Biodiversidad

Medusas: indicadoras de años secos

En las vacaciones de verano, muchos aprovecharon la ocasión para ir a la playa; sin embargo, algunos bañistas se toparon, inesperadamente, con las medusas (también llamadas “aguas malas”) y desde luego, los recuerdos no son buenos. En esta ocasión explicaremos cómo son estos organismos, en qué partes de las playas de México se encuentran, algo acerca de sus mecanismos tóxicos, la manera óptima de aliviar las quemaduras y por qué están relacionados con años de poca precipitación caracterizados como años secos.

Las medusas son animales invertebrados, es decir, no tienen un esqueleto óseo, y junto con los corales y las anémonas pertenecen al grupo zoológico denominado cnidarios; éste nombre proviene del griego knidé, que significa ortiga, ya que la característica principal de todos estos organismos es la posesión de unas pequeñas células urticantes denominadas cnidocistos o nematocistos.

La palabra medusa tiene su origen en una de las tres hermanas Gorgonas, Medusa, divinidad marina de la mitología griega, que poseía serpientes en lugar de cabellos, lo que recuerda la forma de estos curiosos animales.

Su cuerpo, casi transparente, está formado en 95 por ciento por agua, hecho que les proporciona un camuflaje perfecto. Consta de tres partes principales: la umbrela, que corresponde al cuerpo y tiene la forma de un domo; los brazos bucales, son unas estructuras que envuelven la boca, y los tentáculos, que rodean la umbrela; el número de estos últimos es variable según la especie pero oscila entre ocho y 60.

Para desplazarse contrae rítmica y suavemente la campana, como si estuviera danzando dentro del agua, estos movimientos están controlados por órganos sensoriales muy simples. Se piensa que una de las funciones de los tentáculos es la de frenar a la medusa a modo de ancla marina, sobre todo cuando hay buena caza, ya que son animales carnívoros.

Para alimentarse, dirige la corriente de agua hacia el interior del domo y envía el zooplancton hacia su boca; este último está compuesto por pequeños animales errantes que son transportados por las corrientes marinas superficiales. El número de copépodos (organismos del plancton) que pueden matar y consumir al día asciende a miles, sobre todo cuando la abundancia de medusas es alta; ya que en muchos casos, se agrupan formando racimos y funcionan como un pegajoso atrapamoscas, pero en este caso las presas son organismos del plancton.

Se dice que poseen órganos sensoriales simples, porque dentro de la taxonomía, que es el sistema que emplean los biólogos para clasificar a los organismos por sus características, los cnidarios son el segundo grupo (de los 15 que existen) de animales pluricelulares que apareció sobre la faz de la Tierra, los fósiles más antiguos corresponden al Precámbrico Superior, es decir, hace 600 millones de años, aproximadamente.

Dentro de los órganos sensoriales que posee se encuentran los estatocistos, que constituyen uno de los primeros órganos que aparecieron en el curso de la evolución; le informan sobre la orientación de su cuerpo, es decir, si está hacia arriba, de lado, o hacia abajo; cuenta además con ocelos, órganos sensibles a la luz y con células fotorreceptoras ubicadas en la base de los tentáculos que responden a los estímulos mecánicos y químicos.

Las hay de todas la tonalidades, verdes, rosas, moradas, cafés y azules; algunas otras son bioluminiscentes, es decir, que emiten una luz. Habitan en todas los mares del mundo, incluyendo las áreas polares y por supuesto en todos los litorales mexicanos, manglares, lagunas costeras y estuarios. La mayoría se ubica en regiones cercanas a la costa y a poca profundidad, entre la superficie y los primeros 700 metros de hondo; sin embargo, unas pocas especies se encuentran en las profundidades, a estas últimas se les denomina pelágicas.

Las dimensiones de las medusas son muy variables, abarcan especies cuyas tallas alcanzan apenas unos milímetros, hasta la temida melena de león, que habita en aguas tropicales, la cual puede llegar a pesar más de una tonelada y sus tentáculos alcanzan una longitud de más de 50 metros, que al extenderse cubren un área mayor que la de un campo de futbol. En el Océano Ártico se localiza una medusa cuyo cuerpo tiene más de dos metros de diámetro y los tentáculos son de 36 metros de longitud.

¿Cuál es el secreto que ha permitido a estos organismos permanecer sin apenas modificaciones, al menos durante 600 millones de años a estos organismos? La respuesta es su sistema de defensa, compuesto por células urticantes denominadas nematocistos; hay muchos tipos diferentes, algunos especializados para adherirse a la superficie del animal sobre el que se fijen, otros para matar o incluso para defenderse.

Los nematocistos se encuentran dentro de cápsulas llenas de toxina, sumergido en este líquido se encuentra un filamento hueco enrollado en espiral, el cual puede equipararse a una jeringa hipodérmica en miniatura o a un microdardo, que al ser estimulado física o químicamente desarrolla en su interior una elevada presión y proyecta bruscamente su filamento atravesando o enredando a cualquier organismo que se ponga a tiro. Muchos nematocistos completan su descarga exudando una gota de veneno por el extremo del filamento desinvaginado; así entonces, los nematocistos pueden enlazar a sus presas, arponearlas o paralizarlas, o combinar las tres acciones de ataque.

La toxina causa parálisis al atacar las lipoproteínas ubicadas en las células nerviosas de la piel de su presa. Estas máquinas de precisión son individualmente diminutas, muy pocas cápsulas miden más allá de un milímetro de longitud, pero su efecto colectivo sorprendentemente puede inmovilizar a animales grandes. En general, los efectos urticantes de los cnidarios se deben a una sustancia denominada 5-hidroxitriptamina; se trata de una histamina que provoca reacciones alérgicas. La zona del cuerpo afectada por ella enrojece de inmediato, se experimenta un fuerte ardor y, si la persona es particularmente sensible se desata un malestar generalizado que puede ocasionar vómitos, espasmos musculares, pérdida del conocimiento, trastornos cardiacos y respiratorios, shock e incluso un paro cardiaco. Dentro de las medusas más venenosas están las cubomedusas australianas, de gran tamaño y extremadamente virulentas, el efecto de su toxina se desencadena en minutos y con frecuencia fatal si el roce abarca apenas un 30 por ciento del cuerpo.

La abundancia de las medusas cambia a lo largo del año, proceso que en biología se conoce como sucesión; ya que las especies dentro del mismo ecosistema se van sustituyendo unas a otras; esto no significa que van desapareciendo, sino que merma la cantidad de unas y aumenta la de otras a lo largo de un ciclo anual, aspecto que está íntimamente vinculado con las estaciones.

Las plagas de medusas aparecen en los años secos, cuando hay pocas lluvias, lo que hace que las aguas cercanas a la costa estén a una temperatura similar a las aguas de mar abierto y no se forme ninguna barrera hidrográfica que los separe. Así, las medusas que navegan a 20-40 millas de la costa son arrastradas hacia la playa por vientos de mar a tierra, también llamadas brisas marinas; después de las tormentas de verano o en invierno, seguidas de un “norte”.

El incremento de la presión pesquera, es decir, las capturas abundantes o en exceso, desencadenan el aumento de poblaciones de medusas, ya que los peces cumplen una función de carnívoros dentro de la cadena trófica, y al escasear éstos, son sustituidos por otros carnívoros: las medusas.

Así, estimados lectores, aunque vivan lejos de las costas, reflexionen acerca de la tala indiscriminada de los árboles, que ocasiona una disminución en las lluvias a muy corto plazo, a la vez que disminuye el caudal de los ríos que desembocan en el mar funcionando como una “pared” hídrica entre la costa y las aguas marinas, y las consecuencias de la sobreexplotación pesquera. Pero sobre todo, si tiene la conciencia tranquila, ¡nade en las playas de México y del mundo sin preocupación alguna!

Nunca se debe tocar a una medusa, pues los nematocistos conservan su poder tóxico aún después de permanecer muchas horas fuera del agua, sobre todo si tiene los tentáculos orientados hacia arriba, pues ésta es su posición típica para capturar alimento; producen una inmediata sensación de quemadura y dejan ampollas que pueden dejar cicatrices considerables.

A continuación diremos qué hacer en el desafortunado caso de ser rozados por una medusa:

• Quite los tentáculos que se hayan fijado a la piel mediante cualquier objeto (algas, arena, traje de baño, rama o cualquier cosa que tenga a mano), nunca con la mano desprotegida.
• Salga rápidamente del agua y frote la zona afectada con arena caliente.
• A continuación aplique una sustancia que contenga alcohol o mentol.
• También es recomendable colocar sobre el área afectada, cataplasmas de vinagre o bicarbonato.
• Enjuague con agua salada; el agua dulce o el hecho de rascarse disparará los nematocistos que aún no lo hubieren hecho.
• Desactivar los nematocistos restantes con una solución al 5 por ciento de vinagre, hasta que pare la comezón. Si no dispone de vinagre puede usar alcohol.
• Aplique crema de afeitar y raspe la piel con una cuchilla para eliminar los nematocistos.
• Una pasta de barro, harina o talco, raspada con un cuchillo de inmersión o una tarjeta de crédito también funciona.
• Secar la piel y aplicar un ungüento o pomada con hidrocortisona.
• Tomar difenhidramina para aliviar la reacción alérgica.
• Mantener a la víctima quieta para evitar que el veneno se extienda, procurando que la parte afectada quede elevada respecto al corazón.

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