Colaboraciones

Duelo animal

Que las madres no intentan reanimar a sus crías si las ven demasiado inanimadas o decaídas; que los chimpancés jóvenes muestran tanto dolor cuando su madre muere, que muchas veces, aún cuando puedan valerse por sí mismos, mueren de pura tristeza; y que los machos hombres son más insensibles a la muerte.
Yo puedo decirles que no sólo los primates tienen esas reacciones.

En su primer parto mi Pingüi tuvo dos cachorritos; al morir uno de ellos, lo arrojó fuera de la perrera; y se dedicó a lamer, amamantar y criar al otro.

Y cuando oía que me acercaba, lo cogía con el hocico y lo sacaba como para presumírmelo y que yo lo viera.
Todo iba bien hasta que les conté todo esto a unas amigas, que a su vez se lo contaron a sus niños; y todos llegaron a conocer al perrito.

La Pingüi tenía mucha personalidad y además de adorarme, vivía segura de que yo era la mascota y ella mi dueña.

Pero odiaba la demás gente, sobre todo a los niños; así que cuando se dio cuenta que tenía visitas, salió furiosa a morderlos y no paró de ladrar.

Con el enojo se le fue la leche y el bebé adelgazó en horas, sin que me diera cuenta hasta que oí un alarido espantoso.

Era la Pingüi que lloraba casi como gente y entre grito y grito masajeaba a su hijito y se sentaba sobre él como para reanimarle el corazón.

No hubo caso, el animalito murió; y tuvieron que pasar tres días para que mi perra me dejara meter la mano a su casita, para poder retirar el cuerpo.

Platiqué esto varias veces, pero como que no me creían. Ahora veo que la Pingüi no es la única madre animal con ese comportamiento.

Teresa Gurza

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