Biodiversidad

Peligran dos especies de cangrejos

La caza furtiva también ha mermado en los años recientes las poblaciones de estos ejemplares

CANCÚN, MÉXICO.— En las noches, alrededor de la luna llena de septiembre y octubre, miles de cangrejos salen de los terrenos pantanosos aledaños a la zona hotelera de Cancún y se dirigen al mar para depositar los huevos que llevan adheridos al vientre. Durante milenios pudieron hacerlo tranquilamente, pero ahora se exponen a la muerte, pues para llegar a su destino y cumplir con el rito de la reproducción deben cruzar el río de vehículos del bulevar Kukulcán.

A este desplazamiento masivo se le conoce como migración del cangrejo azul, aunque en realidad la llevan a cabo dos especies: el cangrejo azul (Cardisoma guanhumi, para los biólogos) y el rojo (Gecarcinus lateralis).

El primero recibe ese nombre porque los ejemplares jóvenes son de color azul vivo, violáceo e incluso morado, que en la edad adulta se atenúa para volverse gris o azuloso. El cangrejo rojo, a su vez, es púrpura intenso, con pinzas rojas y la parte superior del cuerpo negra.

Ambos se distinguen por su caparazón ostentoso y sus grandes pinzas o tenazas (los biólogos las llaman quelas). El mayor es el azul, que pesa hasta medio kilo, cuyo carapacho llega a medir 15 centímetros de diámetro. El rojo tiene la mitad de esas dimensiones.

Sin embargo, ambos se caracterizan por tener las quelas muy largas y delgadas, aunque una —la izquierda o la derecha— es más grande que la otra.

Esto resulta especialmente notable en el cangrejo rojo, en el cual la pinza más desarrollada mide varias veces más que la otra e incluso puede superar en tamaño al carapacho.

El llamado del mar

El espacio natural del cangrejo azul es muy amplio. Comienza en las costas del Atlántico en América, desde Florida hasta Brasil, y se prolonga a las islas Bermudas y las Antillas. Al rojo se le encuentra de Florida a Centroamérica y en el Caribe.

Ambos son terrestres y pueden vivir a ocho kilómetros del mar, pero como respiran por medio de branquias, necesitan estar en constante contacto con el agua para mantenerlas siempre húmedas.

De hecho se les considera animales de dos mundos: terrestres y acuáticos. Poseen branquias para respirar en el agua, pero su evolución las ha hecho pequeñas para evitar que se sequen al aire y, aunque habitan a cierta distancia del mar, en sus refugios siempre buscan el agua subterránea para mantenerse húmedos.

Por ello habitan sobre todo en pantanos, ciénagas, manglares y otros terrenos blandos y fangosos, donde excavan madrigueras de ocho a 13 centímetros de diámetro y hasta 1.5 metros de profundidad, para alcanzar algún manto freático. Si esto lo realizan en jardines de hoteles, residencias o en campos de golf, se les considera una plaga.

Son inofensivos mientras no se les acose. Y es mejor no hacerlo, pues sus poderosas quelas pueden infligir una profunda herida. Son básicamente vegetarianos: prefieren hojas tiernas, raíces, frutas y flores, pero comen todo lo que encuentran a su paso, incluso detritos, insectos y pequeños animales.

Ciclo reproductivo

Al igual que otros cangrejos que salieron del océano hace millones de años para establecerse en tierra firme, los cangrejos no han roto por completo su relación con el mar. Para reproducirse, las hembras tienen que volver a él. Por ello ocurre la migración, que está sincronizada con las lluvias y los ciclos lunares.

Cada hembra produce entre 300 mil y 700 mil huevos, que conserva adheridos al cuerpo. Cuando las larvas están por nacer, las madres se dirigen al mar para liberarlos. Usualmente las hembras lo hacen simultáneamente, de ahí los espectaculares ejércitos que cruzan los caminos rumbo al mar.

El fenómeno se presenta en muchos lugares del litoral del Golfo de México y el Caribe, pero ha adquirido notoriedad especial en Cancún y en el puerto de Veracruz, pues ocurre en zonas densamente urbanizadas. En el puerto jarocho, en la zona de Mocambo y Boca del Río, el hedor generado por la gran cantidad de cangrejos triturados por automóviles llegó a ser intolerable; en Cancún, mientras tanto, el tránsito en la zona hotelera era entorpecido por los crustáceos.

Para evitar la mortandad, en ambos sitios se llevaron a cabo campañas de protección, que consisten en mallas de alambre destinadas a evitar que los animales crucen las avenidas. Los voluntarios los recogen, los reúnen en cubetas u otros recipientes y los transportan al mar o de vuelta a los pantanos.

A pesar de estas medidas, las poblaciones de crustáceos se han reducido ostensiblemente. En Cancún, donde hace 10 o 15 años podían verse decenas de miles, ahora sólo hay unos pocos centenares. En Boca del Río el año pasado se consideró un éxito haber logrado salvar tres mil.

Víctimas del desarrollo

No se sabe con exactitud a qué obedece este descenso en el número de cangrejos; sin embargo, una hipótesis apunta a la alteración de su hábitat por las obras de urbanización.

El problema, por lo demás, continuará agravándose, pues en Veracruz la mancha urbana sigue extendiéndose a los antiguos dominios cangrejiles, y en Cancún están en marcha obras del fraccionamiento Puerto Cancún y pronto comenzarán las del Malecón Cancún, ambos precisamente sobre humedales.

En Veracruz, donde el cangrejo azul se utiliza como alimento, al igual que en varios países de la cuenca del Caribe, se ha intensificado la captura ilegal en condiciones de depredación. Antes se acostumbraba sólo arrancarles la tenaza más grande —que se regenera—, pero en años recientes los cazadores furtivos también han comenzado a llevarse el animal completo.

El problema se agrava porque estos animales son de muy lento crecimiento. Mientras la mayoría de especies de cangrejos alcanzan la madurez sexual y comienzan a reproducirse luego de 20 mudas de caparazón, el cangrejo azul tarda cuatro años y más de 60 mudas en llegar a esa etapa.

Fuente: La Jornada

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