Agua

Agua: Los problemas de hoy son las soluciones de ayer

La causalidad: una venda en los ojos

Un problema se puede resolver —aparentemente— desde dos enfoques: la perspectiva lineal o la no lineal; en la primera se cree conocer el efecto, y en consecuencia se busca la causa y se aporta una solución; en la segunda se parte de que no es sólo una la causa del problema sino más bien es un conjunto de motivos que al interrelacionarse generan el problema; este enfoque permite una flexibilidad mayor para adaptar posibles soluciones al problema.

Solución inmediata: conduce hacia una puerta falsa

Al comienzo de la humanidad los requerimientos de alimento, agua y vestido se obtuvieron recolectando, cazando o pescando. Más adelante, se explotaron los minerales localizados cerca de la superficie como fuentes de energía. Poco después el perfeccionamiento de estas actividades coadyuvó al crecimiento exponencial de las poblaciones, lo que terminó por agotar los recursos circundantes y obligó a muchos asentamiento a desplazarse; esto orilló a las poblaciones humanas a domesticar plantas y animales para su consumo, con el consecuente almacenamiento de agua; sin embargo, dichos patrones no se presentaron en el mismo espacio-tiempo en todo el planeta.

Surge la bifurcación

Cuando los recursos son externos (recolección, caza, pesca o extracción) se considera que el modelo es lineal, para resolver las crisis derivadas de la falta de alimentos fue indispensable el uso de un recurso interno (domesticación de plantas y animales y transformación de materia en energía). Sin embargo, independientemente de la disponibilidad de los recursos y el tamaño de la población, sobre todo si ésta sólo es usuaria de aquéllos, el modelo sigue siendo lineal. Es importante destacar que entre los individuos que conforman las poblaciones siempre ha existido la especialización, primero en pequeñas tareas y, posteriormente, se ha traducido en un grupo de especialistas cuya labor está dirigida a la obtención de los recursos, amén de otras actividades paralelas.

En la actualidad —al igual que en el pasado— poco o casi nada ha logrado dicho sector y la historia no nos deja mentir al narrar de manera cíclica un sinfín de crisis a lo largo de culturas, imperios y civilizaciones.

Hacia un cambio de mentalidad

Hoy en día ha aumentado la diversificación de los especialistas y en algunos países las poblaciones se encuentran en su mejor momento, no así en la mayoría; en los países de avanzada, el crecimiento de la población ha modificado la ecuación que dará la pauta, entre otras acciones más, al problema de la disponibilidad de los recursos y particularmente el hídrico, al pensar que los recursos planetarios externos pasan de ser de carácter ilimitado a ser finitos con lo cual, la creación de un modelo a escala planetaria para resolver el problema del agua deja de ser lineal.

¿Dónde encuentro un generalista?

Si a un modelo complejo, como el del agua, se le aplican soluciones lineales, como hasta ahora se ha hecho en México, es fácil entender que los problemas de hoy son la consecuencia de las resoluciones de ayer, esto se debe, en parte, a que conforme los especialistas aumentan su caudal de conocimientos, por un lado, aumenta su desconocimiento en otros campos y, por otro, la estructura de la comunidad científica favorece la pérdida de comunicación entre las distintas disciplinas de los otros especialistas, de tal manera que cada especialista aporta una solución parcial del problema porque sólo se enfoca en su área de dominio; lo que se traduce, de nueva cuenta, en soluciones lineales y parciales que resultan insuficientes dada la complejidad que ha alcanzado el problema del abastecimiento del agua a escala tanto local como mundial.
Para fortuna de todos nosotros existen científicos denominados generalistas cuya función es aportar una solución integral basada en un conjunto de soluciones lineales, cabe destacar que no se trata sólo de “sumar” sino de integrar las relaciones que surgen derivadas de cada solución parcial ya que, la solución integral es más que la suma de las partes.

Un detalle que se pasa por alto frecuentemente

A escala planetaria la cantidad de agua es muy grande, sin embargo, para fines antropógenos inmediatos, la mal llamada “dulce” (denominada epicontinental) es muy poca, si además los requerimientos hídricos crecen en razón directa con el aumento de la población, el problema de la disponibilidad crece exponencialmente en virtud de que el recurso es limitado; asimismo y con más frecuencia de la que creemos, conforme se agota el agua de la localidad, en vez de recargar los acuíferos, reciclar y potabilizar sus aguas, se explotan los mantos circundantes y esa otrora región, que también tiene sus propias demandas, desencadena un conflicto entre localidades en unas cuantas décadas.

La evolución del planeta

A primera vista puede parecer extraño que un planeta evolucione ya que normalmente pensamos que sólo los seres vivos nos transformamos, sin embargo, nada hay más lejano, la biota junto con la parte –aparentemente– inerte conforman un todo (Hipótesis Gaia) que se retroalimenta a través de los elementos (ciclo del carbono, del nitrógeno, del fósforo) por mencionar sólo tres, en los cuales coadyuvan tanto los organismos como los elementos minerales y es el agua el elemento fundamental para el desarrollo de estos procesos.

De ahí que modificar la cantidad, calidad y distribución de ésta en cualquier parte del planeta acarrea consecuencias inmediatas, a mediano y largo plazos que en muchos casos son negativas e irreversibles en la escala temporal humana. De ahí que el problema de la disponibilidad del agua debe convertirse en una oportunidad para plantear soluciones creativas y no sólo para salir del paso, donde el pensamiento colectivo sea el hilo conductor para una solución espacio-temporal en distintas escalas.

El planeta y todo lo que lo sustenta evoluciona sobre una base cíclica, en la que se interconectan los ciclos como un delicado mecanismo de relojería, y cuando uno de ellos se interrumpe o se altera, se genera un problema de proporciones insospechadas, en donde pueden impactarse porciones cercanas o incluso lejanas de dicho mecanismo, con respecto al punto donde se generó el problema.

Esto explica, por ejemplo, el daño que actualmente vemos en muchas lagunas costeras y estuarios de México, como resultado de haber represado el agua a cientos de miles de kilómetros de las vertientes. Las grandes presas construidas alrededor de la década de 1950 resolvieron la disponibilidad de agua en regiones aledañas y actualmente muchos de estos grandes depósitos o están contaminados o son insuficientes, además de la alteración ecológica que se ocasionó con la edificación de las mismas, al modificar el ecosistema original. Cabe preguntarnos: una solución lineal e inmediata ¿no resulta ahora más costosa?; el costo-beneficio desde el punto de vista biológico, al volver la vista ¿no es ahora poco redituable? ¿No son mayores los daños ecológicos provocados a los ecosistemas y, sobre todo, más difíciles de resolver?

Una cadena de problemas
Como se mencionó antes, existe una incomunicación cuasi constante entre los especialistas y la sociedad en general, sobre todo aquellos que construyen desconocen los patrones de distribución de la lluvia tanto a través del año como a través de los años, lo que impide su aprovechamiento óptimo en la localidad.
Si bien es cierto que cuando comienza un asentamiento humano, unas cuantas casas no son suficientes para alterar el ciclo del agua, es decir que lloverá lo mismo en el caserío que en el entorno, al crecer el poblado, llueve más en el entorno y conforme aumenta el área asfaltada y el concreto se inicia la formación de una “isla de calor”, es decir, aumenta la temperatura dentro de ésta y se invierte el proceso, por consiguiente, comienza por llover más en la ciudad que en el entorno, lo que acarrea inundaciones y aumenta el riesgo de enfermedades; como el agua que se requiere se ha estado extrayendo de los mantos freáticos que se encuentran debajo o cercanos al asentamiento, se inicia el abatimiento de los mismos, al disminuir la recarga y aumentar la extracción se impacta el ecosistema, que ya de por sí había comenzado por disminuir su área con el cambio del uso de suelo, es decir, donde había un ecosistema natural, ahora hay casas, la cubierta vegetal ahora es asfalto, áreas de cultivo y de ganadería; el impacto sobre el ecosistema no sólo incluye la reducción del área, sino la modificación de los procesos intrínsecos del ecosistema, es decir, las relaciones entre individuos de la misma especie y con ello de los vínculos con otras especies, lo que tarde o temprano alterará de manera importante el ecosistema original; cabe destacar que la recuperación de un ecosistema no está en función directa con el área impactada, antes al contrario, la escala de magnitud del daño es exponencial.

Un alto en el camino nos permitirá un momento de reflexión

Todo lo anterior expuesto de manera sucinta es un ejemplo de una cadena de soluciones lineales e inmediatas que se han aplicado en una lista interminable de localidades de México; hay que dejar de esperar resultados diferentes haciendo las mismas acciones, lo mejor será hacer un alto en el camino, que los especialistas de cada disciplina sean coordinados por un grupo de generalistas que aporten herramientas para resolver el abastecimiento de agua; partiendo de que el recurso hídrico es limitado, que se exploten todas las formas de reciclado, potabilización y recolección de agua, se eliminen las fugas, se pongan en práctica sistemas de recarga de los mantos, se invierta en investigación y tecnología para desalinizar el agua de mar, se incorporen técnicas para su uso en la agricultura, actividad que más agua demanda pero, sobre todo, que se modifique la actitud de cada uno de nosotros respecto al uso, manejo y explotación del agua, ya que más de 50 por ciento del territorio mexicano es por naturaleza semidesértico.

Norma Sánchez-Santillán**
** Departamento El Hombre y su Ambiente, UAM.

Suscríbete al Boletín

PAÍSES QUE NOS ESTÁN VIENDO