Legislación Ambiental

El consumo insostenible

Los hábitos de consumo y su impacto al medio ambiente

Todos y cada uno de nosotros tomamos cotidianamente decisiones que determinan el aprovechamiento sustentable o perturbador de la naturaleza. Estas determinaciones que podrían parecer simples sobre lo que comemos, el transporte que utilizamos, lo que compramos, cómo producimos y desechamos la basura, la manera en que utilizamos el agua y la energía eléctrica, son aspectos que tendrán consecuencias a mediano y largo plazos para el planeta.
Nancy Herrera

Los patrones insostenibles de consumo y producción son la principal causa del continuo deterioro del medio ambiente a escala global. Esta presión ejercida sobre los bienes naturales ha llevado al agotamiento de los suelos agrícolas, la saturación de gases tóxicos en el aire y la contaminación de mares y desiertos.

El dinero que destinamos para comprar productos forma parte de las inversiones millonarias que condicionan las formas de producción, y la racionalización de los consumidores se ve opacada por los patrones de consumo impuestos por las transnacionales vía los medios masivos de comunicación, que se encargan de vender valores humanos por medio de objetos materiales.

Estas campañas agresivas se incrustan en el inconsciente colectivo para hacernos creer que la felicidad reside en los objetos que poseemos. Es así que comprar un vehículo, ropa, aparatos electrónicos y de cómputo, o comer productos exóticos, ir de vacaciones son cosas tan cotidianas como de gran impacto para el medio ambiente.

Los niños también son inducidos por las corporaciones a la cultura del consumismo. La cajita feliz y las hamburguesas que vende la cadena de restaurantes más grande del mundo constituyen un ejemplo. Según declaraciones del ex procurador General de Justicia de Estados Unidos, Ramsey Clark, McDonald’s es una de las empresas que más destruyen bosques y selvas en el mundo.

Transnacionales

El poder del mercado se concentra cada vez más en las multinacionales, que tienden a crecer en tamaño a la vez que su número disminuye. Esta situación contribuye a la formación de monopolios.

Los agentes económicos optan por ubicar sus fábricas en aquellos países donde la materia prima y la mano de obra es más barata. Sumado a ello, buscan regiones que no tengan una estricta legislación sobre el medio ambiente.

En la actualidad las 50 transnacionales más grandes del mundo tienen cifras de ventas mayores que el Producto Interno Bruto (PIB), de los 150 países más pobres del planeta.
Algunas marcas de ropa como Benetton, Levi’s, Zara, Pepe, entre otras empresas, han reducido el 40 por ciento de sus trabajadores al poner en práctica sistemas en los que en un país se diseña, en otro se corta y en otro se cosen sus prendas.

Esto implica mayor contaminación, ya que las prendas viajan muchos kilómetros en transporte impulsado por combustibles fósiles que emiten grandes cantidades de gases de efecto invernadero.

En la búsqueda de reducir los costos para la industria, los consorcios transfieren los problemas a los consumidores, es decir, las compañías no se hacen responsables de los artículos que producen al final de su vida útil, señaló Marisa Jacott, coordinadora de la Campaña de Tóxicos de Greenpeace México.

“Las empresas deben promover artículos que tengan una vida más larga, contrario a lo que pasa ahora con las compañías de teléfonos celulares que incitan las personas a realizar un uso corto de este tipo de artículos”, agregó la especialista en tóxicos.

La organización ambientalista, por conducto de su Campaña de Electrónicos ha exigido a diversas empresas que adquieran responsabilidad de los empaques que producen.

De acuerdo con la activista Jacott, 75 toneladas de baterías de telefonía inalámbrica son consumidas al año, por lo que se calcula que cerca de 28.5 toneladas de residuos peligrosos son generados anualmente por los teléfonos celulares.

Agregó que los consumidores llevamos a nuestra casa, oficina y hasta en las prendas de vestir una extensa gama de contaminantes. Artículos como la pintura, productos de limpieza, aceites, pilas, llantas, aparatos electrónicos, baterías y pesticidas, contienen componentes tóxicos peligrosos que son depositados en rellenos sanitarios sin recibir un tratamiento especial.

“El tema de los residuos y su eliminación se ha convertido en un problema global que ocasiona un importante coste económico y ambiental para los gobiernos y la población en general”, refirió la investigadora en tóxicos contaminantes.

Las baterías en México comúnmente van a parar a los tiraderos municipales, donde se deterioran debido a la acción climática y al proceso de fermentación de la basura, por lo que sus componentes tóxicos como plomo, mercurio, litio, cadmio y níquel se lixivian.
Los impactos de estas sustancias al medio ambiente son diversos, por ejemplo, una pila de mercurio es suficiente para contaminar 600 mil litros de agua, por lo que puede llegar a los tejidos de especies acuáticas que después son consumidas por los humanos.

El plomo en el aire se transporta largas distancias antes de sedimentar. Una vez que se fija en el suelo, se filtra y al igual que el litio puede lixiviarse para llegar a mantos acuíferos.

En ese sentido, México ocupa el segundo lugar después de Brasil, de mayor consumo de tecnología en Latinoamérica, aparatos que contienen una carga de sustancias tóxicas como químicos persistentes y metales pesados, precisó la especialista.

El Convenio de Estocolmo, del cual México es signatario, estipula la sustitución de materiales, productos y procesos que liberan al medio ambiente Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP), un grupo de sustancias químicas conocidas como “la docena sucia”.

Para la aplicación de dicho convenio, nuestro país tiene que desarrollar un Plan Nacional de Aplicación, el cual todavía no realiza y el tiempo límite está por concluir, agregó la activista.

Productos y basura

La constante demanda de papel y madera trae consigo la tala de bosques y la consiguiente extinción de especies que habitan estos ecosistemas. Los recursos naturales que sustentan el consumo desenfrenado tanto de combustibles, envoltorios, dietas cárnicas, aire acondicionado y demás productos, sólo se consiguen por medio de la alta degradación medioambiental.

La ciudad de México produce diariamente más de 12 mil toneladas de basura, en el país se generan más de 80 mil toneladas diarias. Del total de esta basura alrededor del 50 por ciento es arrojada a cielo abierto en cañadas, caminos, lotes baldíos, tiraderos clandestinos y cuerpos de agua, esto ocasiona que más del 30 por ciento de contaminación por mercurio provenga de la basura doméstica.

Imposiciones de la “revolución verde”

El concepto de la “revolución verde” fue lanzado junto con la promesa de la erradicación del hambre en el mundo por el Banco Mundial (BM). Se basa en la producción masiva y la utilización de grandes cantidades de abonos artificiales y fitosanitarios en la industria agraria.

Este modelo ha generado la desarticulación de culturas campesinas y la destrucción de ecosistemas debido la proliferación de grandes extensiones de monocultivos, que conllevan a la pérdida de diversidad agrícola y biológica, de acuerdo con investigadores del tema.

La revolución verde impuso hábitos de consumo al incrementarse las explotaciones dedicadas a ciertas especies agrícolas en detrimento de otras.
Contrario a ésta, la producción orgánica prohíbe el uso de semillas transgénicas y fertilizantes químicos con el objeto de favorecer la retención de agua y evitar la contaminación de acuíferos y ríos.

Este tipo de agricultura, en opinión de la especialista en ingeniería genética Areli Carreón, constituye una propuesta comercial que cada vez tiene más auge en los consumidores.

La experta asentó que actualmente hay cerca de 170 mil productores y casi 400 mil hectáreas dedicadas a la producción orgánica. Las ventajas ambientales y sociales de la agricultura y ganadería ecológicas consisten en que producen alimentos ricos en nutrientes, fertilizan la tierra y frenan la desertificación.

“Los ambientalistas como los empresarios responsables esperamos que esta tendencia se consolide en beneficio tanto de la naturaleza como de los propios consumidores”, puntualizó Carreón.

Los patrones de consumo, dijo, son tan diversos como la sociedad mexicana misma, pero el reto más grande que enfrenta la humanidad es lograr que las empresas ofrezcan productos que sean respetuosos con el medio ambiente.

Fuentes: Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA), Instituto Nacional de Ecología y Red de Investigación e Información en Consumo Responsable.

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