Especies

Perros ferales, un peligro para los ecosistemas

Debido a que se trata de una especie invasora, investigadores aseguran que los perros representan una amenaza a especies en peligro de extinción

perros-feralesLos perros ferales son perros feroces. La mayoría nunca ha experimentado una caricia humana y evitan cualquier contacto con el hombre. Los perros ferales no son perros callejeros, son depredadores implacables que cazan casi cualquier animal que se les ponga enfrente.

Según investigadores, este tipo de animales prefieren presas pequeñas, que no superen los 50 kilogramos, sin embargo, se tienen reportes de que han matado a ejemplares de kudú, un antílope africano que llega a rebasar los 200 kilogramos de masa corporal.

Estos animales son descendientes directos de otro tremendo depredador, son una subespecie del lobo gris (Canis lupus). Pero, contrario a lo que podría pensarse, pertenecen a la misma especie que el perro que se tiene de mascota. Biológicamente, los perros ferales son perros domésticos, Canis lupus familiaris, que se han aislado de la influencia humana y han adoptado un comportamiento salvaje.

De acuerdo con el investigador Juan Pablo Gallo, en la Isla de Cedros, en Baja California, había menos lobos marinos que la última vez que se estudió el lugar; la colonia se había reducido casi a la mitad si la comparaba con el último censo.

Sin embargo, el grupo de científicos tardó más en bajar de la lancha que en encontrar el primer indicio. El excremento del depredador manchaba la isla y de una de las heces sobresalía el fragmento de una costilla de lobo marino. Tomaron muestras como evidencia y continuaron. Pronto otra señal, el cadáver de una cría. Tenía la piel desgarrada y le habían arrancado el vientre. Al analizar el cuerpo, las marcas de mordidas se hicieron evidentes.

La investigación prosiguió a lo largo de un arroyo seco, donde encontraron echaderos y huellas de lo que parecía ser un carnívoro grande. Pero unos metros más adelante la búsqueda terminó. Los ladridos se escuchaban cada vez más cerca y los científicos no estaban preparados para enfrentarse con un animal que ya había atacado a otros seres humanos.

Al escuchar los ladridos, los investigadores tuvieron que huir de Isla de Cedros. En ese momento ya no había nada más que pudieran hacer sin arriesgar su vida, sin embargo, con la recolección que se realizó se lograron separar todos los elementos que el sistema digestivo del perro no es capaz de desintegrar y que salen prácticamente completos en las heces. En su pesquisa se obtuvo pelo, plumas y huesos de las presas.

Aprovechando que bajo el microscopio el pelo de cada especie de mamífero es diferente, el investigador pudo identificar en las cinco muestras de heces fecales un elemento en común, restos de Zalophus californianus. No había duda, los perros estaban comiendo lobo marino. Y no solo eso, también se alimentaban de elefante marino y de venado bura, una especie endémica en peligro de extinción.

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