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Investigación: A los perros también les da demencia senil

  • Este trastorno puede manifestarse en perros de cualquier raza o sexo y, en ocasiones, puede confundirse con tumores cerebrales o incluso cambios en su conducta

Teorema Ambiental/Redacción

Si su perro camina constantemente en círculos, muestra signos de angustia o agitación, de repente parece desorientado y cambia sus hábitos al hacer sus necesidades dentro de la casa o en sitios no habituales, es posible que padezca demencia senil, indicó Fausto Reyes Delgado, director de Desarrollo Institucional, Comunicación y Educación Continua del Hospital Veterinario UNAM Banfield.

La demencia senil implica el envejecimiento del sistema nervioso. En el cerebro se acumulan sustancias que degeneran y dañan las neuronas. Además, los neurotransmisores a nivel celular sufren modificaciones o se pierden, lo que provoca una deficiente comunicación neuronal.

Aunque algunos veterinarios la denominan “el Alzheimer de los perros”, en medicina humana son dos afecciones diferentes. En el caso de los animales, los etólogos emplean los términos “demencia senil” o “disfunción cognitiva”.

Este trastorno puede manifestarse en perros de cualquier raza o sexo y, en ocasiones, puede confundirse con tumores cerebrales o incluso cambios en su estabilidad emocional, aunque esto último no es lo más frecuente.

Los canes de razas grandes tienden a mostrar síntomas a partir de los siete años, mientras que en los de razas pequeñas, estos suelen aparecer a partir de los 11 años. Una vez que se manifiesta, estamos ante un problema crónico, progresivo y degenerativo. “No existe medicamento ni otro método para curarlo”, subrayó el académico de la UNAM.

No obstante, con el adecuado seguimiento de un médico veterinario y un etólogo, es posible brindar al perro una mejor calidad de vida, minimizando su confusión o estrés debido al problema neurológico.

Síntomas

Los síntomas de demencia senil en los canes son variados. Un perro puede estar calmado y de repente mostrar agitación, desorientación o confusión, e incluso dejar de obedecer comandos que solía seguir, como “siéntate” o “ladra”. En general, parece olvidar sus rutinas y hábitos.

También puede dejar de mostrar entusiasmo ante estímulos que antes lo emocionaban y no responder cuando se le llama por su nombre (esto no implica desobediencia, sino que quizá no recuerda su propio nombre).

Si el animal muestra irritabilidad, apatía, pierde el apetito, altera su ciclo de sueño (durmiendo durante el día y despertándose por la noche) y tiene una mirada distante, es probable que esté padeciendo esta afección. En situaciones avanzadas, puede ser necesario alimentar al perro porque olvida cómo hacerlo.

¿Qué se debe hacer?

Si en casa se identifican algunos de estos signos, es esencial llevar al animal a una revisión con el médico veterinario. Este profesional realizará un examen clínico y algunas pruebas de laboratorio.

Asimismo, es recomendable que un etólogo evalúe al animal para asegurar un manejo adecuado del mismo durante este proceso, subrayó el académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Resulta interesante que el enfoque es similar al empleado con humanos que presentan la misma condición: es fundamental mantener la actividad cerebral activa. Por ejemplo, a las personas se les sugiere resolver rompecabezas, leer, llevar a cabo operaciones matemáticas o completar crucigramas, es decir, realizar ejercicios mentales.

Para los perros, el etólogo puede modificar sus rutinas, intentar establecer un patrón de sueño adecuado y complementar con un tratamiento farmacológico.

Es posible añadir suplementos antioxidantes para prevenir un rápido deterioro celular, tales como vitamina C y ácidos grasos. También se pueden incorporar suplementos a base de cannabidiol (que no genera adicción), contribuyendo a la calma del animal.

El cannabidiol puede aliviar su angustia y ralentizar el deterioro, contribuyendo así a preservar la calidad de vida del perro.

No obstante, es importante comprender que el proceso es irreversible. Con el tiempo, el sistema nervioso central del animal se verá notablemente afectado, lo que reducirá significativamente su calidad de vida.

El objetivo primordial debería ser evitar que el proceso avance hasta que el perro pierda su bienestar. Por esta razón, es crucial que la familia converse con el médico veterinario para tomar decisiones conjuntas y, si es necesario, considerar la eutanasia, evitando así un sufrimiento prolongado para el animal.

Fotografía: UNAM Global

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