Sus hábitos son preferentemente crepusculares o nocturnos, mientras que durante las horas del día, dormita y observa
Ciudad de México.— Hace 12 millones de años los felinos comenzaron a poblar la Tierra y hace cuatro mil años inició su relación con el hombre, es decir, comenzó su domesticación.
Fueron los egipcios los primeros que decidieron incorporarlos a la vida hogareña para mantener alejadas a las ratas. Tiempo después los fenicios los llevaron a Italia y al resto de Europa.
A pesar de su domesticación, el gato no ha perdido su identidad de animal semisalvaje, su independencia, y su absoluto desprecio a todo lo que no satisfaga su instinto.
Como cazador que es, el gato gusta del acecho y captura de las presas más comunes: pajarillos, roedores, lagartijas, etc.; aunque adaptado perfectamente a la vida diurna, sus hábitos son preferentemente crepusculares o nocturnos, mientras que durante las horas del día, dormita y observa el mundo que le rodea.
Un gato que goce de semilibertad puede, por bien tratado que esté, abandonar el hogar de su propietario e instalarse en el del vecino si allí es alimentado y no hostigado.
Estas peculiaridades del gato le hacen querido o despreciado por el hombre, pero siempre respetado por su eficacia como controlador de ratones, ratas y otros roedores indeseables.
El gato, siempre con su idiosincrasia controvertida y su magnetismo particular, constituye uno de los más atractivos animales domésticos.