Biodiversidad

Día Mundial de los Animales

Desde hace 78 años, el mes de octubre es especialmente importante para el Reino Animal no humano porque precisamente el día 4, como hoy, se celebra el DÍA MUNDIAL DE LOS ANIMALES, festejo que data de 1929, año durante el cual protectores de animales de todo el mundo se reunieron en Viena, Austria, para llevar a cabo un congreso que les permitiera intercambiar conocimientos y experiencias.

Fue de esa forma que a iniciativa de una de las más importantes asociaciones presentes, la Mundial de Protección Animal, se decidió declarar la fecha como tal por corresponder la misma al fallecimiento de San Francisco de Asís humilde personaje que reconoció en todas las criaturas la presencia de Dios, dándole carácter de “hermanos” no sólo al sol y a la luna, sino también a toda la fauna a la que se dirigía con toda solemnidad y la que a su vez lo escuchaba con atención y lo obedecía, ya se tratara de aves como las golondrinas o de lobos como los de la región de Gubbio, en Italia, “bestias” a las según el relato amansó con su pura voz ordenándoles que no hicieran daño a nadie de esa comarca, tal como sucedió. Para este prohombre, canonizado por el Papa Gregorio IX a dos años de su muerte acontecida en 1226, toda la naturaleza le merecía el mayor de los respetos. Por ello, el Papa Juan Pablo II lo declaró en 1980 Patrono de los Ecologistas, pues además, San Francisco de Asís está considerado como el primer ser humano en asumir una completa y decidida actitud de reconocimiento moral hacia todas las formas de vida, partiendo de que se concibió a sí mismo en relación con toda la creación.

Con este motivo, en muchos países del mundo, incluyendo México, se llevan a cabo diversos festejos, pláticas y conferencias para celebrar la ocasión, por lo que es aconsejable para quien esté interesado en participar, establecer contacto con las diferentes asociaciones de protección animal de cada localidad o, dirigirse cibernéticamente a organizaciones no gubernamentales especializadas en el tema como Greenpeace o el IFAW (Fondo Internacional para la Protección de los Animales y su Hábitat) con sede también en el D.F., para conocer cómo y bajo qué temática festejarán el día. En el caso del IFAW, que generalmente dedica una semana entera al evento, su interés para esta ocasión se centrará en informar sobre la exitosa labor que esta ONG realiza para rescatar animales que se encuentran en situaciones de desastre, como recientemente pasó con la fauna afectada por los terribles incendios en Grecia o con los animalitos que sufrieron las vicisitudes del huracán Dean en el zoológico de Chetumal, Quintana Roo, México. Se me ocurre también que cada interesado pudiera organizar algún evento para que la fecha no pase desapercibida, bien sea acercándose a su Delegación Política o Presidencia Municipal, Casa de Gobierno, etc. o a los directivos de las escuelas y universidades para emprender pláticas, talleres, etc. Inclusive, la celebración puede ser poco más doméstica preparando material para nuestra familia y vecinos de la colonia o barrio, enfocando la información sobre el principio básico de reconocer en los animales el respeto a que estamos obligados para con ellos, simplemente como seres vivos y sintientes que son.

Pero aunque esta conmemoración promueve festejar con alegría nuestro amor e interés por todos los animales, por dar a conocer y defender sus derechos, no debemos olvidar a todos aquellos que sufren el cautiverio o a los millones que cada año mueren atormentados en laboratorios de investigación o experimentación para, entre otras cosas, certificar que nuestros ojos o piel no sean dañados con algún producto de belleza. Asimismo, resulta obligado reflexionar sobre la situación que padecen los animales de abasto y los cientos de perros y gatos que particularmente en nuestro país son abandonados, no teniendo otro desenlace su vida que una terrible muerte por electrocución en un antirrábico.

En fin, hagamos por ellos, por LOS ANIMALES, algo más que celebrar, mostremos abiertamente nuestra racionalidad y actuemos en consecuencia y con compasión hacia estos seres que no hacen más que brindarnos amor y vida, lealtad y agradecimiento.

Saquémoslos entonces cuantas veces podamos y para siempre de nuestro baño, de nuestra cocina y de nuestro ropero como intensamente se promueve desde Argentina y permitámosles gozar de libertad. Mantengámoslos al margen de la sed y el hambre y hasta donde sea posible, de la enfermedad y el dolor. Por mi parte agrego una cosa más… no dispongamos de los animales silvestres como compañeros domésticos, porque ellos sólo corresponden a la Madre Naturaleza.

Articulista: Marielena Hoyo Bastien

Fuente: La Crónica

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