Colaboraciones

Tierra de Cenotes, maravilla del agua y del turismo

Por: José Morales

Algo muy característico de la península de Yucatán son sus centenas de cenotes, que desde hace un par de décadas sirven de atractivo turístico en especial de Yucatán y, que por cientos de años han servido, algunos, como parte de la dotación de agua de comunidades rurales.

Esta maravilla que en esta tierra porosa –Yucatán- sustituye a los ríos abiertos, recibió de parte de los Mayas el nombre de Dzonot, que los españoles pronunciaron “cenote”, y tras traducirlo significa “cavidad con agua”, y cuya cantidad de acuerdo a los mismos yucatecos es innumerable.

Caracterizándose por contar con cenotes abiertos a manera de lago, semi ocultos en cavernas, cerrados donde apenas cuentan con una filtración de luz de sol y aquellos subterráneos que sólo atravesando pasillos subterráneos se accede a los mismos.

Estos silos naturales de agua bajo tierra permite el escuchar el mover de sus aguas, el chillar de los murciélagos, el paso por los cielos de las golondrinas y por su maravillosa cualidad de perdurabilidad, no es raro que se encuentren ruinas maya en su fondo.

Pero, más allá de ello, no hay persona que no se maraville de estas oquedades bajo el nivel del suelo; tallados naturales de la roca, agua prístina que por las filtraciones del agua e infinidad de túneles subterráneos, que las investigaciones demuestran una gran interconexión entre los mismos, y han formado sitios asombrosos para el turismo, el observar las raíces de los árboles bailando en el vacío, el caer de pequeñas gotas, que tal y como narra la leyenda local; gota a gota se han creado los cenotes.

Para muestra basta un botón, el sureste de Mérida, capital yucateca, se ubica una ruta ecoturística de tres cenotes, en el poblado de Cuzamá, de fácil acceso ya sea en transporte público que sale del centro de la propia Mérida o por medio de un touroperador que tras un viaje de unos 30 a 35 minutos se llega a la plaza principal del poblado Cuzamá. Imagen clásica del México rural, calles amplias, con algunas casas con techos de tejas, puertas de madera desvencijada y la eterna iglesia que domina el panorama del centro del poblado.

Este proyecto de ecoturismo “los cenotes de Cuzamá”, está a cargo de los comuneros, para de esta forma, y, ante falta de otras alternativas de empleo, poder hacerse de algunos recursos.

La primera etapa del traslado es con un bicitaxi que bien puede ser impulsado por la fuerza del mismo conductor o con el motor adaptado de una motoneta. Así se atraviesa el poblado y, tras perderse en un camino rural se llega a la hacienda de Chun Kanan, para así subirse en uno de los trukeros –pequeña carreta jalada por un caballo-,  y recorrer los casi 10 kilómetros de vías férreas que pasan por los tres cenotes de la ruta de Cuzamá.

Desde el comienzo del paseo, el surrealismo se queda impregnado al hacer el viaje en el trucks, que por un costo de 200 pesos puede llevar desde una persona a cuatro; pues estos pequeños vehículos de madera conformados por un pequeño asiento para cuatro paseantes tirado por un caballo. Cada trukero, va explicando los significados de los nombres maya del lugar, los cuidados de acceso, el invitar a nadar, siempre y cuando no se use ningún tipo de jabón, solamente darse un chapuzón, como se dice coloquialmente.

Pasados unos minutos de dejar atrás la base de salida, se accede al primer cenote, conocido como Chelentun, que significa “piedra de arco iris”, ideal para bañarse con sus 40 metros de largo, unos 10 de profundidad, su agua es medio tibia, el sol accede en buena parte, su aguas transparente se aprecia apacible, sólo adornada por el intenso goteo de algunas grietas, y que con algunas sombras eternas se escucha el chillara de un murciélago, que se pide a la gente no moleste a las especies locales.

Uno voltea y aprecia la luz del día, que entra profusamente, el puente de madera que por el salpicar perdurable de agua esta resbaladizo, por ello los trukeros que sirven de guías piden precaución al entrar y salir del cenote.

Pasados unos 3 kilómetros se ubica el segundo el Chack Cinik Chek que representa a la “hormiga roja de madera”, porque el árbol que cae sobre el mismo tiene hormigas de este color a sus alrededores. Se caracteriza por permitir una mayor penetración de luz y da una imagen constante del verdoso de la bóveda semicircular. Su agua es amplia, transparente, las rocas a su alrededor están enmohecidas, la luz al paso del día da un giro y provoca que el agua sea excelente para el nado.

A otros 3 kilómetros, se ubica el tercero y más escondido cenote el Bolom-Choojol que significa “nueve agujeros de ratón”, su acceso es un poco dificultoso por una escalera casi vertical, única entrada; y pese al sol incandescente yucateco, es oscuro, y al zambullirse se percibe su agua de corte frío, al recibir poca luz, al adentrarse en la misma y alzar la faz se entiende del nombre, pues su cúpula de roca deja percibir 9 agujeros en su techumbre.

Pero, su oscuridad, y contraste con las entradas de luz, que atenúan y dan un color azul cielo al agua, en sus orillas de un verde escuro, es rincón adecuado para un lance acuático en pareja; la imagen del agua moverse al vaivén de las brazadas de las personas inundan el lugar con el splash que el agua hace retumbar en los ecos de los muros de roca.

Otros cenotes de primer turismo

– Es muy recomendable visitar Chololá a media hora de Mérida dirección a Campeche, se ubica el cenote de San Ignacio.
– El cenote de X”Batún se puede acceder en bicicleta desde San Antonio Mulix a unos 40 kilómetros de Mérida, es un cenote a cielo abierto que es adornada por lirio acuático y por su profundidad permite el espeleobuceo.
– A espaldas de Chichen Itza se ubica el cenote Ik Kil “lugar de los vientos”, que es de acceso para un complejo de cabañas ecoturísticas y, que por unos 100 pesos permite la entrada para nadar. Desde el nivel de piso se pede admirar sus aguas goteantes que están a 30 metros bajo tierra.
– En X”Kekén se ubica Samula, uno de los cenotes más espectaculares, por su circunferencia casi perfecta que es perceptible por una escalera que da giros arriba de sus aguas.

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