Contaminación

Argentina recibe reconocimiento por reducir gases contaminantes

El Protocolo de Montreal —suscrito por 191 países para proteger la capa de ozono— celebró ayer su vigésimo aniversario con logros y esperanzas. Entre éstas, una propuesta de Argentina para acelerar el cumplimiento de los compromisos.

La capa de ozono funciona como protección contra las radiaciones ultravioletas. Su adelgazamiento, que ha llegado al punto de formar agujeros en cierta época del año, aumenta el riesgo de contraer cáncer de piel, graves enfermedades oculares y daños al sistema inmunológico.

En 1987 se firmó el Protocolo de Montreal, el primer acuerdo global sobre medio ambiente. Estableció pautas y plazos para limitar y controlar la producción y el comercio de sustancias que afectan la capa de ozono. En primer término se hizo foco para reducir los clorofluorocarbonos (CFC), utilizados en los aerosoles y en equipos de refrigeración.

Argentina cumplió con creces sus compromisos, por lo que esta semana, en Montreal (Canadá) —donde se realiza la reunión anual de las partes firmantes del convenio—, recibirá un reconocimiento mundial. Logró una reducción de 65 por ciento en el consumo de CFC, cuando lo requerido por el Protocolo era 50 por ciento.

En ese marco se ha desarrollado un programa de reconversión industrial en 195 empresas de todo el país, en las áreas de espumas de poliuretano; refrigeración doméstica, comercial e industrial; aire acondicionado automotor, y aerosoles industriales. Además se han inaugurado dos centros de regeneración de CFC, y se están instalando otros nueve de reciclado en varias ciudades.

Otro programa logró eliminar como plaguicida el bromuro de metilo —otro de los químicos que dañan la capa de ozono—, en 92 por ciento de los cultivos de tabaco y en 40 por ciento de los cultivos de frutilla, hortalizas protegidas y flores.

La reducción de CFC tuvo un inesperado efecto positivo frente al cambio climático. Pero, por otro lado, los hidroclorofluorocarbonos (HCFC), utilizados como sustitutos temporales de los CFC, son aún más peligrosos para la capa de ozono y, además, inciden en el efecto invernadero.

Por esa razón, la secretaria de Ambiente de la nación, Romina Picolotti, presentó en Montreal una propuesta de ajuste del Protocolo, compartida con Brasil. Se busca que el volumen de emisiones globales de HCFC, que debería “congelarse” en 2016, quede estabilizado en 2010. En términos de emisión, representaría cinco veces las reducciones pautadas por el propio Protocolo de Kyoto, sobre cambio climático.

La iniciativa argentina prevé también la inclusión de etapas de reducción interinas; por ejemplo, de 50 por ciento para 2025, en camino hacia la eliminación final, sugerida para 2030. Nuestro país plantea que el éxito de este plan requerirá de asistencia financiera y técnica continua de los países desarrollados, a través del Fondo Multilateral, para cubrir los costos de transición, estimados en 5,500 millones de dólares. Argentina también insistirá en la necesidad de emplear sustitutos de los HCFC, y de rediseñar equipos de refrigeración para mejorar su eficiencia.

Fuente: Clarín

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