Inundaciones, sequías, huracanes y la elevación del nivel del mar a razón de 40 centímetros cada 20 años, son una amenaza para la humanidad y uno de sus mayores retos ambientales, sociales y económicos.
Es el calentamiento global acelerado por la actividad humana, que lanza a la atmósfera grandes cantidades de bióxido de carbono.
“El efecto invernadero, junto con el incremento de este gas por las actividades diversas, en lugar de emitir ese calor al exterior, se ha regresado a la tierra, incrementando la temperatura”, expresó Guadalupe de la Lanza, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Sus efectos ya son visibles. En octubre de 2007 algunos días de lluvia dejaron bajo el agua a la ciudad de Villahermosa, Tabasco.
La cantidad de agua que antes se distribuía en el curso de un mes, ahora cae en tres o cuatro días, comentó Hipólito Rodríguez, investigador del CIESAS.
Las líneas costeras se modifican con la erosión y variación de los niveles del mar, destruyendo uno de los ecosistemas más ricos: los bancos de coral, abatidos por fuertes mareas o expuestos al aire libre.
“Cambia todos los ciclos, el hidrológico, los químicos, los climáticos y los de los recursos, incluso la biodiversidad”, indicó Guadalupe de la Lanza.
El problema es mayor. La actividad humana deja zonas enteras sin barreras de protección natural.
“El crecimiento de las instalaciones hoteleras, las instalaciones de presas y el desarrollo de algunas actividades agropecuarias que destruyen los manglares, están incrementando la fragilidad de las zonas costeras”, apuntó Hipólito Rodríguez.
El coloquio “Cambio climático y vulnerabilidad en las zonas costeras de México”, llevado a cabo en el Instituto de Ciencias del Mar de la UNAM, deja una pregunta en el aire: ¿Cómo vamos a prepararnos para enfrentar los eventos climáticos que ponen en peligro a comunidades enteras?
La existencia de asentamientos irregulares combinada con la falta de estructura hidráulica y los problemas climatológicos actuales, genera el desequilibrio en todos estos ecosistemas, expuso Hermilo Ramírez, investigador del Instituto Mexicano del Petróleo.
Es urgente diseñar medidas de adaptación a los efectos de este fenómeno, al parecer irreversible.
“Mientras no haya armonía entre lo que es el crecimiento poblacional y el cuidado de los recursos, no va a ser posible”, declaró Guadalupe de la Lanza.
Según especialistas, hace falta una acertada inversión en infraestructura hidráulica para evitar daños por inundaciones, que serán cada vez más frecuentes.
Fuente: Once Noticias
