Contaminación

Golfo de México, zona muerta

Periódicamente, los organismos internacionales relacionados con el medio ambiente y la pesca responsable, ofrecen abundante información y estudios de los especialistas sobre el estado que guardan los mares y la forma como el hombre y sus actividades económicas tratan a esa parte del planeta. En junio de cada año, además, hay un día dedicado a reflexionar en el ámbito internacional sobre el mundo marino y la necesidad de conservarlo en buen estado, por ser clave para la vida.

Ahora nos llega una noticia que evidencia la forma irracional en que estamos destruyendo ese inmenso receptáculo de agua, riqueza biológica y alimentos: en los 10 años recientes se duplicaron las llamadas zonas muertas en los mares. Se trata de áreas sin oxígeno ni vida animal y vegetal debido a la contaminación y a los residuos de agroquímicos utilizados en la agricultura. Al respecto, un informe del Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas estima que cada año el mar recibe 6.4 millones de toneladas de basura y que más de las dos terceras partes de ella terminan en el fondo marino. Esa inmensa carga contaminante proviene de las actividades industriales tierra adentro y llega al mar a través de los ríos. A esa nociva carga se suman las aguas negras de las ciudades y los desperdicios de los barcos y las plataformas petroleras.

Tan enorme cantidad de residuos acaba con la vida oceánica, pues hace que crezcan excesivamente las algas marinas y consuman el oxígeno que hay en el agua. Como punto final de la cadena de desastres, se afecta a cientos de millones de personas que tienen en el mar y la franja litoral su fuente de trabajo, especialmente en la pesca. Aunque con frecuencia se cita la gravedad que reviste la contaminación costera, ésta es mínima comparada con la que se observa en el resto del mar.

En cuanto a las zonas muertas, las más importantes se ubican en los mares Adriático, Báltico y Negro, situados en Europa. Pero en América tenemos la más importante, la campeona: el Golfo de México, porción del planeta azul compartida por Estados Unidos, México y Cuba. Y si bien nuestro país contribuye a la contaminación del Golfo a través de los ríos que en él desembocan (como el Coatzacoalcos, el peor de todos), por las actividades petroleras y petroquímicas y la falta de plantas de tratamiento de aguas negras en las poblaciones costeras, nada de esto se compara con la podredumbre tóxica que le lleva el principal río de Estados Unidos: el Mississippi.

Esta inmensa cuenca hidrográfica es la más deteriorada del continente y siempre ha sido el basurero de la industria y la agricultura de numerosos estados de la gran potencia. Su enorme carga de contaminantes termina en el Golfo, precisamente por Nueva Orleans. Estados Unidos prohibió la pesca en el delta del río y advierte que el agua costera y la de cientos de kilómetros mar adentro está en muy malas condiciones. Pero no toma las medidas para evitar los daños en su origen, en la agricultura y la industria.

Con motivo de los daños causados hace un año por el huracán Katrina en Nueva Orleans, se supo del abandono en que el gobierno del vecino país tiene la parte sur de su territorio y sus principales cuencas hidrográficas. Esto, a pesar de las leyes vigentes para garantizar el agua limpia y evitar la proliferación de los desechos tóxicos y peligrosos. La realidad es que ninguno de los dos países cuenta con plantas de tratamiento suficientes para evitar que al Mississippi y a los demás ríos que desembocan en el Golfo lleguen residuos de fertilizantes y plaguicidas agrícolas, y los desechos provenientes de las poblaciones, la industria y los servicios.

Cada año, funcionarios y legisladores de México y Estados Unidos se reúnen para tratar asuntos de interés común, entre ellos los ambientales. Prometen un esfuerzo mucho mayor y medidas para evitar la contaminación en la frontera y sus dos principales ríos, el Bravo y el Colorado. Pero en este caso, como en los demás campos de la agenda bilateral, el sexenio del señor Fox y la legislatura anterior brillan por sus fallas, por la abundancia de declaraciones y buenos propósitos. Como en el tema migratorio, en el ambiental los logros son de pobreza extrema.

Fuente: La Jornada

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