Contaminación

Contamina a pobres chatarra de Europa

BRUSELAS.— Leroy, un holandés de 34 años originario de Sudáfrica, se dedica a comprar teléfonos celulares usados en el Benelux para darles una segunda vida en África.

“Para los belgas ya no sirven, porque pasaron de moda, les falla un botón o ya no se ve bien la pantalla, mientras que allá (en África) son bien apreciados, porque no tienen para comprar uno nuevo”, expresa Leroy detrás de su puesto ambulante que pone todos los domingos en el mercado de los Pajaritos en el puerto de Amberes.

“Pago de cinco a 20 euros dependiendo el modelo y recolecto al mes más de 800 piezas. ¡No está nada mal!”, presume el comerciante, quien dejó su trabajo de técnico electricista para dedicarse a la compraventa de celulares.

Pero lo que parece ser a los ojos de Leroy un oficio noble, casi de carácter humanitario, está terminando por convertirse en una catástrofe ambientalista en África, China, la India y otros países Asiáticos.

“Cada día llegan toneladas de basura electrónica exportada desde Europa en nombre del reciclaje y bajo la promesa de que tendrán una segunda vida”, afirma Zeina Alhajj, responsable de la Campaña de Greenpeace contra la proliferación de desechos tóxicos.

“Pero en realidad están enviando chatarra que al final del día se convierte en una fuente tóxica ante la incapacidad de los países por darle el tratamiento adecuado a los distintos materiales peligrosos.

“La situación no sólo es dramática en términos de impacto medioambiental por los químicos que son lanzados a la intemperie, sino está poniendo en riesgo la salud de muchas personas”, advierte la activista.

Por ejemplo, una investigación de Greenpeace muestra que los desechos electrónicos representan sólo 2 por ciento de los materiales que hay en los basureros de África, pero equivalen al 70 por ciento de los materiales tóxicos arrojados a la intemperie.

La Agencia Europea del Medio Ambiente (EEMA) afirma que cada año los europeos producen más basura. Entre 1995 y 2003, tanto el Producto Interno Bruto como los desechos municipales aumentaron respectivamente en 19 por ciento.

Actualmente la Unión Europea está produciendo 1,800 millones de toneladas de desechos al año, de las cuales 40 millones están clasificadas como peligrosas.

La elevada producción de basura está resultando en un verdadero dolor de cabeza, pues las leyes para su gestión son cada vez más estrictas y el proceso del reciclaje es día con día más costoso. Tan sólo el manejo de desechos tóxicos y municipales en Europa se calcula en 75 mil millones de euros anuales.

El futuro parece aún más sombrío, considerando que Europa producirá 45 por ciento más desechos en 2020 en comparación con 1995, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.

Desperdicio digital

El componente que más avanza entre todos los desperdicios es la basura electrónica (e-basura), considerando que la gente cambia con más frecuencia celulares, computadoras, televisores, impresoras, equipos de audio y videojuegos.

“La cantidad de equipo usado que llega al final de su ciclo está creciendo rápidamente en tanto que la gente compra con mayor frecuencia mejores equipos electrónicos y eléctricos, como computadoras y teléfonos celulares”, sostiene Claudia Fenerol, experta en la materia del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

“Sumando el aumento de la demanda y el volumen de producción de equipo electrónico, tenemos como resultado un incremento de la basura electrónica. Es un problema emergente que requiere ser atendido”, subraya la investigadora.

Aunque la ONU no cuenta con cifras sobre la cantidad de equipo obsoleto que hay en el planeta, diversos estudios estiman que cada año se generan entre 20 y 50 millones de toneladas de chatarra electrónica.

En Europa la e-basura está aumentando entre 3 y 5 por ciento al año, tres veces más rápido que el resto de los desechos, y como una salida a esta problemática, millones de aparatos eléctricos considerados como obsoletos están siendo rescatados y en lugar de cumplir su ciclo en las incineradoras del viejo continente reciben una nueva vida en las naciones pobres a donde llegan en forma de donación, exportación o de manera ilícita.

“En muchas ocasiones no se trata de operaciones ilegales porque los artículos aún funcionan cuando salen de Europa. El problema es que en un par de años se vuelven chatarra y un serio problema porque no creo que allá le den el mismo tratamiento a una pila como el que le damos aquí”, sostiene Thomas Ormond, de la Unidad de Consumo y Producción Sustentable de la Comisión Europea.

“La responsabilidad está en cada uno de los países, porque la Comisión se encarga de regular y ellos de cumplir”, subrayó.

El convenio de Basilea diseñado para gestionar la movilización de residuos tóxicos, en teoría debería ser el instrumento para evitar que los países pobres se vean inundados de chatarra informática, pero su aplicación suele ser evadida ante las dificultades que existen por definir cuándo un aparato es un producto o un desecho.

Greenpeace estima que el Reino Unido exportó sin declarar durante 2003 alrededor de 23 mil toneladas de chatarra a Medio Oriente, África, la India y China.

Negocio millonario

Europa no sólo está contaminando otras regiones con electrónicos desfasados, ocurre algo similar con los vehículos que son retirados de las carreteras comunitarias por haber cumplido su ciclo de vida de manera natural o por accidente vial.

Un documento interno de la Comisión Europea sostiene que durante 2004 la UE canceló el registro de 11 millones 300 mil vehículos, de los cuales siete millones 623 mil fueron deshuesados, mientras que el resto encontró un nuevo dueño en el Tercer Mundo, particularmente en los Balcanes.

Alemania es el país que muestra la mayor laguna entre las unidades recicladas y las dadas de baja, seguido por Italia y Francia.

De acuerdo con la investigación, los vehículos en desuso representan una seria amenaza, al contener algunos de los contaminantes más famosos, como plásticos, baterías, gases líquidos, mercurio y componentes explosivos.

Pero la tentación es fuerte, pues se trata de un negocio millonario, declaró recientemente el coronel Thierry Bourret, quien encabeza en Francia la Oficina contra Atentados al Ambiente y la Salud Pública (Oclaesp).

Es más, Bourret sostiene que el negocio cada vez está más en manos de mafias bien estructuradas.

La organización Legambiente, con sede en Bolonia, estima que la delincuencia ambientalista, en la que se incluye el tráfico de basura, factura en Italia 23 mil millones de euros.

Articulista: Inder Bugarin

Fuente: Reforma

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