Más de 50 variedades de bambú crecen a lo largo y ancho de este bosque
El bosque de bambú Sagano está situado al noroeste de la cuenca de Kioto, a los pies del monte Arashiyama, Japón, en una superficie de 16 kilómetros cuadrados.
Está considerado como uno de los ambientes naturales más bellos de todo el Japón, no solo por su belleza natural sino también por el sonido del viento que sopla a través del bosque de bambú.
El sonido del viento en el bosque de bambú ha sido votado como uno de los “cien sonidos (de Japón) que deben ser preservados” por parte del gobierno japonés. Ya en la década de 1870, cuando Edison estaba buscando un buen bambú como material de un filamento de su bombilla, el gobernador de Kioto recomendó dos fuentes de bambú, siendo éste uno de ellos.
Se trata de un lugar casi mágico, donde se puede encontrar refugio contra el ruido, el estrés y la civilización, entre bambúes mecidos por el viento y un silencio sobrecogedor.
Más de 50 variedades de bambú crecen a lo largo y ancho de este bosque, con algunos ejemplares que pueden alcanzar incluso los 20 metros de altura.
Son muchos los japoneses que se acercan a este lugar para perderse por los numerosos senderos que atraviesan la tupida cortina de cañas de bambú. Una belleza sutil y delicada, muy del gusto de los nipones.
También los amantes de la fotografía encuentran aquí un paraíso para obtener sensacionales instantáneas, con la luz que cambia y ofrece diferentes efectos y colores según la hora del día, con juegos de luces y sombras casi mágicos. Incluso por la noche merece la pena visitar este lugar, con su paseo completamente iluminado.
Este lugar estuvo reservado durante muchos años a la alta aristocracia japonesa. Sus senderos, misteriosos, románticos y silenciosos, eran uno de los lugares de esparcimiento favoritos de la familia real. Hoy por fortuna puede disfrutar de él todo el mundo y pasar un día agradable entre bambúes. También se pueden visitar aquí algunos templos zen, como el Tenryuji.
El paseo por el bosque de Arashiyama es ideal en otoño, cuando las tonalidades alcanzan su punto máximo de esplendor.
