Enel primercaso,esdecir,elmodotradicio-
nal de resolver los problemas, lo único que
seha logradoesdarpalosdeciego, yaque
losasesoresdel gobiernonuncaconsultan
a las instancias académicas de investiga-
ción en cada rubro correspondiente, ya
sea porque el lenguaje de estos últimos
es inaccesible para los primeros o porque
simplementeni siquierasabenqueexisten.
Al haberestedivorcioentrequienespodrían
dar soluciones acertadas y de largo plazo
y, por ende, de menor costo económico
para lasociedadcivil y laparteejecutoradel
gobierno, se observa que el problema no
sólo se ha agudizado sinoque se ha incre-
mentadoexponencialmente.
Unejemplobasta…
Basta un ejemplo de los palos de ciego
que han incrementado el problema del
desconocimiento del cambio climático
en México. Hace unos días vivimos, de
acuerdo con los medios de comunica-
ción, incluso en palabras del propio di-
rector de la Comisión Nacional del Agua
(Conagua), el peor huracán de la historia
en el Pacífico mexicano, denominado
Patricia. Los boletines de información
mencionaron que tenía una categoría 5
en la escala Saffir-Simpson, es decir, la
más alta ya que dicha escala va de 1 a
5, además de las olas descomunales,
vientos arrachados y verdaderas cortinas
de lluvia.
Sin embargo, hay mucho que señalar al
respecto. En primer lugar para afirmar lo
que sedijo, sedebióde haber consultado
una base de los registros históricos me-
teorológicos de huracanes en el Pacífico
mexicano. Sin embargo, curiosamente, si
unovaal ServicioMeteorológicoNacional,
ubicado en el Palacio del Ex Arzobispado,
lo más que le dan es una pequeña lista
de los principales huracanes que abarca,
si bien nos va, los últimos 20 años. De
manera que quedó borrado de la memo-
ria por ejemplo, el huracán de 1959 que
prácticamente borró del mapa el pobla-
do de Minatitlán, en Colima, entre otras
muchas rancherías ubicadas en Colima,
Michoacán y Jalisco, en donde la mortali-
dad literalmente diezmó la población y los
daños fueron devastadores.
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