Residuos

Estudio revela que tortugas confunden olor del plástico con comida

Los odorantes en el aire utilizados por los depredadores marinos para localizar buenos lugares a fin de encontrar alimentos también emanan de desechos plásticos

Teorema Ambiental/Redacción

Gainesville, Florida, 11 de marzo de 2020.— Los plásticos de todos tamaños que terminan flotando en el mar se han convertido en una plaga que amenaza a muchos organismos marinos en escalas cada vez más increíbles.

Por ejemplo, un estudio realizado por Joseph Pfaller, de la Universidad de Florida, Gainesville, que fue publicado en Current Biology, señala que las tortugas bobas confunden el olor de los plásticos incrustados de materia orgánica con comida, por lo que pueden ser atraídas a los desechos plásticos no solo por su aspecto, sino por su aroma y, al ingerirlos, mueren asfixiadas o intoxicadas.

“Esta ‘trampa olfativa’ podría ayudar a explicar por qué las tortugas marinas ingieren o se enredan en el plástico con tanta frecuencia”, añadió el especialista.

La bioincrustación se refiere a la acumulación de microbios, algas, plantas y pequeños animales en superficies húmedas, que ocurre con los plásticos en el océano. Sobre este fenómeno, se pensó que las tortugas marinas ven plásticos y los confunden visualmente con presas, como las medusas. Pero este estudio profundizó los mecanismos sensoriales que podrían atraerlas a él.

Por su parte, Matt Savoca, coautor del estudio e investigador de la Estación Marina Hopkins de la Universidad de Stanford, comprobó que los odorantes en el aire utilizados por los depredadores marinos para localizar buenos lugares a fin de encontrar alimentos también emanan de desechos plásticos acondicionados o biocontaminados.

Al plantearse cómo estos factores afectan a los quelonios, reclutaron 15 tortugas bobas criadas en cautiverio. Añadieron odorantes en el aire a través de una tubería en una arena experimental y registraron sus reacciones en video.

Los estudios encontraron que las tortugas marinas respondieron al plástico de la misma manera que con su comida.

“Nos sorprendió el resultado”, señaló Pfaller. “Las tortugas conocen el olor de su comida, ya que la han olido y comido en cautiverio durante cinco meses. Esperábamos que la respuesta a la comida fuera más fuerte”, agregó.

Sin embargo, consideró que se necesitan estudios futuros para comprender qué productos químicos fueron emitidos por los plásticos para despertar el interés de las tortugas y cómo los odorantes a base de agua podrían influir. Pero comprobaron que los plásticos en general presentarán problemas para las tortugas y otros animales marinos.

Además, es un fenómeno más nocivo que el de las bolsas de plástico que parecen medusas o los popotes que pueden incluso terminar en la nariz de una tortuga. “Todos los plásticos representan un peligro para estos animales”, finalizó.

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