La violencia contra periodistas mexicanos se ha disparado en 2004 y en este año. Gregorio Rodríguez Hernández, reportero gráfico del diario El Debate, de Sinaloa, fue ejecutado el 28 de noviembre de 2004; Leodegario Aguilera Lucas, periodista de la revista Mundo Político, de Aca-pulco, Guerrero, fue secuestrado el 8 de septiembre; Francisco Arratia Saldierna, del diario El Regional
de Matamoros, Tamaulipas, fue secuestrado y muerto el 31 de agosto; Francisco Javier Ortiz Franco, editor del semanario Zeta, de Tijuana, Baja California, fue asesinado el 22 de junio, y Roberto Mora García, de Nuevo Laredo, Tamaulipas, fue asesinado el 19 de marzo de 2004.
En 2005, el alarmante clima de violencia ha continuado, sobre todo en la frontera norte y en las zonas donde la delincuencia organizada tiene alta incidencia sin que las autoridades federales ni locales hayan sido, hasta ahora, eficaces para detener esta escalada.
Alfredo Jiménez Mota, repor-tero especialista en temas de seguridad pública y narcotráfico que trabaja para el diario El Imparcial, de Hermosillo, Sonora, desapareció el 2 de abril de 2005 cuando iba a realizar una entrevista. Hasta el momento no hay noticias de su paradero.
Diversas asociaciones de periodistas se han manifestado contra esta ola de violencia y exigen a las autoridades el cumplimiento de su responsabilidad de garantizar la libertad de expresión. El Centro de Periodismo y Ética Pública (Cepet) se declaró en campaña permanente con la siguiente consigna: “Contra la Violencia a Periodistas y por la Plena Libertad de Expresión en México: Ni Uno Más”.
