En la órbita terrestre “flotan” restos de satélites en desuso, cohetes, paneles solares, tuercas, tornillos y plásticos
Teorema Ambiental/Redacción
París, Francia, 18 de agosto de 2020.— La Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) busca ser pionera en un ámbito que no tiene todos los reflectores en la conquista del espacio, como la llegada a Marte, proyectada por EEUU, China e incluso Emiratos Árabes: se enfocará simplemente en limpiar la chatarra espacial que orbita alrededor de la Tierra, pues su acumulación se ha convertido en un problema que preocupa a la comunidad científica.
Esta basura cósmica está compuesta de restos de satélites en desuso, cohetes propulsores, paneles solares, simples tuercas y tornillos o plásticos, que flotan a kilómetros de altura de la superficie terrestre a una velocidad promedio de 28 mil kilómetros por hora, por lo que se consideran un riesgo para futuras misiones espaciales, pues a esa velocidad pueden dañar satélites en operación o impactar naves espaciales que salen de la órbita terrestre, provocando un serio accidente.
Por ello, desde octubre de 2019, la ESA encargó a la empresa suiza ClearSpace, el diseño del primer aparato recolector de basura espacial, que sería lanzado en 2025.
En el proyecto participan Reino Unido, República Checa, Alemania, Polonia, Portugal, Rumania y Suecia, pero busca de más países interesados de la región para financiarse. Por ello, se difundieron las primeras imágenes simuladas de cómo funcionará y su aspecto físico, con grandes brazos robóticos para atrapar enormes trozos de chatarra.
El aparato podría llamarse ClearSpace 1 y contempla recoger un fragmento de 100 kilos del cohete propulsor europeo Vega desarrollado por Italia para la ESA, lanzado en 2013 y que se encuentra a 660 kilómetros de altura de la superficie terrestre. Una vez capturado, acercaría el fragmento a la atmósfera para que por fricción, se desintegre.
“Se escogió este objeto porque sería similar a los de futuras operaciones de retirada de órbita de satélites, y además es relativamente sencillo para reducir riesgos en una operación compleja y llena de desafíos”, explicó Luc Piguet, consejero de ClearSpace.
En el proyecto también participa la empresa Microsoft y aún se encuentra en fase de preparación que terminará en marzo de 2021, para diseñar la misión y definir sus detalles principales.
Después de 60 años de lanzamientos orbitales, cada vez más países han dejado sus desechos en el espacio, que se acercaría al denominado síndrome de Kessler, en honor a un experto de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio de EEUU (NASA, por sus siglas en inglés), quien advirtió por primera vez que de no limpiar la atmósfera, en algún momento habrá tanta basura que podría haber una espiral de chatarra que impactará objetos que sí sean funcionales.
“Hoy en día los riesgos para astronautas y satélites aún están en un nivel manejable, pero un crecimiento exponencial de los restos especiales puede llevarnos rápidamente a condiciones de operación intolerables”, admitió Piguet.
Otra medida precautoria es evitar poner en órbita satélites a alturas relativamente bajas (entre 100 y 600 kilómetros) para evitar chocar con los desechos.
La misión de limpieza puede ser el primer paso, aún pequeño, de un proceso de retirada de fragmentos orbitales cada vez más necesario, pero debe acompañarse con otras medidas como obligar que todos los satélites abandonen su órbita al finalizar su vida operativa.
“Nuestro objetivo es obviamente reducir los costes con el tiempo y hacer que la retirada de restos sea asequible para operadores y agencias”, subrayó el vocero de la empresa fabricante, y recalcó que para retirar cada fragmento se debería contar con el permiso expreso del país que lo lanzó como parte de un aparato mayor.