Agua

Los bosques y el agua dulce: conexiones vitales

La pérdida de cubierta forestal puede perjudicar el suministro de agua dulce, poner en peligro la seguridad alimentaria de millones de personas e impedirles ganarse la vida y mantener a sus familias, indica un estudio de la FAO.

El agua es esencial y decisiva para la vida humana, ya que 40 por ciento de los alimentos que se producen en el planeta se cultiva en sistemas de riego, con agua dulce; el 12 por ciento del pescado que se consume en todo el mundo también es de agua dulce, y un 20 por ciento de la electricidad que consumimos se genera gracias al agua.
Pero cada vez se hace más evidente que sin una gestión sostenible de este recurso finito, se agravarán los problemas de suministro de agua que se están presentando, con serias consecuencias para la agricultura y la seguridad alimentaria, especialmente en el mundo en desarrollo.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), se prevé que para 2030 uno de cada cinco países en desarrollo tendrá problemas de escasez de agua. El organismo internacional indica que una de las acciones que requiere más atención, es la de divulgar mejor el papel de los bosques en la conservación y gestión de las reservas de agua y elaborar planes de ordenación forestal que lo tomen en cuenta.

Los bosques mantienen en buen estado los ecosistemas acuáticos y proporcionan suministros fiables de agua dulce potable; pero no sólo filtran y depuran el agua, también evitan la erosión del suelo, reducen la sedimentación de los depósitos y disminuyen el peligro de deslaves e inundaciones, que son un peligro para el suministro de agua río abajo. Y si bien los bosques consumen agua, también incrementan la tasa de filtración, con lo que ayudan a restablecer las capas acuíferas del subsuelo.

La pérdida de cubierta forestal puede perjudicar el suministro de agua dulce, poner en peligro la seguridad alimentaria de millones de personas e impedirles ganarse la vida y mantener a sus familias.

Para salvaguardar las reservas mundiales de agua es necesario tomar en cuenta esas conexiones. Pero a pesar de que los planteamientos integrados de la ordenación de los recursos están adquiriendo mayor presencia, todavía queda mucho por hacer.

El panorama general

Dados los beneficios de una ordenación integral de los diversos recursos naturales, las autoridades normativas y otros especialistas en desarrollo, buscan crear planes de ordenación que se ocupen de la conservación y utilización sostenible de todos los recursos de determinada zona, en vez de sólo concentrarse en uno a la vez: la madera, por ejemplo, o la vida silvestre, además de utilizar zonas de gestión definidas por el propio medio ambiente, como las cuencas hidrográficas, en vez de establecer demarcaciones arbitrarias.

En Estados Unidos, por ejemplo, la ciudad de Nueva York adoptó un plan integral de cuenca hidrográfica para tratar las cuestiones relacionadas con la calidad del agua, con una inversión de 1,500 millones de dólares, con lo que se calcula que se economizaron entre siete y ocho mil millones de dólares al ya no haber necesidad de tratar el agua. En Costa Rica, la ejecución de un programa para la cuenca hidrográfica boscosa cercana a San José redujo la sedimentación río abajo un 60 por ciento.

La pérdida de la cubierta forestal y la conversión de terrenos para otros usos pueden tener repercusiones negativas en las reservas de agua dulce y agravan las calamidades provocadas por los fenómenos hidrometeorológicos extremos. Las condiciones de las cuencas hidrográficas y el aprovechamiento de las aguas pueden mejorarse si la ordenación forestal se efectúa teniendo presentes objetivos hidrológicos. Aunque no sean una panacea para resolver los problemas relacionados con el agua, los bosques proporcionan beneficios sociales, económicos y ambientales palpables. Un plan hidrológico contribuye a precisar esos beneficios tanto en las zonas situadas aguas arriba como en las que se hallan aguas abajo.

Aunque es necesario seguir estudiando la cuestión para entender mejor los efectos de la ordenación forestal sobre el clima y los flujos de agua, se admite por regla general que las cuencas hidrográficas boscosas constituyen sistemas hidrológicos excepcionalmente estables.

Si se comparan con otros usos de las tierras, los bosques sanos:

• influyen considerablemente en la cantidad de agua obtenida de las cuencas hidrográficas;
• descargan aguas de la mejor calidad;

• descargan caudales máximos y volúmenes de crecida más bajos;

• atenúan la variación en los caudales, entre los flujos altos y bajos, a lo largo del año;

• proporcionan una estabilidad de los suelos mucho mayor y reducen al mínimo el desplazamiento de la masa de los suelos, así como la erosión;

• arrojan un mínimo de sedimentos aguas abajo.

A pesar de que los bosques y el agua tienen una relación imprescindible, de acuerdo con la FAO, la superficie forestal mundial se reduce cada año en al menos 13 millones de hectáreas a causa de la deforestación, aunque el ritmo de pérdida neta disminuye gracias a las plantaciones y la expansión natural de los bosques.

Además, la pérdida anual neta de superficie forestal entre 2000 y 2005 fue de 7.3 millones de hectáreas anuales —un área equivalente a Sierra Leona o Panamá—, frente a una estimación de 8.9 millones de hectáreas entre 1990 y 2000. Equivalen a la deforestación neta del 0.18 por ciento de la superficie mundial cada año. Por lo que es indispensable un manejo efectivo de los bosques.

Fuente: FAO.

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