Especies

No todos los delfinarios son malos: especialistas

Teorema Ambiental/Redacción

no-delfinariosEl cierre de los delfinarios propuesto por el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), aprobado en la Cámara de Diputados y que ahora se encuentra atorado en el Senado implica echar a la basura 30 años de investigación acerca de los mamíferos marinos, aseguran veterinarios y especialistas que trabajan en delfinarios agrupados en la Asociación Mexicana de Habitats para la Interacción y Protección de Mamíferos Marinos (AMHMAR).

De acuerdo con una investigación realizada por el diario La Crónica, esta iniciativa también significa un retroceso importante en materia de rescate y conservación de las especies afectadas, indica Luis Medrano González, especialista del grupo de Mastozoología Marina de la Facultad de Ciencias de la UNAM.

Medrano González señala que, hasta el momento, se ha tratado de iniciativas que reflejan, o bien los intereses concretos de los delfinarios o las inquietudes particulares de los investigadores. “Sería muy positivo que estas experiencias se volvieran acuerdos institucionales que permitirían generar proyectos de mayor alcance.”

El investigador de la UNAM y los especialistas que trabajan diariamente con los delfines coinciden en que la ruta que llevó a la aprobación de la iniciativa antidelfinarios, pesó únicamente el interés político del PVEM y no se ha tomado en cuenta el juicio de expertos, de los investigadores de fauna marina y especialistas en el manejo de los delfines. “Había que considerar los aspectos técnicos y científicos antes que la agenda política, y se ha hecho exactamente al revés.”

“En el tema hay dos lados de una sola moneda”, reflexiona Luis Medrano. “Está esa parte que no nos gusta a los biólogos y a los defensores de los animales: se generan ganancias alrededor de los delfines; y en el pasado, en algunos establecimientos hubo malas prácticas veterinarias, el incumplimiento de los estándares mínimos para que los animales estuvieran bien, e incluso, puntos oscuros acerca del origen de algunos especímenes.”

Pero el especialista de la UNAM reconoce que, en los últimos años, concretamente a partir del establecimiento en 2004 de la Norma Oficial que los regula, los delfinarios mexicanos han mejorado mucho.

“Hay que reconocer que los delfinarios han permitido el desarrollo de investigaciones, aunque el grueso de esos trabajos se hacen para evaluar el desarrollo de los animales que están en el delfinario y por tanto obedecen al interés de las empresas. Pero en muchos casos, la disposición de las autoridades y personal de los delfinarios ha sido buena.”

Aunque la investigación sobre el tema es relativamente poca, sería muy positivo que las iniciativas que hasta el momento han sido individuales, se convirtieran en políticas institucionales entre universidades o áreas de investigación y los delfinarios, mediadas por alguna autoridad, agrega Medrano González.

“La institucionalización podría estimular el desarrollo de investigaciones; en la Facultad de Veterinaria de la UNAM y en la Universidad Autónoma de Querétaro hay proyectos de estudio de fauna marina que podrían verse beneficiados. Regularizar esas alianzas redundaría en el bienestar de los animales y ampliaría el espectro de investigaciones e iría más allá de lo que le interesa a los delfinarios.

“Todo esto importa justo ahora que el tener o no tener delfines en cautiverio se ha vuelto un tema político que favorece los intereses de quién sabe qué persona, porque el hecho de que el Partido Ecologista sea el impulsor de ese proyecto no necesariamente revela quiénes se benefician de esto.”

Para Luis Medrano, la gran aportación de los delfinarios, más que en materia de investigación, está en la tarea que desarrollan de rescate y conservación de animales. “Permiten, en muchos casos, rescatar muchos mamíferos marinos, que haya un sitio a donde se les pueda llevar y darles atención veterinaria, ha permitido salvar a muchos de ellos.”

David Gómez Durán es coordinador de Investigación Científica en Delphinus, un delfinario establecido en Cancún en el que residen 86 de los 300 delfines en cautiverio del territorio mexicano. “Los delfinarios mexicanos son atractivos para gente de otros países que quieren hacer investigación, porque en otros sitios no hay condiciones: en Chile, por ejemplo, ya no hay delfinarios. Vienen de Francia, de Holanda, porque allá son cada vez menos los animales.”

Gómez Durán, biólogo por la Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo, asegura que los recintos de animales han cambiado radicalmente de aquellos antiguos espacios que se limitaban a exhibir colecciones de animales.

“Hoy día, los zoológicos tienen obligaciones de investigación y de conservación. Los delfinarios funcionamos como centros especializados en mamíferos marinos y tenemos ya una experiencia de 30 años que ahora peligra por la iniciativa del PVEM; ya no estamos en pañales.”

Hay un factor esencial en donde convergen las opiniones de los especialistas de uno y otro ámbito: la iniciativa del PVEM ignoró por completo todo el trabajo y la investigación que se ha dado en materia de mamíferos marinos. Al no hacer los obligados foros y consultar a los expertos, como denunció la AMHMAR, simplemente ignoró un gran bagaje de conocimiento técnico y científico que es, a estas alturas, insoslayable.

“No fue un problema de ingenuidad; fue ignorancia y desinterés”, afirma Luis Medrano. “La iniciativa es totalmente ajena al bienestar de los delfines. El problema se tiene que analizar desde una perspectiva ética, técnica y científica y no desde una lectura política; se tenía que considerar todo el conocimiento consolidado del que se dispone y trasladarlo al planteamiento político.

“En este caso se hizo exactamente al revés: un interés político pretende pasar por encima del trabajo de investigación y del conocimiento ya generado.”

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