Ciencia y tecnología

Científicos recomiendan vivir las alegrías y tristezas mundialistas con mesura

Ganar produce alegría y es bonito, pero no resuelve nuestros problemas estructurales. Hay que gozar el triunfo y sufrir la derrota por el momento y ya, plantea el doctor en psicología social Ronaldo Díaz Loving

Teorema Ambiental/Redacción

El triunfo de México 1-0 sobre Alemania en la Copa del Mundo de futbol Rusia 2018 en el arranque de la fase de grupos es uno de los resultados más importantes en la historia del futbol mexicano, principalmente porque se consiguió ante la actual selección campeona del mundo, una histórica potencia en este deporte.

La victoria fue reconocida dentro del territorio ruso y fuera de él, sin embargo, la eufórica reacción que provocó entre el público mexicano dio un respiro a los mexicanos en momentos en que se vive una época no favorable para el país por diversas situaciones, destaca Rolando Díaz Loving, investigador de la Facultad de Psicología de la UNAM e integrante de la Academia Mexicana de Ciencias.

Cualquier actividad física, artística o deportiva, provoca la generación de una serie de neurotransmisores que están relacionados con la euforia, como son la dopamina, serotonina, endorfinas, que se liberan cuando el cuerpo realiza esta actividad. Y tanto la actividad artística corporal como la deportiva están vinculadas a emociones, puntualiza el doctor en psicología social.

Adicional a esto, el futbol tiene aspectos distintos en comparación con otros deportes: no es complejo, sus reglas son sencillas, el equipamiento no es costoso, por lo que puede realizarlo casi cualquier persona y, a diferencia de otros deportes, las características físicas de sus jugadores son variadas (altos, delgados, bajos, corpulentos).

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Además, destaca Díaz Loving, el futbol es equitativo en términos de que a partir de un evento fortuito puede suceder que gane un equipo u otro. Existe, por tanto, el componente de la esperanza. Sin embargo, y por encima de todo, está la comercialización y la labor mediática.

“En particular en México hay una especie de reforzamiento vicario (con el cual se aprenden ciertas conductas nuevas observando a los otros, se aprende a repetir o evitar la conducta según la experiencia de ver las consecuencias positivas o negativas de las acciones de otras personas), es decir, hay esa sensación de que podemos tener logros si el logro es social, hay mayor interés en el bien si la situación de grupo está por encima”, subrayó el especialista.

La tendencia, por tanto, es que lo colectivo es más importante que lo individual, por eso desde el contexto del Mundial de futbol la gente se vincula y ve que puede tener logros que no necesariamente son suyos, pero los hace suyos.

Y si se pierde y el enojo y el sufrimiento es mucho entonces se está vinculado a estas emociones porque no se tiene una vida individual propia ni muchos logros personales. “En la cultura mexicana cuando alguien tiene un logro personal no es tan bien visto, no gusta de tener a un héroe, sino un equipo con el que se pueda identificar, y si en algún momento ese héroe dice algo como: ‘yo soy mucho mejor que los demás’, ahí pierde toda su belleza, pero si los jugadores expresan: ‘gracias a Dios… tuvimos suerte… la virgencita estuvo de nuestro lado… el pueblo nos apoyó’, eso hace que pueda haber una comunión porque hay una aceptación de creencias compartidas. Existe una tendencia a vivir de manera no concreta ni objetiva, y esto indica, desde la perspectiva cultural, que no es apropiado que alguien sea egocéntrico, egoísta, narcisista; lo aceptado es que sea parte del grupo.”

Aclara que tener expresiones de alegría y felicidad son naturales y es correcto manifestarlas, porque el otro extremo es tener una sociedad extremadamente lógica y racional, que no tuviera ninguna emoción, con lo que se perdería parte de la esencia humana, esa capacidad con la que no cuenta la inteligencia artificial para expresar sentimientos y emociones y que es lo que hace humano al humano, organismos integrales. “No es malo sentir euforia si después de ello podemos pensar o hacer otras cosas, o verlo como una experiencia, vivirla de una forma que sea sensata en términos de no crear peligros ni para mí ni para otros al tener estas alegrías y/o tristezas, eso es lo importante. Sin duda, es bueno tener cosas que nos alegren el día.”

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