Cambio climático

La economía del cambio climático

Todavía estamos a tiempo de evitar las peores consecuencias del cambio climático si se adoptan medidas firmes en el corto plazo, concluye el ex vicepresidente del Banco Mundial y actual asesor económico del gobierno del Reino Unido, en una completa revisión de datos, estudios y pruebas científicas disponibles hasta la fecha

Las pruebas científicas son hoy día incuestionables: el cambio climático constituye una seria amenaza mundial, que exige también urgentemente una respuesta global. Este reporte examinó una amplia gama de datos sobre las repercusiones del cambio climático y sus costos económicos, utilizando diversas técnicas para la evaluación de estos costos y riesgos.

La evidencia recogida por la revisión nos lleva a una conclusión: los beneficios de la adopción de medidas prontas y firmes superará con creces los costos económicos de la pasividad.

El cambio climático incidirá sobre los elementos básicos de la vida humana en distintas partes del mundo: acceso a suministro de agua, producción de alimentos, salud y medio ambiente. A medida que aumenta el calentamiento del planeta, cientos de millones de personas podrían padecer hambre, escasez de agua e inundaciones costeras.

Con los resultados de modelos económicos formales, se ha calculado que, de permanecer inactivos, el costo y riesgo total del cambio climático equivaldrá a la pérdida de un mínimo de 5 por ciento anual del PIB global, de ahora en adelante. Si se toma en cuenta una gama de riesgos y consecuencias más amplios, los cálculos de los daños que se producirían aumentarían a un mínimo de 20 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

Por el contrario, el costo de la adopción de medidas —reducción de las emisiones de gases invernadero para evitar las peores consecuencias del cambio climático— puede limitarse a 1 por ciento, apro-ximadamente, del PIB global cada año.

La inversión realizada en los próximos 10 a 20 años tendrá un profundo impacto sobre el clima durante la segunda parte del presente siglo y en el siglo próximo. Nuestras acciones actuales y de las próximas décadas podrían crear el riesgo de que ocurra una importante perturbación de las actividades económicas y sociales, cuya escala sería comparable a la asociada con las grandes guerras y depresión económica de la primera mitad del siglo XX. Estos cambios serán difíciles y aun imposibles de subsanar. En consecuencia, se requiere la adopción de medidas prontas y firmes a escala internacional, puesto que el cambio climático es un problema global.

Cambio climático traería serias consecuencias para el desarrollo

De no adoptarse medidas para reducir las emisiones, la concentración atmosférica de gases invernadero podría alcanzar el doble de su nivel preindustrial para 2035, con lo que la temperatura media del planeta experimentaría un aumento de más de 2oC. A plazo más largo, existiría más de 50 por ciento de proba-bilidad de que el incremento en la temperatura superara los 5oC. Este aumento sería altamente peligroso, puesto que equivaldría al cambio ocurrido en la temperatura media desde la última glaciación hasta nues-tros días.

Esta radical transformación de la geografía física del mundo llevaría por necesidad a importantes cambios en la geografía humana: los lugares de asentamiento de la población y la manera como se desenvuelven sus vidas.

Con base en los datos obtenidos en estudios detallados sobre las consecuencias regionales y sectoriales de los cambios en los patrones climáticos aun a niveles más moderados de calentamiento, junto con modelos económicos de sus consecuencias globales, puede afirmarse que los cambios climáticos tendrán graves repercusiones sobre la producción mundial, sobre la vida humana y sobre el medio ambiente.

Si bien todos los países se verán afectados, aquellos que sufrirán antes y más intensamente serán los países y poblaciones más pobres, a pesar de que son los que menos han contribuido a las causas del cambio climático. El costo de las condiciones meteorológicas extremas, con inclusión de inundaciones, sequías y tormentas, está aumentando ya, aun en los países ricos.

La adaptación al cambio climático posee una importancia crucial. Aunque ya no será posible evitar el cambio climático que se va a producir en las próximas dos o tres décadas, sigue siendo posible proteger en cierto grado nuestras sociedades y nuestras economías contra sus consecuencias, proporcionando, por ejemplo, mejor información y planificación y creando una infraestructura y cultivos con mayor resistencia a las condiciones climáticas.

Solamente en los países en desarrollo, esta adaptación tendrá un costo de miles de millones de dólares al año, incrementando así la presión sobre recursos ya escasos.

El riesgo de las peores consecuencias del cambio climático podrá reducirse sustancialmente si se consigue estabilizar el nivel de gases invernadero en la atmósfera a entre 450 y 550 ppm de equivalente de dióxido de carbono (CO2e). El nivel actual es de 430 ppm de CO2e y su aumento anual es superior a 2 ppm. La estabilización en la gama indicada requeriría que, para 2050, las emisiones fueran, como míni-mo, 25 por ciento inferiores a los niveles actuales y quizá mucho más.

En última instancia, la estabilización de la situación a cualquier nivel requerirá que las emisiones anuales se reduzcan en más de 80 por ciento de su nivel actual. Se trata de un serio reto, la aplicación de medidas sostenidas a largo plazo podría lograrlo a bajo costo, en comparación con los riesgos resultantes de la inacción. Según cálculos centrales, y de adoptarse firmes medidas inmediatas, el costo anual de la estabilización entre 500 y 550 ppm de CO2e ascendería, aproximadamente, a 1 por ciento del PIB global.

Estos costos serían aún menores si se produjeran importantes mejoras en la eficiencia o si se midie-ran grandes beneficios colaterales, tales como la reducción en la contaminación del aire. Los costos serán mayores si la innovación en tecnologías bajas en carbono es más lenta de lo esperado o si las autoridades responsables por la política a seguir no aprovechan adecuadamente instrumentos económicos que hagan posible la reducción de las emisiones donde, cuando y como resulte más económico hacerlo.

Resultaría altamente difícil y costoso tratar de estabilizar la situación a 450 ppm de CO2e. Si retrasamos la adopción de medidas, es posible que la oportunidad de estabilización a 500-550 ppm de CO2e desaparezca.

Por ello es necesario que se tomen medidas sobre el cambio climático en todos los países, sin que esto implique recortar las aspiraciones de crecimiento de los países, ricos o pobres.

El costo de las medidas necesarias no se halla equitativamente distribuido entre los distintos sectores o partes del mundo. Aun en el caso en que los países ricos asuman responsabilidad por una reducción global de las emisiones de entre el 60-80 por ciento para 2050, será también necesario que los países en desarrollo adopten medidas significativas, aunque sin exigírseles que cubran por sí solos el costo total de dichas medidas, cosa que no tendrán que hacer. Los mercados del carbono en los países ricos han comenzado ya a proporcionar fondos para un desarrollo bajo en carbono, con inclusión, entre otras cosas, del Mecanismo para un Desarrollo Limpio (MDL).

Indispensable impulsar energías renovables

La acción que se tome en relación con el cambio climático generará también grandes oportunidades comerciales, con la creación de tecnologías energéticas bajas en carbono y de mercancías y servicios igualmente bajos en carbono. Estos mercados podrían alcanzar un valor anual de miles y miles de millones de dólares y constituir una importante fuente de empleo.

El mundo no tiene que elegir entre evitar el cambio climático y promover el crecimiento y el desarrollo. Los cambios introducidos en las tecnologías energéticas y en la estructura de las economías han creado oportunidades para separar el desarrollo de las emisiones de gases de efecto invernadero, pudiendo afirmarse que el crecimiento económico se verá negativamente afectado si se ignora el cambio climático. A largo plazo, hacer frente al cambio climático es la estrategia adecuada a favor del crecimiento, estrategia que podrá llevarse a la práctica sin recortar las aspiraciones de crecimiento de los países ricos o pobres.

Es posible reducir las emisiones median-te una mejora de la eficiencia energética, la introducción de cambios en la demanda y la adopción de tecnologías limpias en los sectores de la energía, calefacción y transporte. Con objeto de que las concentraciones atmosféricas de CO2e puedan estabilizarse por debajo de 550 ppm, el sector mundial de la energía deberá “descarbonizarse” en un mínimo de 60 por ciento para el año 2050. También se requerirá una reducción drástica en las emisiones procedentes del sector del transporte.

Aun con una fuerte expansión en el uso de la energía renovable y de otras fuentes de energía bajas en carbono, es posible que los combustibles fósiles sigan representando más de 50 por ciento del suministro mundial de energía en 2050. El carbón seguirá siendo una parte importante de la mezcla energética en todo el mundo, con inclusión de las economías en rápido crecimiento y, por consiguiente, será necesario conseguir una vasta captura y almacenamiento de carbono para poder permitir el uso continuado de los combustibles fósiles, sin dañar la atmósfera.

Otro factor esencial será una reducción en las emisiones no energéticas, tales como las resultantes de la deforestación y de los procesos agrícolas e industriales.

El cambio climático es el mayor fracaso del mercado jamás visto en el mundo, fracaso que entra en interacción con otras imperfecciones del mercado. Toda respuesta global eficaz requerirá tres elementos de política: el precio del carbono, aplicado por medio de impuestos, comercio o reglamentación; una política de apoyo a la innovación y a la aplicación de tecnologías bajas en carbono, y finalmente, la adopción de medidas para eliminar cualquier barrera a la eficiencia energética e informar, educar y persuadir a los individuos sobre lo que pueden hacer, en lo individual, para responder al cambio climático.

Acciones necesarias

El cambio climático exige una respuesta internacional, cimentada sobre una comprensión compartida de objetivos a largo plazo y un acuerdo sobre los marcos para la acción.

Son ya numerosos los países y regiones que han puesto manos a la obra. La UE, California y China se cuentan entre aquellos con políticas más ambiciosas, que contribuirán a reducir las emisiones de gases invernadero. Si bien la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Protocolo de Kyoto, junto con diversas asociaciones y otros planteamientos, constituyen la base de la cooperación internacional, se necesita ya la adopción de medidas más ambiciosas en todo el mundo.

Aunque cada país utilizará un planteamiento distinto para realizar su aportación a la labor de hacer frente al cambio climático dependiendo de sus circunstancias, las medidas adoptadas por países individuales no serán suficientes. Por muy vasta que sea su extensión territorial, cada país es solamente una parte del problema, en consecuencia, es necesario crear una visión internacional compartida de objetivos a largo plazo e instituir marcos internacionales que asistan a cada país a contribuir al logro de dichos objetivos comunes.

Todo marco internacional futuro debería incluir los siguientes elementos clave:

• Canje de emisiones: La expansión e interconexión del creciente número de planes de canje de emisiones en distintas partes del mundo constituye un potente medio de promoción de reducciones rentables de las emisiones y una forma de adelantar las medidas en los países en desarrollo: el establecimiento de potentes objetivos en los países ricos podría aportar cada año miles de millones de dólares en apoyo de la transición hacia un desarrollo bajo en carbono.

• Cooperación tecnológica: La efectividad de las inversiones en tecnología innovadora por todo el mundo podría verse incrementada mediante una mezcla de coordinación informal y de acuerdos formales. A escala mundial, el apoyo a la investigación y desarrollo en el sector energético debería duplicarse, como mínimo, mientras que el apoyo a la aplicación de nuevas tecnologías bajas en carbono debería quintuplicarse.

• Medidas para reducir la deforestación: La pérdida de los bosques naturales del mundo contribuye más a las emisiones globales anuales que el sector del transporte. Toda reducción en la deforestación es un método altamente rentable de reducir las emisiones.

• Adaptación: Los países más pobres son los más vulnerables al cambio climático, razón por la que es esencial que el cambio climático quede plenamente integrado en la política de desarrollo y que los países ricos cumplan con sus compromisos de aumentar su apoyo, por intermedio de la asistencia al desa-rrollo ultramarino. Los fondos internacionales deberían prestar asimismo apoyo a una mejora de la información regional sobre las consecuencias del cambio climático y a la labor de investigación sobre nuevas variedades de cultivos, que muestren mayor resistencia a las sequías y a las inundaciones.

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