaría a los ambientalistas a determinar si estas alternativas son más limpias o más sucias”, señala Reed. “Existe la duda de si las emisiones disminuyen o aumentan cuando se queman estos combustibles alternativos y ha surgido una gran controversia sobre el impacto de su uso.”

Además de actualizar los factores de emisión, Reed puntualiza que, desde una perspectiva ambiental, sería ideal que las compañías cementeras usaran sistemas de monitoreo continuo de emisiones o algún método de medición in situ siempre que fuera posible.

Sin embargo, Robitaille afirma que el monitoreo continuo de emisiones es caro y en muchos casos las empresas cementeras preferirían usar alguna forma de factores de emisión. Añade que el costo por planta de instalar equipo de recopilación y prueba, junto con el equipo de monitoreo continuo de emisiones y la tecnología para analizar las muestras de las emisiones, asciende a más de 100 mil dólares.

“Con los factores de emisión, podemos calcular que cada kilo de cemento que producimos generará cierta cantidad de gramos de contaminante emitido”, afirma Robitaille. “Por ejemplo, sabemos que por cada kilogramo de cemento, se emitirá determinada cantidad de plomo.”

Las organizaciones cementeras coinciden en la importancia de la recopilación y la normalización de los datos sobre emisiones, pero alcanzar esa meta llevará tiempo. “El propósito de normalizar es un objetivo a largo plazo para los gobiernos”, señala el presidente de la Asociación del Cemento de Canadá (CAC, por sus siglas en inglés), Pierre Boucher. “Lograr una normalización con México puede tardar todavía mucho porque se trata de otro país con otras normas y obtener esa información llevaría un tiempo adicional.”

El presidente saliente de la CAC, François Lacroix, indica que, a la larga, el monitoreo continuo será la norma para la recopilación de datos de emisiones de las cementeras. Sin embargo, por el momento, probablemente se dificulte lograr un método de recopilación unificado y normalizado. “Puede resultar difícil obtener información normalizada en vista de las distintas reglamentaciones gubernamentales”, observa Lacroix. “Las cementeras usan diferentes materiales, dependiendo del país en el que se encuentren, y ciertas emisiones en grandes ciudades pueden ser más importantes que en zonas rurales. Todo ello complica las cosas.”

Pero Reed se siente alentado por el crecimiento de más empresas cementeras multinacionales respetuosas del medio ambiente. Apunta que en 2000, Cemex adquirió Southdown, una cementera mucho más pequeña que tenía 15 plantas en Estados Unidos.

“Habría sido útil contar con información normalizada para la gente que vive en las comunidades cercanas a las plantas de Southdown, pues es posible que las emisiones hayan disminuido desde entonces, toda vez que Cemex es una compañía más limpia”, agrega.

El sector cementero

Produce 5 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono (gas de efecto invernadero) generadas por el ser humano en todo el mundo.

Ha establecido un protocolo de registro común y objetivos de reducción para el dióxido de carbono.

Emite contaminantes atmosféricos de criterio como óxidos de nitrógeno, dióxido de azufre, monóxido de carbono y partículas, además de contaminantes tóxicos como ácido clorhídrico, tolueno, benceno y mercurio.

Opera 16 plantas en Canadá, 30 en México y 110 en Estados Unidos, que son propiedad de 30 compañías matrices.

El objetivo —indica Chanon— es crear un terreno parejo para las compañías de Canadá, Estados Unidos y México, así como permitir que las empresas y los países intercambien información. “Tal vez haya algunas prácticas mejores para reducir la contaminación que estén dando como resultado menores emisiones”, concluye.

Fuente: CCA

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