Biodiversidad

El lobo mexicano ¿En virtual extinción?

El caso del lobo mexicano es sin duda el más claro ejemplo de la extinción virtual de una especie silvestre desde su ambiente natural como resultado de la destrucción masiva, que en su momento impuso el estigma social y la contraposición de intereses económicos con los mecanismos para su preservación.

En la Unión Americana, en los estados del suroeste, en donde se dio su distribución histórica, esta especie ha sido considerada extinta desde hace varios años. Esto ocurrió luego de una campaña consciente de exterminio sistemático de que fueron objeto las poblaciones de lobos promovida principalmente por los ganaderos.

La destrucción del hábitat, la merma en las comunidades de herbívoros silvestres y la presión ejercida directamente por otras actividades humanas sólo se añaden como causas secundarias de este proceso de extinción.

Entre las 34 especies reconocidas de la familia canidae se encuentran, en orden de tamaños, desde el pequeño fennec africano, hasta el muy poco estudiado perro del chaparral de la cuenca del Amazonas.

En Norteamérica hay siete especies de cánidos silvestres vivos: lobos rojos y lobos grises, coyotes y cinco especies de zorras.

Sólo dos especies sobreviven

Actualmente sólo existen dos especies: el lobo gris y el lobo rojo, este último sólo está representado por un grupo, sin tener subespecies.

Enfocar los esfuerzos a la recuperación del lobo mexicano hará que, al menos en algunos bosques templados de nuestro país, se garantice la presencia de ungulados como el venado cola blanca, el venado bura, el wapiti o elk; en las zonas más áridas, el berrendo y el borrego cimarrón y, en las fronteras con los pastizales, incluso la del bisonte y los perritos de las praderas. También se tendrá la presencia de otros grupos de herbívoros silvestres de menor talla, como liebres o conejos u otros lagomorfos, así como de pecaríes de collar; guajolotes silvestres, codornices y perdices (varias especies) y otras aves. También otros pequeños mamíferos no necesariamente herbívoros, pero que bien pueden estar dentro del intervalo de tamaño de posibles presas para los lobos, como varias especies de ardillas, los mapaches, los tejones y otros omnívoros de diversos grupos, como armadillos y tlacuaches.

Por otra parte, ya sea por constituir presas ocasionales o por compartir el hábitat, otras especies de carnívoros estarían dentro de la sombra del paraguas de protección indirecta: coyote, zorra gris, gato montés, puma y oso negro.

Las plantas que recibirán también esta protección indirecta son precisamente aquellas relacionadas, ya sea por constituir el alimento directo de herbívoros en alguna forma (raíces, tallos, hojas, brotes, flores, néctar, frutos, semillas y polen), o por proporcionar sitios de refugio (perchas, agujeros) o material para nidos o alimento en forma de insectos que viven en la madera u otras partes de la planta. Pero también las plantas relacionadas con éstas, como las que pueden vivir a la sombra o encima (epífitas) de las primeras o bien porque están asociadas de alguna manera en el ámbito del bosque templado, el chaparral de montaña, el desierto o las praderas.

Una derivación del lobo gris

E l lobo mexicano, subespecie del lobo gris, se distribuyó históricamente desde el sur del territorio de Estados Unidos (Arizona, Nuevo México y Texas) hasta la cuenca de México, coincidente con la distribución de los grandes cuadrúpedos y, en general de los mamíferos y las plantas de origen neártico. En México su distribución se dio en Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Durango, Zacatecas, Aguascalientes, San Luis Potosí, el Bajío y la mesa central, llegando incluso hacia Oaxaca.

Su longevidad en cautiverio ha llegado a registrar hasta 15 años, aunque en promedio viven menos tiempo en estado silvestre, especulándose que sólo viven de siete a ocho años. Las hembras tienen un periodo de estro al año, que generalmente se inicia en la segunda mitad del invierno y el lapso de gestación es de 63 días promedio y como norma, cada camada consta de tres a siete lobeznos.

El lobo es el único miembro de los cánidos americanos que tiene un comportamiento social definido y sus asociaciones en manadas familiares, las unidades sociales básicas, se establecen con base en relaciones jerárquicas estrictas.

En la actualidad, el lobo mexicano sobrevive únicamente representado por unos cuantos ejemplares en cautiverio en algunos zoológicos y encierros especiales en Estados Unidos y México. Todos ellos descienden de unos pocos animales que fueron capturados en la década de 1970 y su acervo génico es sumamente pobre y se encuentra, en el lenguaje laxo de los genetistas, en un cuello de botella.

En un importante congreso internacional, los científicos especialistas declararon al lobo gris mexicano como de la más alta prioridad para la conservación de lobos en todo el mundo, debido a que el ADN microsatelital del lobo mexicano tiene patrones únicos, perfectamente diferenciables de otras subespecies de lobo gris.

Según Gibson, el registro fósil hallado hasta hoy apoya la hipótesis de que los lobos aparecieron como tales en el continente americano, a partir de una línea descendiente de ancestros compartida como el coyote, hace poco más de un millón de años. Estos ancestros (conocidos de Cumberland Cave, Maryland) desarrollaron un cráneo mayor y dientes más masivos que cualquier otro cánido y se disgregaron por el continente desde la región de Florida hasta Oregón. Los fósiles hallados corresponden a animales casi idénticos a los actuales lobos rojos de la región de las Carolinas.

Una línea posterior se disgregó, a su vez, hace unos 750 mil años y evolucionó en especies ligeramente divergentes, entre ellas el denominado lobo hórrido, el cual tenía poderosas patas con las que merodeaba por las planicies a la caza de mastodontes, mamuts y bisontes gigantes. Sin embargo, el lobo hórrido nunca emigró del continente americano y se extinguió hace aproximadamente 10 mil años, cuando los cambios climáticos pleistocénicos acabaron con la vegetación que consumían sus grandes presas, siendo ésta la causa de la extinción de tales herbívoros.

Especie la familia de los lobos grises

El lobo es miembro de la familia de los cánidos, del orden de los carnívoros, el cual está compuesto por 361 especies actualmente vivas y distribuidas en 93 géneros y siete familias (félidos, cánidos, úrsidos prociónidos, mustélidos, hiénidos y vivérridos).

La familia de los cánidos es un grupo relativamente pequeño, aunque homogéneo de cazadores generalistas, y entre sus miembros se encuentran los del género canis que en América incluye además de la especie lupus (el lobo), a la zorra, el coyote y el perro doméstico.

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