Legislación Ambiental

Brasil y la crisis mundial de alimentos

Brasil enfrenta con éxito la crisis de los precios agrícolas gracias a la presencia de un vigoroso sector de agricultura familiar que produce 70% de los alimentos consumidos por su población
Guilherme Cassel

El mundo está siendo testigo de una inflación de los precios de los alimentos de dimensiones preocupantes, con repercusiones en la seguridad alimentaria mundial. Estamos convencidos de que esta crisis pone a discusión el modelo mundial de producción y abasto de alimentos. La actual situación exige una reflexión seria y responsable. Existen por lo menos cuatro grandes factores que explican el movimiento de los precios agrícolas.

El primero es la producción de etanol de maíz por parte de los EUA. El país usa nada menos que 10% de la producción mundial de maíz para producir etanol. Eso equivale a dos zafras brasileñas de maíz. No es necesario comentar lo que tal demanda contribuye al aumento de los precios. Sólo el año pasado, hubo un incremento de 37% en el uso de maíz para etanol en los EUA.

El segundo elemento es la especulación financiera. Como consecuencia de la crisis inmobiliaria norteamericana, de la devaluación del dólar y del regreso de la inflación con bajo crecimiento económico en los países desarrollados, las “commodities” son el nuevo destino de los especuladores financieros.

Otro componente es la demanda de los países en desarrollo (PEDs), principalmente China e India, que obedece al crecimiento de la población y al cambio del patrón alimentario. Sin embargo, como lo destaca la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), hay un pequeño decrecimiento en el consumo per capita de cereales en los PEDs.

Lo que explica la aparente contradicción de ese fenómeno es que sectores importantes de población de los PEDs entraron en la esfera de consumo de la clase media. El consumo de carne, por ejemplo, creció 100% en China, 70% en Brasil y 20% en India en los últimos 15 años. Como en promedio son necesarios 7 kg de cereales para producir 1 kg de carne, el cambio en el patrón alimentario también está inflando el precio de los cereales. Por otro lado, esa elevación de precios afecta de manera dramática a los 2.5 mil millones de personas que viven con menos de US$ 2.00 por día.

Finalmente, concurren el alza del precio del petróleo y los problemas de zafras causados por el calentamiento global. Hay importantes pérdidas de producción, en países como Australia y algunos países africanos, relacionadas directamente con problemas climáticos.

Es importante resaltar que Brasil está enfrentando con éxito la crisis de los precios agrícolas gracias a la presencia de un vigoroso sector de agricultura familiar que produce 70% de los alimentos consumidos por los brasileños y las brasileñas. Desde 2003, desarrollamos una estrategia de fortalecimiento de ese tipo de agricultura, con políticas públicas de crédito, seguro agrícola, asistencia técnica y extensión rural.
Al mismo tiempo, desarrollamos y estructuramos una política nacional de seguridad alimentaria articulada en torno al Programa “Fome Zero”. Fuimos aún más lejos, con la institucionalización de esa estrategia por medio de la Ley de Agricultura Familiar y de la Ley Orgánica de Seguridad Alimentaria y Nutricional. Mientras que el índice de los precios agrícolas internacionales subió 83% durante los últimos 36 meses, la canasta básica brasileña subió 25% en el mismo periodo.

La leche, un producto típicamente de agricultura familiar en Brasil, registró un aumento de precio de 120% en el mercado internacional en los últimos 24 meses, pero en Brasil el aumento fue de 25%. Ello se debe al aumento de la producción de leche, que pasó de 16 mil millones de litros en los años 90 a 27 mil millones de litros en 2008, alcanzando así la autosuficiencia. Fruto de un conjunto de políticas públicas para la agricultura familiar y de la reforma agraria.

Otros países que desmantelaron sus políticas de regulación y que orientaron sus cultivos sólo hacia el mercado externo están sufriendo crisis de abasto e inflación. Sin embargo, no estamos completamente inmunes a esos acontecimientos. Tenemos que preservar los avances y evitar posibles impactos negativos, como la disminución del poder de compra de la población más pobre, la concentración y extranjerización de la tierra, la concentración aún mayor de las cadenas de distribución y la preferencia por la exportación agrícola en detrimento del abasto interno.

La solución de largo plazo para garantizar la seguridad alimentaria y la estabilización de los precios internos pasa por un conjunto de medidas estructurales. Es necesario garantizar una oferta suficiente de alimentos, y ello se hace fortaleciendo aún más la agricultura familiar. También se hace con la reforma agraria, que distribuye mejor la tierra y garantiza que la tierra se use para la producción de alimentos y no para especulación.

Y es eso lo que estamos buscando. Tierra para quien quiere trabajar, produciendo alimentos con calidad para garantizar la soberanía y la seguridad alimentaria de nuestro país.

Fuente: Folha de São Paulo / Embajada de Brasil en México

Suscríbete al Boletín

PAÍSES QUE NOS ESTÁN VIENDO