Tendencias

Existe un premio nobel ambiental y es de Oaxaca

Pocos saben del reconocimiento que se le entregó al campesino mexicano que lleva 25 años de trabajo excepcional en la reforestación de su estado natal, Oaxaca

En 1990 fue creado el premio nobel Goldman por dos generosos filántropos y activistas cívicos estadounidenses Richard N. Goldman y su esposa Rhoda H. Goldman. Hasta hoy ha sido otorgado a defensores del medio ambiente de 72 países. En 1991, lo ganó la africana Wangari Maathai, quien luego obtuvo el Premio Nobel de la Paz.

El año pasado este premio fue entregado a Jesús León Santos, de 42 años, quien tuvo el sueño de cambiar el paisaje donde vivía a los 18 años en la Mixteca Alta, la tierra del sol. Aquello parecía un panorama lunar, campos yermos y polvorientos, desprovistos de arboledas, sin agua y sin frutos. En aquel entonces, tenía que recorrer grandes distancias en busca de agua y de leña. Casi todos los jóvenes emigraban para nunca regresar, huyendo de semejantes páramos.

Con entusiasmo, invitó a otros comuneros del lugar a reverdecer esos campos y decidió recurrir a unas técnicas agrícolas precolombinas que le enseñaron unos indígenas guatemaltecos para convertir tierras áridas en zonas de cultivo y arboladas.

Revivió una técnica olvidada llamada “el tequio” que consiste en trabajo comunitario no remunerado. Reunió a 400 familias de 12 municipios y creó el Centro de Desarrollo integral Campesino de la Mixteca (Cedicam) y con limitados recursos financieros se lanzaron a la batalla contra el deterioro de la tierra: la erosión.

Jesús León y sus amigos impulsaron un programa de reforestación. A pico y pala cavaron zanjas-trincheras para retener el agua de las escasas lluvias, sembraron árboles en pequeños viveros, trajeron abono y plantaron barreras vivas para impedir la huida de la tierra fértil. Todo esto favoreció la recarga del acuífero. Luego, en un esfuerzo titánico, plantaron alrededor de cuatro millones de árboles de especies nativas, aclimatadas al calor y sobrias en la absorción de agua.

Pero el proyecto no se detuvo ahí, se fijaron entonces la meta de conseguir, para las comunidades indígenas y campesinas, la soberanía alimentaria. Desarrollaron un sistema de agricultura sostenible y orgánica, sin uso de pesticidas, gracias al rescate y conservación de las semillas nativas del maíz, cereal originario de esta región. Sembraron sobre todo una variedad muy propia de la zona, el cajete, que es de las más resistentes a la sequía.

Al cabo de un cuarto de siglo, el milagro se ha producido. Hoy la Mixteca Alta está restaurada, ha vuelto a reverdecer. Han surgido manantiales con más agua. Hay árboles y alimentos. Y la gente ya no emigra.

Actualmente Jesús León y sus amigos luchan contra los transgénicos, y siembran unos 200 mil árboles anuales. Cada día hacen retroceder la línea de la desertificación. Con la madera de los árboles se ha podido rescatar una actividad artesanal que estaba desapareciendo y se han creado talleres familiares de yugos de madera y utensilios de uso corriente.

El ejemplo de Jesús León es ahora imitado por varias comunidades vecinas, que también han creado viveros comunitarios y organizan temporalmente plantaciones masivas.

El Premio Ambiental Goldman consiste en una dotación de 150 mil dólares y se entrega cada año, en el mes de abril, en la ciudad de San Francisco, California, Estados Unidos.

Teorema Ambiental

Suscríbete al Boletín

PAÍSES QUE NOS ESTÁN VIENDO