Agua

Las guerras del agua

Los inmensos mares y el agua que sale del grifo cuando lo abrimos, nos dan, a algunos, la idea de que el agua es inagotable y siempre potable. Sin embargo, la naturaleza nos da el agua potable y nosotros, después de los procesos industriales, se la regresamos contaminada. Por eso el agua potable cada vez es más escasa.

Por otro lado, la tala desmedida de los bosques no permite la captación del agua a los mantos acuíferos que a su vez nutren los ríos, pues al no haber bosques, el agua se filtra hasta lugares de donde no puede brotar en forma de manantiales.

A pesar de que nuestro planeta está cubierto por tres cuartas partes de agua, el 97 por ciento de ésta es salada (de mar) y no es potable. El otro 3 por ciento consiste en agua potable, pero su mayor parte es inaprovechable, pues se encuentra en los casquetes polares y en las cimas de montañas en forma de hielo y nieves permanentes, quedando únicamente 1 por ciento del agua del planeta para el mantenimiento de la vida, por eso es tan importante el equilibrio entre el abasto de agua, los procesos de contaminación y saneamiento, así como la conservación de los bosques, para que los ríos, los mantos acuíferos, los núcleos poblacionales y los procesos industriales estén abastecidos de este vital líquido.

México está todavía considerado como una nación de presión moderada sobre el agua, con una precipitación promedio de 772 mm/año y una disposición natural media nacional de 472 kilómetros cúbicos de escurrimiento superficial y de recarga de acuíferos. Sin embargo, más de la mitad de los mantos acuíferos están sobreexplotados, y el 40 por ciento de esta agua extraída se desperdicia por fugas.

Por regiones, el sureste de México concentra el 68 por ciento de los escurrimientos y únicamente el 23 por ciento de la población; sin embargo, sólo 68 por ciento de las familias alcanzan este recurso. Por otro lado, en el norte, noroeste y centro, en donde se encuentran las ciudades más grandes, se concentra el 32 por ciento de los escurrimientos y el 77 por ciento de los habitantes, dotando a un 94.6 por ciento de la población con agua potable.

Esta situación explica que la causa de los conflictos por el agua, tanto nacionales como internacionales, aparte de la escasez, el desperdicio y la contaminación, también tiene su origen en la apropiación y distribución del recurso, así como la falta de responsabilidad de todas las industrias que vierten desechos tóxicos a ríos, sin preocuparse por la única agua potable que tenemos.

Conflictos en México

En el territorio nacional existen varios conflictos relacionados con el agua. Es el caso del abasto de agua al Distrito Federal, en donde a partir de 1941 se surte el agua desde el Estado de México. Sólo el 2 por ciento del agua que consume el Distrito Federal proviene de los mantos acuíferos ubicados dentro de su demarcación, el otro 98 por ciento lo obtiene del Estado de México, en su mayoría de la cuenca del sistema Lerma-Chapala-Cutzamala. Esta cuenca abarca los estados de Jalisco, Querétaro, Michoacán, Estado de México y Guanajuato.

El 27 de agosto de 2003, el gobernador del Estado de México, Arturo Montiel, interpuso una controversia constitucional ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en la cual exige tanto a la Federación como al gobierno del Distrito Federal el pago por la sobreexplotación de los mantos acuíferos, ya que ambas autoridades deben respetar los convenios firmados en 1966.

Estos acuerdos comprometían a la Federa-ción a no sobreexplotar los cuerpos de agua mexiquenses y realizar, a cambio, varias obras por un monto de 25 mil millones de pesos para recargar los mantos acuíferos.

Por otro lado, los gobiernos de Jalisco y Guanajuato no logran llegar a acuerdos referentes a la construcción de la presa de San Nicolás, auspiciada por el gobierno federal, y que tiene como objeto aumentar en 650 millones de metros cúbicos el abasto del lago Chapala por un lapso de cinco años y abastecer la capital de Guanajuato.

Aunque se tiene planeado construir la presa en territorio de Jalisco, para este estado es más importante levantar la presa de Arcediano, pues dotará de agua a Guadalajara. Ante esta situación, el gobierno de Jalisco se opone a la construcción de la presa de San Nicolás si la Federación no le da los recursos suficientes para construir la presa de Arcediano.

En el Estado de México, en 2004, surge el Ejército de Mujeres Zapatistas en Defensa del Agua, integrado por mujeres mazahuas con su fusil al hombro. Exigen al gobierno federal el pago de los daños ocasionados a más de 10 mil campesinos por la operación del sistema Cutzamala desde hace 22 años, el pago de daños ocasionados a las tierras de cultivo por el desbordamiento de la presa Villa Victoria, dotar de agua a las comunidades que carecen del servicio, aplicar un proyecto de desarrollo sustentable para la región y la restitución de sus tierras. Hasta ahora no se han resuelto esas demandas y advierten la posibilidad de cerrar el abasto de agua al Distrito Federal y a Toluca.

El agua a través de las fronteras

En el ámbito nacional, en 2004 la tensión creció en la frontera de Estados Unidos y México por el uso del agua del Río Bravo, el cual marca 61 por ciento de la frontera de 3,200 kilómetros entre los dos países.

El gobierno estadounidense y el estado de Texas, fronterizo con nuestro país, amparados en el tratado de 1944 que rige el uso compartido de los ríos Colorado y Bravo, le reclaman al gobierno mexicano el pago de una deuda de al menos dos mil millones de metros cúbicos

de agua. En la disputa, Texas amenazó con iniciar acciones legales contra el gobierno de México. Diputados mexicanos anunciaron que están dispuestos a comparecer ante la Corte Internacional Justicia, radicada en La Haya, en los Países Bajos.

En otros lugares del país se han cerrado compuertas de embalses, se han hecho protestas contra la construcción de presas, se han realizado marchas relacionadas con el abasto y gestión del agua, pueblos enteros han sido desplazados de sus tierras y ecosistemas inundados por la construcción de presas.

A escala mundial existen varios conflictos entre los territorios que comparten cuerpos de agua, ocasionados por su apropiación, utilización y distribución de este recurso.
Un equipo de la Universidad de Oregón, coordinado por Aarón Wolf, realizó un recuento de algunos conflictos internacionales que han surgido por el control y apropiación del agua a lo largo de la historia.

El caso más antiguo registrado de una guerra por el agua, se remonta a 4,500 años, cuando el uso de los ríos Tigris y Éufrates enfrentó a dos ciudades del actual Irak. Por otro lado, son varios los registros de conflictos por el agua a partir de los años cincuenta, principalmente en África, muchos de ellos relacionados con el río Nilo, el cual es compartido por 10 países.

A finales de la década de 1950, Egipto decide construir la represa de Asuán, resolución que da origen a un conflicto con Sudán. Este problema ha trascendido a la firma de un tratado en relación al flujo del agua, sin embargo aún no logran acuerdos de cooperación con Etiopía, de cuyo territorio surge casi 85 por ciento del agua que alimenta el caudal del río Nilo. A pesar de esto, Egipto, la mayor potencia económica de la región, sigue desarrollando de forma unilateral grandes proyectos relacionados con el agua, señala el informe.

En los años setenta, India se atribuyó el derecho de construir una represa cerca de la frontera con Bangladesh, y como consecuencia, disminuyó enormemente la cantidad de agua del río Ganges durante la temporada de sequía. Esto dio inicio a un periodo de 20 años de hostilidades e inestabilidad, que incluso aumentó las oleadas migratorias de Bangladesh a la India.

En 1996, Namibia reactivó los planes para desviar agua del río Okavango hacia Windhoek, su capital. Con el desvío del río, se dejaría sin agua a Angola y Botswana, por lo que estos países se opusieron al proyecto, pues la sobrevivencia de su pueblo y de sus animales depende del río.

La directora del Proyecto de Políticas Mundiales sobre el Agua, Sandra Postel, advierte que son 51 países de todas las regiones del mundo los que están en riesgo de afrontar conflictos cada vez más violentos por el agua en los próximos 10 años. Ocho de los ríos en disputa están en África, en especial en el sur, y seis en Asia, la mayoría en la región suroriental.

Si no se hacen esfuerzos para no contaminar el agua, limpiarla y purificarla; no deforestar los bosques y selvas; generar sistemas eficientes de manejo de desechos líquidos y domiciliares; así como para elaborar políticas equitativas en el uso y disfrute de este recurso, las guerras por el agua serán cada vez más violentas.

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