Agua

El agua nuestra de cada día

Los expertos consideran que el agua será en el recién iniciado siglo XXI lo que el petróleo fue en el XX: la causa principal de los conflictos; nosotros agregaríamos que esos conflictos estarán en todas las escalas: entre individuos y entre naciones; y ampliaríamos la conjetura más allá del nuevo siglo: al tercer milenio que también comienza.
Norma Sánchez Santillán,Rene Garduño López,Sergio Guzmán Ruiz

En este artículo deseamos ponderar el agua natural, la lluvia como su fuente primordial y el clima como productor de ésta. Hablamos de la gama de salinidad del agua, sus tres estados físicos que se dan en la naturaleza, especialmente en la atmósfera, del ciclo hidrológico y sus tres funciones entre los tres componentes del planeta, las causalidades (reales, ficticias o contrarias) presentes en este proceso, de los tres atributos del agua, de tres conceptos climatológicos, sus tres situaciones de escasez y las tres manifestaciones de la sequía climatológica. Pretendemos mostrar un panorama general y sus bases científicas que deben respaldar las acciones socio-económico-políticas para afrontar el mayor problema del futuro.

De 3 en 3

En la naturaleza el agua se presenta en una amplia y continua gama que va de dulce a salada. La absolutamente pura (H2O) no existe en la naturaleza y sería nociva para la vida. Toda agua, pues, contiene sales, que en pequeña cantidad no sólo la hacen saludable sino sabrosa. En el otro extremo está el agua del mar, especialmente la de algunos mares, como el Mar Muerto. El agua dulce está en la atmósfera, en los acuíferos subterráneos y los mantos freáticos, así como en la superficie continental; la salada puede ser mineral, geotermal y oceánica.

Naturalmente, el agua no sólo se encuentra en la hidrosfera, también forma la criosfera (conjunto de casquetes polares y alpinos) y es el componente destacado de la biosfera, la litosfera, etc. Entre todos estos ámbitos y modalidades, el agua circula y se da el ciclo hidrológico, maravilloso y complejo mecanismo que cumple tres funciones: transporte (sobre todo entre el océano y el continente, y dentro de las cuencas fluviales), bombeo (sobre todo del océano a la atmósfera) y destilación (que la desala y purifica).

Otros procesos naturales que potabilizan el agua son la congelación del mar en los casquetes polares y la filtración del agua superficial de la litosfera. La atmósfera contiene agua en sus tres fases o estados físicos: sólido, líquido y gas. Son forma sólidas de la nieve y el granizo, también los cristales de hielo en las nubes altas, los cuales producen halos en torno del sol y la luna. Son formas líquidas del agua en la atmósfera, la lluvia, las nubes y la niebla. Finalmente, es un gas atmosférico el vapor de agua; téngase en cuenta que éste es invisible, por tanto, en un cielo totalmente raso y azul puede haber gran cantidad de agua en forma de vapor. Algunas de las formas sólidas y líquidas del agua atmosférica precipitan a la superficie: la nieve, el granizo y la lluvia.

El gallo y el sol

En y entre el clima y el agua se dan relaciones de causa-efecto; algunas de ellas son reales y directas, por ejemplo: el frío excesivo condensa el vapor formando niebla y empañando los vidrios; pero a veces se atribuye causalidad a conexiones muy indirectas, inexistentes e incluso inversas. Damos algunos ejemplos, comenzando con uno frívolo. Canta el gallo y luego sale el sol, que es el motor del clima; alguien podría afirmar “el sol salió porque el gallo cantó”; obviamente no hay tal correspondencia, pues aunque todos los gallos enmudecieran, el sol seguiría saliendo tranquilamente.

Es creencia generalizada que la selva causa los aguaceros que se dan en ella; el agua precipitada en un lugar generalmente proviene de grandes distancias, por tanto la causalidad es más bien al revés: la selva existe porque llueve mucho en ese lugar.

Los casquetes polares y el frío se presentan juntos; comúnmente se piensa que los glaciares están ahí porque en esas latitudes hace mucho frío; otra vez, es más correcto lo opuesto; hace frío porque hay hielo y nieve; en otras palabras: los casquetes helados son reminiscencia de las glaciaciones de hace milenios; si fueran fundidos artificialmente (lo cual parece estar sucediendo como consecuencia del efecto invernadero antropógeno), no se reconstituirían en forma natural; las bajas temperaturas que se dan en los polos se debe más a la presencia del hielo y la nieve que a la “escasa” radiación solar (que es la fuente de calor para el clima) recibida en esas latitudes extremas, la cual es activamente nula durante seis meses del año, pero en verano llega más radiación al polo que al ecuador (pues el sol alumbra las 24 horas del día) y de todos modos hace más frío en aquél que en éste.

La gente y el calor

Hay cierta correlación directa entre demografía y temperatura: el calentamiento global apreciable en el último siglo y medio corresponde significativamente con el aumento de la población mundial en el mismo periodo; pero esta correlación entre ambas variables contiene una causalidad muy indirecta, ya que desde la aparición de la especie humana hay un crecimiento demográfico general y no se aprecia el correspondiente aumento de la temperatura desde entonces; el calentamiento actual es un fenómeno multifactorial con una fuerte componente antropogenia, atribuida principalmente al incremento del efecto invernadero por aumento de los gases atmosféricos termoactivos (CO2 y CH4 principalmente), debido a la quema masiva de combustibles fósiles (petróleo, gas natural y carbón mineral) iniciada con la Revolución Industrial a mediados del siglo XIX.

El agua tiene tres atributos: cantidad, calidad y disponibilidad; la deficiencia de cualquiera de ellos produce problemas. Más que los sistemas artificiales destinados a dar al agua estos atributos, el ciclo hidrológico natural es el mecanismo más eficiente (y, por consiguiente, barato) para obtenerlos. La lluvia provee gratuitamente agua de calidad aceptable para la mayoría de los usos, especialmente para el dominante, que es agrícola (de temporal directamente y de riego indirectamente); además, su disponibilidad es magnífica, dado que la lleva “a domicilio” y sin bombeo; finalmente, aunque en general su cantidad es suficiente y manejable, su irregularidad asociada al clima puede hacerla escasa o torrencial, siendo perjudiciales ambos extremos.

Por otro lado, la infiltración a los mantos freáticos y a la percolación a los acuíferos subterráneos suministra agua de alta calidad; su disponibilidad es regular en tanto que depende del clima menos directamente, pero es baja en tanto que requiere bombeo; en cantidad puede ser suficiente si se invierte lo necesario en la perforación y operación de los pozos, cuya profundidad suele aumentar junto con la demanda de agua.

Todo es relativo

En muchos ámbitos, pero especialmente en el clima, se usan unos conceptos (estadísticos) muy útiles: normal, anormal y anomalía. El valor normal es el promedio en muchos años (estatutariamente 30) de una variable (climática), el anormal es su valor en un año particular y la anomalía es la resta del anormal menos el normal.

Por ejemplo: es normal que haga frío (digamos que la temperatura promedio al amanecer es de 5°C), pero un cierto enero puede ser anormalmente frío (temperatura mínima de 2°C), entonces tenemos en ese año y mes una anomalía de menos 3°C.

Debido a la variabilidad natural (y artificial) del clima, todos los años son (estrictamente) anómalos; como dice un colega: “lo único constante del clima es su variabilidad”.

Por supuesto que la importancia de una anomalía depende de su normal; por ejemplo, si en el desierto de Sonora llovieran 100 mm en un año, significaría una precipitación tremenda; pero si durante un solo agosto llovieran “nada más” los mismos 100 mm en la selva de Chiapas, tendríamos una catastrófica sequía. O sea que todo es relativo.

En la escasez de agua hay que distinguir tres situaciones: estiaje, aridez y sequía. Estiaje es la época normal del año en la cual no llueve, o temporada de secas, por contraste con la temporada de lluvias. La aridez caracteriza a una región donde normalmente llueve poco; en el caso extremo se trata de un desierto. La aridez domina en el norte y algo en el centro de México. Sequía es el estado persistente (por varios años) de lluvias anormalmente bajas.

Conviene hacer una aclaración sobre estiaje (o estío); a veces este concepto ( y su adjetivo estival) se toma(n) como sinónimo(s) de verano (y veraniego); el problema es que en Europa (España en particular, donde se crearon esas palabras) el tiempo de lluvias (y nevadas) es en el invierno y el verano es seco, pero en la mayor parte de México sucede al revés, el tiempo de lluvias es verano y por lo tanto el estiaje está centrado en el invierno. El exceso de lluvia es también un problema, por cierto más llamativo que el otro extremo, seguramente porque una inundación se presenta en forma súbita y una sequía, lentamente; sin embargo, en México los daños por sequía en promedio anual son cinco veces más costosos que los de inundaciones.
Oferta y demanda

La falta de agua puede deberse a la disminución de la oferta o al aumento de su demanda; esto se presenta en ciudades cuya población, industria, etc., han crecido mucho. Por tanto, para el desarrollo económico y social es primordial atender las reservas (naturales y artificiales) de agua y su administración: acopiarla cuando abunda para tenerla cuando escasea, llevarla de donde sobra a donde falta; pero sobre todo cuidar y fomentar los mecanismos naturales (articulados en el ciclo hidrológico) que hacen esas tareas, especialmente la recarga de los mantos freáticos. Por ser antecedente de las demás fuentes de agua para la civilización y la vida, y por su calidad y disponibilidad, la lluvia es proveedora fundamental de agua. Dejando de lado la escasez de agua por aumento de su demanda, la sequía es propiamente (de naturaleza) climática, que implica aparte de la persistente anomalía negativa de lluvia ya dicha, decremento de humedad ambiental e incremento de temperatura y viento. Por todo ello, la sequía daña no sólo a la vegetación sino también al suelo, principalmente por erosión.

En artículos subsecuentes hablaremos del concepto de riesgo y los tres factores que lo determinan; de la disponibilidad del agua en México, su uso y consumo, de la desafortunada distribución de la población y la productividad con respecto al agua, el impacto del cambio climático antropógeno sobre ella y del riesgo de su escasez en el centro y norte del país.

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