Contaminación

Demanda Greenpeace atender daños ambientales ocasionados por derrame petrolero en México

El grupo ambientalista Greenpeace manifestó que el impacto ecológico ocurrido en la plataforma Usumacinta de Petróleos Mexicanos (Pemex), el pasado 25 de octubre, tendrá efectos a corto, medio y largo plazos que deben atenderse sin ocultar los daños reales.

Las características del combustible derramado —muy pesado, de baja solubilidad en el agua y escasa evaporación— hacen que la mancha de crudo sea potencialmente persistente en el medio ambiente costero y marino. Entre los efectos a corto plazo se cuentan aquellos derivados de la toxicidad aguda del hidrocarburo en la superficie marina, y los ocasionados en el ecosistema marino al obstaculizar la penetración de la luz hacia las profundidades.

En el largo plazo, los efectos se relacionan con la alteración de la estructura y dinámica del ecosistema marino y costero, que dadas las condiciones climáticas en la zona aún no se pueden cuantificar, pero que deben ser evaluados mediante un monitoreo científico adecuado.

“El accidente pone nuevamente de manifiesto que mientras le apostemos a los combustibles fósiles seguiremos perdiendo por todos lados: pérdida de vidas humanas, dependencia económica, y afectaciones al medio ambiente”, declaró Gustavo Ampugnani, director de campañas de Greenpeace México.

En lo que respecta a cómo operan las instalaciones terrestres y marítimas de Pemex, este siniestro evidenció, nuevamente, la negligencia de las empresas participantes, la falta de revisión de los protocolos de seguridad y la falta de prevención, por lo que es imperativo que sean revisados, corregidos y que las instalaciones y sistemas de emergencia sean objeto de mantenimiento constante.

Además, es obligatorio que se capacite de manera adecuada a todo trabajador, eventual o permanente, que labore en las instalaciones de la paraestatal, para minimizar los impactos ocasionados en situaciones de emergencia. ¿Cuántas vidas más vamos a perder por la falta de una cultura de seguridad en las empresas?

Las investigaciones realizadas tras otros accidentes de estas características, y que involucran a Pemex, demuestran que la recuperación de los ecosistemas afectados puede llevar mucho tiempo. Además, los costos ecológicos se traducen de manera directa en impactos económicos y sociales, que es preciso atender de manera responsable.

El grupo ambientalista demandó que los contratos para la limpieza y saneamiento ambiental usados por Pemex estén apegados a la legalidad y eviten encubrir posibles daños ambientales. Además, exige a las autoridades de Pemex a redoblar esfuerzos para resolver a la brevedad los daños que produce este tipo de derrames, y reitera la necesidad de evitar el maquillaje verde en las zonas de impacto ecológico como ha ocurrido en otras ocasiones.

Petróleo y cambio climático

El petróleo tiene un gran impacto ambiental desde su proceso de extracción hasta los efectos que produce su consumo. Nuestras sociedades modernas disponen actualmente de un arsenal de energías alternativas a los combustibles fósiles y de la capacidad para disminuir significativamente el consumo de energía a través del ahorro y la implantación de tecnologías más eficientes. La transición hacia un modelo energético basado en energías renovables es la solución más viable para combatir el cambio climático y evitar la frecuencia e impacto que produce este tipo de siniestros.

“El accidente en la plataforma Usumacinta debe hacer recapacitar a las autoridades federales para dejar de insistir en una economía basada en la quema de petróleo y que contribuye al calentamiento global. En la medida que los eventos climáticos de este tipo sean más severos, potenciados por el cambio climático, más vulnerable se tornará la infraestructura petrolera en alta mar. Hoy más que nunca se requiere una revolución energética que asegure el desarrollo económico de México a partir de las fuentes renovables, como energía solar y la eólica. Además de menos contaminantes, las renovables son más seguras”, concluyó Ampugnani.

Fuente: Teorema Ambiental, Greenpeace

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