Colaboraciones

Copenhague La base de un nuevo orden climático internacional

En dicho debate los principales grupos de negociación son:

  • La Unión Europea es muchas veces el grupo de países que inclinan la balanza hacia un lado. El grupo se caracteriza por buscar una postura común, a pesar de la diversidad de sus miembros y está favor de medidas concretas en la lucha contra el cambio climático predicando con el ejemplo.
  • Los pequeños Estados Insulares es un grupo constituido por 43 países, quienes son participantes muy activos en el proceso de toma de decisiones, porque son los principales afectados con los efectos adversos del cambio climático, principalmente, por la subida del nivel del mar. Tuvalu, Micronesia o Granada son algunos de sus miembros.
  • El G-77 y China son el grupo más grande dentro de la Conferencia de las Partes con más de medio centenar de delegaciones. El grupo representa toda una amplia gama de intereses y el principal de ellos es la oposición de asumir compromisos obligatorios para recortar sus emisiones.
  • Las economías emergentes —Brasil, India, China, México y Sudáfrica— recientemente ha sido uno de los grupos que más protagonismo ha ganado principalmente por el diálogo ampliado del G8 + G5 desde 2007. Su participación es vital, porque juntos es el grupo que más cercano se encuentra de los países desarrollados de emitir grandes cantidades de efecto invernadero.
  • El Grupo de Integridad Ambiental es liderado por Suiza, quien junto a Corea del Sur, Liechtenstein, México y Mónaco reúnen a países de mediana importancia en cuestión de emisiones de gases de efecto invernadero. Son mediadores y su apoyo es muy apreciado por cualquier otro bloque.
  • El Grupo Mixto se constituye por países desarrollados que no son miembros de la Unión Europea. No tiene una lista definida de miembros, no obstante entre ellos resaltan Australia, Canadá, Estados Unidos, Japón o Nueva Zelanda. Mayoritariamente, junto a los europeos, representan el bloque con la mayor responsabilidad histórica de emitir gases de efecto invernadero y después de la aprobación de Kioto, ellos se caracterizaron por oponerse fehacientemente a reducir emisiones, porque consideraban al Protocolo un instrumento débil, porque este instrumento no estipulaba sanciones de peso y mucho menos incluía a los países en desarrollo.

Actualmente éstos son los principales grupos de negociación en la Conferencia de las Partes y no solamente los Estados desarrollados por un lado y los países en desarrollo por el otro. Es cierto es el debate más conocido en este tipo de encuentro internacional, pero los detalles en este asunto de la política climática desdeñan igualmente una gama de grupos y actores que igualmente tienen cabida en el proceso de toma de decisiones.

La teoría de los juegos aplicada al cambio climático

El reto más grande de la diplomacia climática es desaparecer la idea que fijar límites a las emisiones es un argumento para igualmente limitar el crecimiento y desarrollo de un país. Las negociaciones en la política climática no son un juego de suma cero, ya que no necesariamente lo que un grupo de países gana, el otro bloque lo pierde. Los efectos adversos del cambio climático se han convertido actualmente en el reto medioambiental prioritario ante la amenaza que representan por no distinguir barreras físicas entre países y debido a que un Estado, por sí mismo, no puede más de manera aislada hacerle frente a los efectos climáticos. La principal base del cambio climático es la interdependencia, porque lo que haga o deje de hacer un país o un grupo de éstos tiene efectos y repercusiones en las demás regiones del planeta.

La teoría de los juegos otorga una opción atractiva para entender este asunto de desconfianza mutua entre países para actuar con medidas concretas. El dilema del prisionero nos muestra un escenario donde ninguna parte tiene plena confianza de que la otra se abstenga de tomar significativamente una ventaja de su contraparte. Mientras los países desarrollados buscan, cada vez con mayor ímpetu, que en el nuevo acuerdo de política climática los países en desarrollo también se comprometan a reducir emisiones por representar el cambio climático un reto global, estos últimos se centran en que la responsabilidad histórica es de los primeros y defienden el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas como base de la negociación. Cada bloque está a la expectativa de que el otro tome la iniciativa decididamente para actuar después, a pesar de que conocen que el costo de la inacción es más elevado que optar por acciones concretas.

Por ello con el dilema del prisionero se tienen cuatro opciones: La primera, que ningún grupo coopere sustancialmente, siempre esperando que el otro tenga la iniciativa de hacerlo primero. El segundo escenario muestra lo que Kioto plantea con los países desarrollados realizando mayoritariamente todo y los países en desarrollo aportando en medida de sus capacidades, tal y como lo han hecho actualmente. El tercer escenario muestra ventaja significativa para el grupo de los desarrollados, ya que en esta ocasión los países en desarrollo aceptarían y se comprometerían al igual que los industrializados a limitar emisiones de gases invernadero. Por último es mostrada la opción en que los países desarrollados y en desarrollo cooperan mutuamente y no hay ventajas significativas para nadie, salvo para el objetivo primario de estabilizar la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera terrestre. Los países en desarrollo apoyan a limitar emisiones, con ello éstos se encontrarían en pleno derecho de solicitar una ayuda financiera mayor para cumplir sus compromisos, siendo al mismo tiempo conscientes que ellos son los más vulnerables ante los efectos adversos del cambio climático y que una lucha más activa en contra del cambio climático también está ligada a cuestiones de crecimiento económico y desarrollo con la generación de empleos, patentes y prestigio internacional.

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